Cuando el beso terminó, Bastian apoyó su frente en la de ella.
-También te gusto, Leoncito…-susurró
-No es el punto…- respondió ella avergonzada por la forma en que le había respondido, no era tan necia para negar que le gustaba después de aquel beso, pero eso no cambiaba nada.
-Es el único punto que vale – respondió él y luego de apartarse un poco la tomó la mano entrecruzando los dedos con los de ella.
-¿Qué hace?
-Vamos a comer tranquilos a algún lugar, después de todo interrumpí tu almuerzo y necesitamos hablar tranquilos.
-No quiero hablar con usted…
-¿Seguimos besándonos? – preguntó provocándola y ella intentó soltarse de su mano.
-Yo no…
-Sabes que no puedes contra mí, Leoncito, así que o vienes a almorzar y hablar conmigo o sigo besándote.
-Vamos a almorzar – dijo ella bajando la mirada
-Tenía esperanza de que eligieras la otra opción- dijo él y estaba seguro que ella le hubiera pegado de no tenerla fuertemente agarrada de la mano. Luego la llevó al lugar más cercano que resultó ser una pizzería.
-¿Pizza? – preguntó Leo cuando se sentaron.
-Es lo que tenía a mano , además , seamos sinceros, habrías hecho un escándalo si te llevaba en mi auto a un restaurante que considerara digno de la ocasión.- dijo mientras se sentaban y Leonora se sacudía la mano con fuerza para obligarlo a soltarla.
-No puedo creer que me haga esto.
-¿Invitarte a comer?
-¡¡Lo dice en serio?! ¡¿Esta es su idea de invitar a comer?! Yo estaba en una cita , almorzando con alguien…
-Que no era yo.
-Exacto, no era usted.
-Pero yo soy la persona que te gusta.
-Usted me exaspera.
-Y te gusto – terció él y ella gruñó por lo bajo.
-Es mi jefe…
-¿Siempre has besado a tus jefes?- le preguntó aún a riesgo de que ella le lanzara algo.
-Claro que no, pero no podemos decir lo mismo de usted, no es tan selectivo respecto a quien besa, ¿verdad?
-Soy muy selectivo , Leoncito. De hecho la única mujer que quiero besar eres tú.
-¿Por cuánto tiempo? – preguntó ella de golpe.
-¿Qué?
-Dice que le gusto…
-Digo que te quiero, son cosas diferentes, Leoncito.
-Como sea. Soy lo suficientemente sensata para saber que no tengo que enredarme con mi jefe, mucho menos si es usted…
-Está bien, podemos prescindir de tu sensatez en aras del amor.- dijo él.
-Yo no quiero prescindir de mi sensatez…sabe Dios lo que pasaría si uno nosotros no la tiene, y no podemos contar con usted para eso. Además…tampoco hablamos de amor…
-Yo sí – le dijo él y les trajeron la pizza así que se vieron interrumpidos.
-Comamos…
-No es el lugar adecuado para hablar.- dijo Bastian dándose cuenta que hablar de amor mientras comían pizza no era buen augurio,
-Usted me trajo aquí.
-Si te llevaba a mi casa para hablar tranquilamente, como quería hacer, no me habrías dejado decir ni la primera palabra. En fin comamos, quizás con el estómago lleno estés más dispuesta a deponer tu sensatez – agregó y ella lo miró mal- Come tranquila , Leoncito o vas a indigestarte. – finalizó tomando una porción de pizza.
- Usted me cae mal…- musitó ella y al reírse Bastian casi se atragantó, lo que la hizo preocupar- ¿Está bien?
-Sí , Leoncito, estoy bien… dudo que haya otra como tú.
Terminaron de comer y luego que les retiraran los platos siguieron hablando.
-De acuerdo, escuchemos tus razones para rechazarme.
- No es alguien confiable.
-Puedo serlo si es necesario – rebatió él y Leo tuvo un recuerdo inmediato de cuando la había defendido de los jóvenes vándalos. Ciertamente podía ser alguien en quien apoyarse llegado el caso. Incluso la había ayudado con su hermano.
- Se toma todo a la ligera
-Y tú demasiado en serio, juntos podríamos equilibrarnos.
- Se mete en problemas constantemente.
-Si es por ti, me portaré bien.
-No tengo ganas de cuidar a nadie más.
-Teniendo en cuenta que ya me cuidas como parte de tu trabajo cotidiano, sólo piénsalo como horas extras. A cambio prometo cuidar de ti también.- le dijo y Leo sufrió otro ramalazo de recuerdos, se recordó a sí misma llorando en sus brazos o siendo atendida por él cuando estuvo enferma. Había mil razones por las cuales estar con Bastian Cavendish era una mala idea, pero le costaba encontrarlas.
-Somos totalmente incompatibles…-dijo de pronto como si eso resolviera todo lo demás.