Luego del incidente en la exposición, Leonora supo que debía seguir en alerta, su Jefe era el mismo irresponsable de siempre. Así que en las semanas siguientes se encargó de controlarlo de cerca, mientras ella más se preocupaba, él actuaba más relajado.
Iba a volverla loca. Aquella mañana apareció con su mejor sonrisa de publicidad y dejó unos papeles sobre su escritorio al tiempo que se sentaba en el borde.
-¿Qué es esto?- preguntó ella.
-Mi último análisis, el que prueba que me recuperé de la anemia y que debes devolverme mi café...
-Ni lo sueñe, además es muy pronto para otro análisis, debió esperar un poco más para que sea confiable.- le contestó mientras leía los resultados, por suerte los valores venían con una referencia y también estaba el informe médico, así que los entendió perfectamente: Bastian estaba perfectamente saludable.
-No es necesario, soy fuerte y me recupero rápido, todo está bien cómo puedes ver.
-Es sospechoso, ¿los falsificó? – dijo mirándolo escrutadora, como lo hacía con su hermano cuando le traía los resultados de sus evaluaciones escolares.
-¡Cielos , Leonora! Está firmado por el bioquímico y el médico…
-¿Los sobornó? Y no se haga el ofendido, si uno quiere ser respetable debe hacer sacrificios, ¿sabe?
-¡Claro que no!, te dije, soy alguien saludable, además con tu régimen de alimentación hasta Gandhi hubiera estado bien nutrido o incluso con sobrepeso, creo que hasta le habrías dicho que la huelga de hambre era mala idea y que buscara otra manera de llamar la atención.
-Muy gracioso- dijo ella
-¡Deberías estar feliz! Estoy repuesto gracias a tus cuidados…ahora quiero mi café.
-Ni lo sueñe…
-Entonces no voy a trabajar. O mejor me iré a la cafetería y volveré en un rato.
-Tiene una reunión de directores mañana y hay mucho que preparar, ni se le ocurra marcharse ...-lo regañó y fue interrumpida por su propio teléfono que empezó a sonar.
-¿No vas a atender? – le preguntó enarcando una ceja pero sin moverse de allí. A desgana, Leo sacó su teléfono y respondió.
-Hola cielo, ¿qué sucede? – dijo al escuchar la voz de su hermanita del otro lado. Bastian la miró con curiosidad por el apelativo cariñoso y ella entrecerró los ojos al tiempo que articulaba la palabra “hermana”. Él asintió y cambió su expresión burlona.
-Sabes que no puedo ir, no llores, estoy trabajando. Mamá....¿qué? Dijo que no irá...Lo siento, cielo pero no puedo....-explicó entrecortadamente hasta que la niña cortó.
-¿Sucedió algo? – preguntó Bastian.
-No, mi hermana, tiene un acto escolar y quería que fuera a verla, mi madre....no podrá ir y ella va a bailar, así que quería que hubiera alguien presente para apoyarla- explicó.
-¿Y qué estás esperando...?
-Tengo trabajo, no puedo sólo irme y dejar todo – se defendió ella, pero Bastian tomó su abrigo y su bolso y se los dio.
-Vamos, te llevaré – insistió.
-No creo que...
-Es horrible ser niño y que no haya nadie en tus momentos importantes – dijo serio y Leonora volvió a notar aquella mirada particular en él, como cuando a veces hablaba de sus hermanos, como si una máscara cayera y mostrara su verdadero ser. La chica recordó lo que había oído sobre él, y pensó que el niño Bastian Cavendish debió sentirse solo muchas veces.
- De acuerdo...-dijo ella.
-Buena chica, prometo volver y hacer el trabajo, así que disfruta de la obra de tu hermana, yo cuidaré el fuerte en tu ausencia- le dijo sonriendo mientras salían.
-¿Cuidar el fuerte?- preguntó ella.
-Siempre quise usar esa frase ...-le respondió imitándola. Leo no tuvo más opción que sonreír y abordar sumisamente el auto de Cavendish. No charlaron durante el trayecto, él sólo buscó el camino más corto para hacer que llegara a tiempo, y le preguntó si debía pasar a buscarla.
-No, está bien, cuando termine volveré a la oficina.
-Entendido, mi capitán – le dijo haciendo la venia y luego se marchó.
Bastian Cavendish no era mala persona, y eso era lo más peligroso. Leonora suspiró y entró a la escuela, feliz de poder estar junto a su hermana, la sonrisa de la niña al verla fue de deleite puro y ella agradeció tener un Jefe como el que tenía. Se prometió a sí misma tenerlo un poco más de paciencia la próxima vez.
“Recuerda tu promesa, Leonora” se dijo a sí misma al día siguiente cuando su Jefe se negó a ir a la reunión de Directores.
-¡Tiene que ir! – Sus hermanos, su padre y otros directivos importantes estarán allí.
-No me apetece…
-¡No estoy ofreciéndole un bocadillo! Tiene que ir.
-No tengo ganas, Leoncito, ha sido un día tan agradable, ¿por qué arruinarlo?
-Si no va, ¿qué pensarán de usted?