Pequeña Leona

Capítulo 16

La semana siguiente estuvo llena de trabajo impensablemente su jefe llegaba a horas razonable y colaboraba, casi como si el nuevo año lo hubiese mejorado un poco.

Había reuniones, llegaba gente a la oficina y los invadían los mails, Leonora estaba dedicada en cuerpo y alma a organizar todo y no permitir que se les fuera de control, sobre todo porque estaba segura que tanta actividad repentina estaba directamente relacionada con el enfrentamiento que Bastian había tenido con su hermano mayor. Y debía ser mucho más grave de lo que parecía, pues su jefe estaba trabajando sin quejarse ni escabullirse. Ella no iba a dejarlo fracasar, no iba a permitir que los demás se dieran un festín con él, siempre había dado lo mejor de sí y también planeaba ser una buena secretaria impidiendo que Bastian Cavendish se hundiera.

Así que con aquel ritmo llegó al viernes muy agotada, el entusiasmo de su jefe pareció declinar a medida que se acercaba el fin de semana, de hecho  sólo había aparecido un rato en la mañana.

Aquel día ella trabajó hasta cumplir su horario, ni un segundo más y se fue a su casa. Necesitaba dormir un poco, se acostó y unas horas después se despertó sobresaltada. Se había dejado en la oficina unos informes que pensaba revisar durante el fin de semana para enviarlos el lunes a primera hora.

Se levantó de mala gana y alcanzó a tomar el último autobús para ir a la oficina, con suerte el portero que custodiaba a la noche la dejaría entrar a buscar el material.

Llegó corriendo al edificio y al explicarle lo que sucedía el hombre la dejó entrar.

-Vaya, hay gente trabajando de todos modos…-le dijo y ella lo miró extrañada. No sabía que alguien trabajara de noche en aquellas oficinas. Pero su sorpresa fue mayor cuando llegó a sus oficinas y encontró que las luces estaban prendidas. Tomó los papeles de su escritorio y luego el ruido le la atrajo, venía de la oficina de su jefe.

Se acercó con mucho sigilo y entreabrió la puerta, aquello era muy extraño, Bastian Cavendish estaba rodeado de papeles y escribiendo en el teclado sin quitar los ojos de la pantalla, estaba muy concentrado.

¿Qué hacía allí y  a aquella hora?

Debió percibirla o tal vez la chica hizo algún ruido porque él se giró y clavó la mirada en ella, había algo distinto en sus ojos, parecía ser otra persona.

-¿Leoncito? ¿Qué haces aquí? – preguntó sorprendido.

-¿Qué hace usted aquí? – preguntó ella y él pestañeó confuso como si no supiera que decir.

-Mando mails…

-¿Desde aquí? ¿No tiene computadora en su casa?

-Sí, pero se rompió y la información que necesito estaba aquí…así que…

-¿Vino a esta hora a trabajar?- insistió incrédula, era lo más sospechoso que había visto.

- Dormí demasiado a la siesta así que estaba desvelado, mi cita me plantó porque su perro caniche había tenido  una intoxicación o algo , así que ya que mi viernes iba camino a la catástrofe pensé que lo mejor era terminar lo que tenía pendiente antes que tú me dieras un discurso el lunes…-respondió inocentemente encogiéndose de hombros.¿ Y tú?

- Me olvidé unos papeles que necesitaba, vine a buscarlos.

-Es tarde, déjame que te acompañe.- dijo poniéndose de pie.

-No, no, está bien . Ya me voy, siga trabajando – respondió ella y se alejó de prisa.

Al salir, apenas saludó al portero que la había dejado entrar. Metió los papeles en su bolso y caminó rápido, estaba muy confundida. Había algo que no le terminaba de cerrar en aquella situación, la explicación de Bastian había sonado falsa e improvisada.

Iba tan ensimismada que no notó a los chicos que  le cortaban el paso hasta que uno de ellos le habló.

-Hola bonita, dame el bolso – dijo y Leo levantó la mirada. Eran cuatro. Dos estaban frente a ella y los otros dos apoyados en la pared con displicencia. Andaban cerca de los veinte y se veían peligrosos y no muy sobrios.

Trató de evadirlos pero los otros dos se le acercaron y le cerraron el paso.

-El bolso – repitió con más brusquedad.

-Si quieren dinero deberían trabajar – les dijo altanera, no pensaba dejarse intimidar aunque en el fondo estuviera asustada. Tenía su gas de pimienta y su silbato de alarma en el bolso, si lograba distraerlos un segundo podría sacarlos para defenderse.

-Vaya , vaya, saliste fiera, ¿eh? – dijo uno de los otros y se le acercó, cuando le tocó un mechón de cabello , Leonora le lanzó un golpe con el bolso y retrocedió. Entonces dos de ellos se le lanzaron encima pero no llegaron a tocarla, alguien la apartó y se interpuso como un muro, Bastian Cavendish llegó al rescate.

-No…-susurró Leo temiendo que aquellos pequeños vándalos lo lastimaran pero para su sorpresa, él sabía pelear. Esquivó los ataques de ellos con agilidad y rapidez ,con golpes de puño y movimientos de artes marciales se deshizo de ellos. Después de recibir una golpiza, salieron huyendo.

-¿Estás bien? – preguntó examinándola con la mirada.

-Sí, si…¿y usted?

-Claro que estoy bien, ¿en qué diablos pensabas? ¿Por qué te fuiste cuando te dije que te acompañaría? Y encima te les enfrentas en lugar de huir o pedir ayuda…¡¿qué rayos pasa contigo?! – le gritó enfadado.



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En el texto hay: jefe, jefe secretaria, humor amor

Editado: 29.03.2020

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