Al día siguiente, bastante avanzada la mañana, Bastian llegó derramando sonrisas, lo que acrecentó el deseo que tenía de golpearlo.
-¿Me perdí de mucho? – le preguntó y ella simplemente le pasó las carpetas y masculló por lo bajo.
-Mi Leoncito está rugiendo de nuevo…-comentó divertido.
-L.E.O.N.O.R.A…me llamo Leonora- le dijo malhumorada.
-Es un buen nombre..- le dijo sin darle mayor importancia y entró a su oficina. La chica fue tras él.
-Espero que no traigas un cuchillo ni nada, recuerda que soy quien te paga tu sueldo.
-Créame que lo sé, y que me lo repito muchas veces al día – le contestó ella y él elevó las cejas en un gesto de falso asombro.
-¿Crees que deba venir con chaleco antibalas, armadura o algo? ¿O podemos confiar en que te contengas?
-Ya deje la tontería, tengo algo importante que decirle.
-¿Qué pasó?
-Allí, esa carpeta, la azul…-dijo ella y se le acercó.
-¿Qué pasa con esto? – preguntó tomándola y hojeando los informes.
-Hay algo raro en ellos, cifras que no coinciden…- dijo y Bastian la miró con atención.
-Enséñame – le ordenó y Leo fue a su lado y le mostró lo que había encontrado.
-Aquí…y si se fija bien, aquí dice otra cosa, tal vez pueda consultar con alguien, pero me pareció raro…- se explicó ella.
-Buen trabajo, chica lista…-le dijo él sonriendo y Leo se sonrojó.
-No era para que se burlara de mí.
-No lo hacía Leoncito, no lo hacía. De hecho estoy muy orgulloso de ti – le dijo él y sonó sincero.
-Lástima que yo no pueda decir lo mismo – contestó ella y salió. Bastian se quedó leyendo los informes atentamente y comenzó a hacer llamadas con su celular.
Durante los siguientes días, Bastian apenas aparecía por la oficina, evitaba hábilmente los regaños de Leonora y encontraba cualquier excusa para escabullirse.
El trabajo parecía acumularse sin que él le prestara demasiada atención. Llegaba bostezando y con lentes oscuros que ocultaban sus ojeras, bebía demasiado café y Leonora había visto un par de revistas que hablaban de la ocupada “vida social” del menor de los Cavendish.
Lo estaba perdiendo, si no hacía algo , iba a hundirse y la arrastraría con él.
-Tenemos una reunión en dos días, así que espero que pueda postergar sus compromisos. Y si es posible que duerma un poco, así puede dar una buena impresión cuando haga la exposición…
-También me gustaría dormir un poco más – dijo él.
-Pues hágalo, ya no tiene quince años, madure un poco…
-Hoy no Leoncito, me duele mucho la cabeza, deja tus regaños para otro día ..-pidió Bastian y la chica notó que estaba muy pálido, pero no pensaba dejarse conmover, si andaba tomando y saliendo todas las noches era lógico que se sintiera mal. No iba a compadecerlo.
-Ya le traigo café, aunque debería dejar de beberlo y tomar alguna otra cosa o terminará con un agujero en el estómago…
-Leo…-susurró él y cuando Leonora se dio vuelta lo vio caer al suelo.
-No haga esas bromas- se enojó pero él no respondió, así que corrió a su lado.
-¡Bastian! ¡Bastian! – lo llamó e intentó moverlo y pero él siguió inconsciente. La chica llamó a emergencias y salió corriendo a buscar ayuda en alguna de las otras oficinas
Camino a la clínica , Bastian se despertó. Leonora estaba a su lado en la ambulancia.
-¿Qué pasó?
-Se desmayó…
-Yo jamás me he desmayado- discutió él e intentó incorporarse pero se sintió mareado y debió permanecer acostado.
-Bueno, parece que decidió que hoy era un buen día para empezar a hacerlo. ¿Cómo se siente?
-Como si todas tus maldiciones me hubieran alcanzado…
-No es momento de bromear.
-Lo siento, Leoncito, ¿te asusté?
-Sí – dijo sencillamente aunque asustar era poco, la había aterrado verlo tirado en el suelo.
Ella se quedó junto a él y sólo salió cuando llegó el médico a examinarlo, pidió que la llamara cuando tuviera el diagnóstico.
-Pase, Señorita – la llamó el médico y Leo alcanzó a ver que Bastian terminaba de abrocharse la camisa.
-En serio, no necesito tutora…ya estoy grandecito.
-Lo siento señor Cavendish, pero ella firmó el ingreso así que es responsable de usted.
-¿Qué tiene? ¿Es grave?- preguntó Leo.
-Por lo que he visto, es agotamiento…extremo.
-¿Agotamiento? ¿No debería trabajar o algo para estar agotado? – preguntó ella sorprendida.
-Hay muchas maneras de que un hombre se agote , Leoncito…-dijo él divertido y la chica le hizo señas para que se callara. La estaba avergonzando, aunque ella también había sido ofensiva.