Pequeña Leona

Capítulo 19

Un litro de infusión de tilo después, Leo decidió que las propiedades del tilo estabas sobrevaloradas, porque ella sólo tenía el estómago hinchado de tanto líquido y los ojos abiertos sin poder dormir.

Aunque eso la ayudaba a resolver sus dilemas, porque estaba segura que al día siguiente tendría muy mal humor y ante la primera tontería de Bastian Cavendish, se evaporarían los nuevos sentimientos y volvería su habitual deseo de estrangularlo.

Eso era bueno.

Sin embargo al día siguiente no tuvo la oportunidad, porque Bastian llegó después que ella y no lo hizo solo, iba acompañado. Una mujer caminaba junto a él cuando llegó, pero había algo extraño, no sólo iban inusualmente serios sino que  ella no parecía ser una de  las típicas tontas que pululaban a su alrededor. Era una mujer bella, de unos treinta años, cabello largo castaño rojizo, con mucha clase y que repentinamente la hizo sentir muy mal, aunque en un momento de negación, Leo atribuyó aquel malestar al cansancio.

-Buenos días, Leonora. Vamos a estar muy ocupados, no dejes que nadie nos interrumpa…- la saludó Bastian y aquello aumentó su incomodidad. Él no hizo ninguna broma y la llamó Leonora., tampoco hubo la más mínima referencia a lo acontecido la noche anterior. Ella sin dormir y él lo más campante como si nunca hubiera ocurrido.

Una hora después, Leo no dejaba de mirar la puerta cerrada de la oficina de Bastian. Llevaba una hora exacta encerrado con aquella mujer, la puerta era gruesa así que no escuchaba lo que sucedía en el interior.

Ni la más mínima señal de actividad, ni ruidos extraños ,ni gemidos …Leonora no supo de donde había salido la idea de los gemidos, pero volvió a atribuirle el delirio a sus escasas horas de sueño. Se negó rotundamente a vincularlo a la palabra “celos”

Y se dijo que el hecho de que estuviera a punto de entrar en aquella oficina, era meramente debido a su sentido del deber como secretaria, sólo eso.

Minutos después entró sin mucho preámbulo, su jefe y su invitada estaban frente a frente en el escritorio y parecían analizar unos documentos que él guardó presurosamente.

-¿Leonora? – preguntó Bastian.

-Les traje café – dijo ella poniendo la bandeja en una esquina del escritorio.

-¿Café? – volvió a preguntar su confundido jefe.

-A usted le gusta el café…- explicó ella con fingida inocencia.

-Creí que no era bueno para mi salud.

-Hay cosas peores, y además imagino que la Señorita querrá tomar algo, luego de una hora de charla.- explicó en modo convincente mientras le acercaba la taza a la mujer.

-Gracias- dijo ésta.

-¿Café? ¿Estás segura…?- insistió Cavendish.

-¿No te gusta el café, Bastian? – preguntó la invitada.

-Sí, pero no creo que sea adecuado para mí. Quiero decir es un líquido oscuro que puede contener más de lo que uno imagina …- dijo con cierta diversión y Leo captó la referencia a lo que había dicho ella sobre envenenarle el café la noche anterior.

La mujer miró de uno a otro sin entender qué sucedía entre Bastian y su secretaria.

-El café siempre ha sido oscuro y eso jamás ha impedido que usted lo beba- respondió ella animada, se sentía mejor discutiendo con él, aunque no entendía por qué.

-¿Es seguro que lo beba, Leoncito? – preguntó.

-Decídalo usted, además  la precaución y la seguridad nunca le han importado demasiado..

-Cierto – respondió y dio un gran sorbo- ¡Vaya, extrañaba esto! – exclamó acomodándose en el respaldar y Leo le dirigió su peor mirada asesina- También extrañaba eso, Leoncito, no eres tú si no gruñes un poco. Y me gusta que seas tú- agregó y ella sin decir ninguna palabra se marchó.

Leonora se arrepintió terriblemente de no haberle echado algo al café, aunque se sintió aliviada de no encontrarlo en nada raro con aquella mujer. Pero luego de pensarlo se preocupó, ¿quién era aquella mujer? ¿Qué eran los papeles qué él había ocultado?

 

A la mañana siguiente, cuando Bastian llegó a trabajar, se acercó a su escritorio.

-Pásame tu calendario , Leoncito.- dijo él y ella elevó la ceja mirándolo con desconfianza.

-¿Qué quiere?

-Pásamelo, - dijo y ella le entregó el calendario que tenía en el escritorio. Él sacó un post it rojo y lo pegó  en una de las hojas.

-¿Qué es eso?- preguntó.

-Día importante- dijo él.

- Su cumpleaños ya pasó….- dijo ella pensando en qué podría tener tanta importancia para Cavendish.

-Frío, frío…es la reunión anual de directorio de nuestra empresa. Siéntate, leoncito…

-Estoy sentada, ¿de qué está hablando?- dijo ella mirándolo intrigada.

-No quiero que sufras un shock…

-Hable de una vez, estaba  trabajando hasta que llegó, ¿lo sabía?

-Justamente, esa fecha es importante Leoncito. Así que tendremos mucho trabajo hasta entonces….




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