Leonora casi corrió para llegar a su casa, no podía creer lo que había hecho pero había sido una necesidad surgida de su corazón, corazón que le latía de prisa al recordar la sensación de estar abrazada a Bastian Cavendish. Supo que tontamente había cruzado la línea, y peor aún lo había hecho por su propia voluntad.
Le dijo a su familia que no tenía ganas de cenar y se encerró en su habitación.”Seducida y abandonada jamás pensé que caerías bajo esa etiqueta, Leonora” se dijo a sí misma.
Porque estaba segura que enredarse con su jefe no iba a terminar bien y como iba a detener a un hombre al que acababa de echársele en los brazos. Se tapó con las mantas y se llamó estúpida hasta quedarse dormida.
Cuando Bastian llegó a la oficina, Leonora ni siquiera se animó a levantar la mirada, le alcanzó unos papeles sin mirarlo.
-¿Leoncito? Mírame- dijo él y ella gruñendo no tuvo más remedio que enfrentarlo.
-¿Sí?
-Vaya, volvió el pandita- dijo él haciendo alusión a las ojeras que Leonora tenía por haber pensado demasiado y dormido poco-¿No dijiste que el café era malo? – preguntó y señalo con la cabeza la taza que ella tenía en el escritorio.
-No soy quien estuvo anémica…
-Pero no creo que necesites algo que sobreexcite tu sistema nervioso- la provocó y Leonora se sonrojó.
-Vaya a su oficina a trabajar de una vez – le dijo bruscamente.
-Ven conmigo, tengo algo que decirte – le dijo él , Leo suspiró y lo siguió.
-Dígame- lo instó apenas cerraron la puerta y para su sorpresa Bastian se giró y la tomó entre sus brazos.
-Solo quería decirte que eres adorable y que llevo toda la noche deseando hacer esto – dijo antes de acorralarla contra la puerta y besarla
Al separarse de ella , Bastian le sostuvo las manos contra la espalda sin apartarse del todo.
-¿Vas a golpearme? - preguntó en voz baja apenas distanciado mínimamente de Leo.
-No.
-¿Vas a besarme?- volvió a preguntar.
-No- dijo ella nuevamente.
-¿Entonces , Leoncito?
-No sé qué rayos voy a hacer con usted, ¡¿por qué cree que tengo estas ojeras….?!– le soltó y él le sonrió.
-Quédate conmigo, es una ganga.
-Es una estafa, más bien. Ahora suélteme, tengo trabajo que hacer.
-Simplemente así, ¿no harás escándalo por el beso?¿no me darás un discurso?
-Yo empecé esto con el abrazo de ayer, así que soportaré las consecuencias. Ya estamos a mano, ahora deje de molestar.- respondió ella con tranquilidad aunque la respiración la traicionaba.
-¡Qué estoica y ecuánime! – dijo él soltándola y su tono sonó molesto. En realidad le desagradaba que ella pudiera racionalizar el beso cuando él estaba totalmente trastornado desde que lo había abrazado.
-¿Y qué se supone qué haga? ¿Qué me case por usted por un par de besos?¿Acaso es una doncella deshonrada? – le preguntó ella también enfadada, aunque el enfado era consigo misma porque más que deseos de resistirse tenía ganas de rendirse a los encantos de su jefe cabeza hueca.
-No sería mala idea.
-Está loco.
-Eso parece, y es la primera vez en mi vida.
-Entonces cúrese pronto, porque hoy tenemos un día demasiado ocupado.- dijo y se escabulló de la oficina de su jefe.
Bastian suspiró, tenía demasiados pendientes entre manos, sin embargo Leonora era su prioridad, definitivamente había enloquecido.
Leo trató de concentrarse en su tarea pero le resultaba casi imposible, leyó casi cinco veces un mismo mail para entenderlo.
Y para mal de peores, cuando salió a comprar unos sobres que necesitaba escuchó algunos retazos de conversaciones a su espalda, por lo visto Alan había andado esparciendo algunos rumores sobre ella y Bastian.
Suspiró, no había nada que hacer, era mejor no preocuparse , en poco tiempo, tendrían algo nuevo sobre lo que hablar y se olvidarían de ellos, sólo esperaba que aquellas palabras no llegaran a oídos de nadie de la cúpula directiva Cavendish.
No tenía ganas de ver al hermano mayor de Bastian llegar a la oficina para hacer un escándalo sobre un romance de oficina que no existía. Aquello le daba un nuevo motivo para mantenerse alejada de él, aunque una chispa de rebeldía la hizo imaginar la escena y a ella misma enfrentándose a aquel hombre desagradable para defender su amor.
Amor, la palabra surgió en su mente tan repentinamente que la tomó desprevenida, incluso sacudió la cabeza en un acto reflejo por sacudirse de aquella idea.
Bastian Cavendish había logrado ponerla al borde del abismo.
Tenía que concentrarse, la reunión se acercaba y estaba aterrada que su jefe, en su actual estado de Don Juan, arruinará todo.
Entre su familia y él iban a envejecerla antes de tiempo y como si pudiera albergar alguna esperanza, apenas regresó a su escritorio, Bastian salió de su oficina.