Leonora abrió los ojos, se sentía como si una manada de elefantes la hubiera usado de alfombra, además había tenido sueños extraños…alguien que la llamaba mientras ella sentía demasiado calor, hasta que llegaba el frío que se apoyaba en su cabeza y la calmaba.
Trató de despejarse y entonces todo empezó cobrar sentido, el estado gripal le había ganado y se había quedado dormida en el sillón, pero ya no estaba en la oficina. Estaba en una cama, pero no era su cama, ni su casa.
Leo se incorporó y entonces se dio cuenta que sólo llevaba puesta su ropa interior y que estaba en un lugar totalmente desconocido, era una habitación con una cama amplia y muebles sobrios, colores claros en las paredes y nada que le dijera qué había pasado o donde estaba. Sintió unos pasos y aferró el cubrecama contra su cuerpo para cubrirse.
-¿Estás despierta? ¿Te sientes mejor? -preguntó Bastian llegando a su lado y antes de que ella respondiera apoyó su mano en su frente- Bueno, ya no tienes fiebre…
-¿Dónde estoy…? ¿Qué pasó? ¿Qué hora es?
-Puedo contestar de a una pregunta a la vez, Leoncito, así que ve despacio. Primero, eres demasiado testaruda por tu propio bien, te venció la fiebre anoche, me diste un buen susto…así que te traje a mi casa y el médico de la familia te atendió, te dio una inyección y si te lo preguntas, la enfermera que lo acompañaba fue quien te quitó la ropa. En cuanto a la hora, son las diez de la mañana, y he estado cuidando de ti toda la noche, así que me debes una.
Leonora intentaba asimilar toda aquella información. Por lo visto, estaba en deuda con él y no le gustaba nada de nada.
-¿Por qué no me llevó a mi casa?
-Porque no sé dónde vives…
-Mi legajo, allí está la información.
-No se me ocurrió, mi secretaria se encarga de cosas así y estaba inconsciente así que yo tenía otras prioridades – le respondió sonriendo y entonces Leo cayó en la cuenta de que había pasado la noche allí.
-¡¡Mi familia!! Deben estar muy preocupados por mi- exclamó e intentó levantarse hasta que recordó que estaba en ropa interior.
-Tranquila, les dijiste que volverías cuando acabaras un trabajo, conociéndote han de pensar que sigues trabajando, no sería raro. Además no es como si fuera tu primera noche fuera de casa…¿o sí?- preguntó él y ella se sonrojó.
-Muchas gracias por cuidar de mí, ¿puede darme mi ropa? – le pidió sin responder a su pregunta anterior.
-Lo siento, está en la lavadora…pero te buscaré algo, así puedes darte un baño y cambiarte. Seguramente hay ropa de alguna de mis chicas por ahí, espera un minuto…- le dijo y se fue.
Leonora estuvo a punto de maldecir, en el último lugar del mundo que quería estar era en la cama de Bastian Cavendish, y mucho menos usar la ropa de alguna de sus conquistas. Pero si debía hacer un balance, lo peor de todo y por lejos, era que él la había visto en aquel estado, ya nunca la tomaría en serio. Siempre le recordaría que su testarudez la había llevado a depender de él.
Se llevó la mano a la cabeza, estaba empezando a sentirse mal de nuevo, aunque sabía que era su orgullo herido lo que más le molestaba.
-Aquí tienes – dijo él y recién notó que estaba a su lado con la ropa prometida. Sin embargo, no era ropa de mujer, era ropa de él, un pantalón claro y un sweater blanco de hilo. Debió notar el desconcierto de Leonora porque la miró divertido.
-Lo siento, no hay ropa de mujer aquí, de hecho eres la primera que pasa la noche en mi casa.- le explicó y ella lo miro incrédula. Pero entonces notó algo que le había pasado desapercibido, se lo veía cansado.
-¿No durmió?
-Claro que no, te dije que cuidé de ti. Además no había donde dormir, ocupabas mi cama…
-¿Acaso no tiene otra habitación?
-No, sólo ésta.
-¿Por qué? – preguntó curiosa, había imaginado que aquel hombre podría tener una casa con diez habitaciones si quisiera.
-Así evito visitas inoportunas –contestó simplemente. Ahora ve a bañarte, mientras preparo el desayuno.
- No es necesario.
-Sí, te toca un antigripal que dejó el médico y mejor si tienes algo en el estómago.
Finalmente ella asintió y él le devolvió una sonrisa, luego salió de la habitación para ir a la planta baja, mientras Leonora iba al baño a ducharse.
Cuando bajó pudo observar mejor el lugar, era un loft amplio y luminoso, en el primer piso estaba la habitación y una pequeña oficina, abajo un living, la cocina y un comedor.
No había imaginado que Bastian viviera así, era un lugar sencillo y de buen gusto.
Había imaginado algo más recargado y exótico.
-¿Así es como se ve un león mojado? – preguntó él y ella se giró para verlo en la cocina.
-Me veía peor antes – respondió y se tocó un mechón de cabello mojado.
-Sí, es cierto, no tenías buen aspecto debido a la fiebre. ¿Sabes? Pareces de unos catorce años vestida así…- comentó y Leo pensó que era verdad, llevaba el ruedo del pantalón arremangado, y el sweater le quedaba grande y largo de mangas, recién al llevar puesta su ropa se había dado cuenta de la diferencia física con Bastian Cavendish.