Pequeña Leona

Capítulo 18

Leo sentía que el corazón le latía con fuerza, se sentía…no sabía cómo se sentía pero tenía una certeza, no iba a escapar. Ella no era una cobarde, había pasado luchando sus últimos años para salir adelante y para mantener en pie a su desastrosa familia, no iba a dejar que Bastian Cavendish la venciera.

Giró y se encaminó de nuevo hacia la oficina de él, abrió la puerta de golpe y Bastian la miró sorprendido.

-¿Leonora? ¿ Ya lo pensaste?

-Lo que pensé es que usted es mi jefe…y lo que acaba de pasar puede considerarse acoso.

-Supongo que sí, aunque creo que el hecho de que hayas respondido a mi beso quita peso a esa acusación, sin mencionar con que en general soy yo el intimidado por ti…

-Estoy siendo seria.

-También yo, dije muy en serio que me gustabas.

-Soy su secretaria y usted mi jefe.

-Justamente así es como llegaste a gustarme.

-¡Basta de tanta tontería! Esto no es un juego para mí, necesito el trabajo , vaya a entretenerse con alguna de sus novias modelos y déjeme en paz

-No tengo novia, y no hay ninguna mujer cerca, salvo tú ¿no lo notaste? – preguntó y en realidad ella sí había notado que últimamente estaba muy calmado y no llevaba ninguna rubia prendida ni venía nadie a buscarlo. No quería pensar qué significaba eso, ni iba a darle el gusto a él de decirle que sí lo había notado y preguntarle qué tenía que ver con ella.

-No es mi problema si usted está perdiendo su encanto o si las horas extra de trabajo , actividad que le es extraña, le han ocasionado alguna pérdida de ego y necesita quien se lo acicale, no seré yo quien lo haga…no está en mi contrato.

-Leonora….- intentó interrumpirla él pero Leo siguió implacable.

-No voy a ser su juguete, pero tampoco me voy a ir, no creo que sea justo perder mi trabajo porque usted esté aburrido.

-Es una pena, tenía muchos planes en mente…-dijo él con tono ligero aunque su voz sonaba distinta a lo usual.

-De verdad dudo que sepa lo que es el esfuerzo, si supiera lo difícil que es la vida no sería tan…tan …tan...-soltó indignada, aunque algo en su mente le impedía decir las palabras que se le ocurrían. Aunque para ser correctos era algo que percibía en la mirada de Bastian Cavendish, como si sus palabras lo afectaran y le causaran dolor. Y aunque necesitaba dejar su posición en claro, no quería lastimar los sentimientos de él, siempre y cuando los tuviera.

-Sé lo difícil que es para ti, Leoncito, y aunque no lo creas no pretendía empeorarte las cosas.

-Si no quiso empeorarlas, no debió comportarse como  un seductor barato y…

-¿Besarte? – terminó la frase él, divertido por el hecho de que ella no pudiera mencionar el beso.

- Como quiera llamarlo, pero no quiero que vuelva a repetirse o envenenaré su café.

-Te niegas a darme café , Leonora. ¿Lo recuerdas?. Tus planes de envenenadora se han visto afectados por tu preocupación por mi salud.

-¿Puede ser serio una vez en su vida y deja de retorcer todas mis palabras?

-Podría hacerlo, si aceptaras que estaba siendo más  serio de lo que nunca he sido y tú dejarás de retorcer mis acciones.

-Me voy a mi casa…pero volveré mañana, A TRABAJAR, así que espero que el uno por ciento de sentido común que tenga disperso, se concentre y deje de jugar a ser el niño rico y malcriado de una novela barata.

- Vete a casa Leonora. Ya entendí….pero déjame hacerte una pregunta antes de que te vayas – dijo mirándola con intensidad.

-Pregunte.

-¿Cuánto tiempo vas a fingir que no escuchaste lo que dije?

-Créame, si he soportado tanto tiempo trabajando aquí es porque aprendí a ignorar la mayoría de las cosas que dice. Y por si no le queda claro, sólo quiero ser su secretaria, nada más.

-Buenas noches, Leonora, que duermas bien. –dijo él como despedida y puso un énfasis extraño en cada palabra, algo en su tono de voz masculino y dominante la hizo recordar la sensación de sus besos y de tenerlo  pegado a ella abrazándola Y entendió a qué se refería él, era imposible que durmiera tranquila, porque por segunda vez  iba a dejarla sin dormir pensando en él.

Abrió los ojos desmesuradamente al comprender que él sabía lo mucho que la había turbado y él sonrió levemente, apenas elevando la comisura izquierda de la boca.

-Buenas noches, Señor Cavendish, aunque dudo que pueda dormir bien, para ello se necesita tener la conciencia tranquila – saludó y se marchó.

-Cierto, tampoco yo podré dormir, Leoncito – dijo para sí mismo, una vez que ella se fue-  No tengo la conciencia tranquila y me temo que pensaré en ti toda la noche, mujer sensata y terca.

 

Mientras iba camino a su casa Leonora pensaba en mil y un respuestas ingeniosas que podría haberle dado a Bastian Cavendish para cerrarle la boca. Y pensar en cerrarle la boca, le recordó el beso y lo que había sentido.

 Porque aunque  no tenía la más mínima intención de complicarse la vida , no podía mentirse a sí misma y cuando él la había besado de aquella manera tan sensual, había sabido que se sentía irrazonablemente atraída por el peor prospecto de hombre que había sobre la tierra.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.