Pequeña Leona

Capítulo 15

Leo cumplió  puntualmente con su horario y se fue a casa, había acabado de preparar la cena cuando recibió un llamado a su celular.

-¿Leoncito?  - preguntaron del otro lado pero no era la voz de su jefe.

-¿Quién habla? – preguntó ella intrigada.

-¿Por casualidad conoce a Bastian Cavendish?

-Sí, ¿sucedió algo? – preguntó y su voz tembló por el susto.

-No, no, sólo que está aquí borracho y como su número está primero, la llamo para que venga por él.

-Deme la dirección – dijo Leonora intentando no maldecir en voz alta para no preocupar a su familia.

-¿Qué sucede? – preguntó su madre.

-Sucedió algo en el trabajo, debo irme.

-¿A esta hora? – preguntó su hermano.

-Sí, no sé a qué hora regreso. No se preocupen.

-¿No vas a cenar?- siguió su hermanita el interrogatorio mientras ella buscaba un abrigo.

-Cuando regrese…-respondió y se marchó de prisa a buscar un taxi. Apenas eran las nueve  y media de la noche, cómo podía estar perdidamente borracho, ¿tan mala había sido su reunión familiar?. Leo estaba enfadada, estaba segura que era la única secretaria a quien llamaban para buscar a su jefe borracho, encima ni siquiera sabía cómo iba a cargarlo, tendría que pedir ayuda.

Llegó al lugar  y miró extrañada, no parecía ser un bar sino un restaurante. Despidió al taxi porque no estaba segura de cuál era la situación dentro, mejor llamaba  uno cuando arreglara todo. Entró y se encontró  con un maître que la recibió.

-Yo…me llamaron…yo vengo a buscar al Sr.Cavendish…-dijo y sintió que se sonrojaba de la vergüenza. “¿Qué pensarían de ella?”. Encima el descarado la había guardado en su agenda como “Leoncito”; aquella gente estaría pensando que tenían otro tipo de relación.

-Por aquí, señorita, venga conmigo – dijo el hombre y ella lo siguió.

Entraron al restaurante y se dirigieron a una mesa en un rincón, en un lugar bastante privado. Entonces Leonora se detuvo de golpe y  miró incrédula. Bastian Cavendish estaba sentado allí, se lo veía muy sobrio y la saludaba con la mano.

-¡Leoncito, llegaste! – exclamó y ella se le acercó velozmente.

-¡¿QUÉ RAYOS CREE QUE HACE?!

-¿Cenas conmigo? Es mi cumpleaños…

-¿Sabe lo que me preocupé? ¿Lo apurada que vine hacia aquí?  Y usted está bromeando…me voy – le espetó enfadada y él se levantó y la detuvo de un brazo.

-De otra manera no hubieras venido, lo siento. Leonora, por favor quédate, de verdad quiero cenar contigo para mi cumpleaños. Por favor…-rogó y había tanta sinceridad en su tono que ella se volvió y se sentó, claro que lanzó un bufido y lo miró con la peor expresión que pudo componer.

-De acuerdo, calculo que en mi casa ya se comieron todo y no tengo ganas de volver a cocinar…

-Gracias.

-¿Por qué está solo?- preguntó sin tacto alguno.

-Porque no hay nadie para celebrar, ¿sabes por qué no recordaba mi cumpleaños? Porque no me gusta, hace muchos años que no me gusta…

-¿Tan mala fue la reunión familiar que no pudo cenar con ellos?

-No muy agradable y  prefiero disfrutar mi comida en paz…

-¿Por qué yo? – preguntó ella imaginando que a Bastian Cavendish no le faltaban mujeres para festejar.

-Porque quería estar contigo. Eres la única que me felicitó con sinceridad, que pensó en darme algo que me gusta aunque no estuviera de acuerdo ,y es la primera vez que alguien le pone una vela a una cupcake para darme un pastel de cumpleaños. No quería cenar solo, pero tampoco con una compañía que no significara nada, quería estar contigo…-dijo y llegó el mozo a darles el menú antes que Leonora se animara a seguir investigando.

 

Una vez que les sirvieron su orden, Leo se concentró en la comida. Desde que el mozo los había interrumpido no se había atrevido a seguir interrogando a su Jefe, ni a cuestionarse a ella misma.

-Debí haber pedido lo que tú, parece ser que es una delicia…-comentó Bastian y ella levantó la mirada.

-¿Qué?

-Es que estás tan concentrada en tu comida que no sé si está delicioso o tienes miedo que se escape del plato – le dijo él y ella lo miró furiosa.

-Tengo hambre y si no me hubiera hecho salir corriendo de mi casa podría haber cenado tranquila.

-¿No estás tranquila conmigo?

-No me de vuelta las palabras, estoy tratando de contenerme sólo porque es su cumpleaños…

-Gracias de nuevo, Leoncito. Gracias por venir en mi auxilio y por tenerme paciencia porque es mi cumpleaños y gracias por mi regalo.

-Yo no le regalé nada…

-Tú eres mi regalo – le dijo él y la chica se atragantó con lo que comía. Bastian le pasó el vaso con agua y se río.

-Me refería a tu compañía, Leonora.

-No haga bromas mientras comemos – lo reprendió y él hizo un saludo militar como señal de asentimiento.




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