Pequeña Leona

Capítulo 26

Leonora entró a su casa y fue directamente a su habitación, se encerró y dejó salir las lágrimas que había estado conteniendo.

Escuchó a su madre llamarla y golpear a la  puerta preguntando que le pasaba pero no quería hablar, ni explicar.

Se sentía muy miserable y con derecho a hundirse en su miseria sin que la molestaran. También su hermano llamó a la puerta, estuvo tentada a indagarlo sobre Bastian pero en su estado actual no era buena idea.

Después de pedir a los gritos que la dejaran en paz, casi como si volviera a tener quince años, dejaron de molestarla.

Aunque poco después fue una persona distinta la que golpeó la puerta de la habitación exigiendo su atención.

Bastian Cavendish estaba allí.

-Leonora, tenemos que hablar, ábreme la puerta…-pidió él golpeando suavemente y ella maldijo en silencio a su familia por dejarlo entrar, y , estaba segura de ello, alentarlo.

Incluso pudo escuchar a su madre hablarle con tono amable.

-Sr. Cavedish, está empapado, ¿quiere una toalla o ropa para cambiarse? –le preguntó y Leo quiso salir solo para decirle a su madre que si quería lo adoptara y ella se iba a otro lado, aunque también le preocupó que él fuera a enfermarse por estar mojado. Pero la preocupación se le pasó al segundo siguiente, era un hombre adulto…no tenía que cuidar de él. Ya no.

-Estoy bien, gracias- contestó él a su madre y luego volvió a golpear su puerta-

Leonora, no seas tan testaruda, ábreme.

-¡Váyase!

-Bien, veo que me escuchas, entonces haz eso, déjame hablar y escucha , Leonora- dijo Bastian rezando para que ella no se cubriera los oídos con una almohada o pusiera música a todo volumen. Entendía cómo se sentía pero él necesitaba contar su parte de la historia.

Así que se sentó en el suelo, bien pegado a la puerta para poder hablarle.

Leo se sentía dividida entre el enfado y el deseo de saber, respiró profundo, escuchó los movimientos de Bastian y lo imaginó allí sentado, escuchó a su madre decir que los dejarían solos y las protestas de sus hermanos que no querían perderse aquel espectáculo.

Escuchó las puertas de sus habitaciones cerrarse y se preguntó si Bastian sabría que en esa casa era imposible no escuchar lo que se decía en otra estancia.

Él empezó a hablar y ella se sentó en el suelo, lo imaginó del otro lado y aunque la puerta que los separaba era delgada, ella sintió que tenía las dimensiones de un abismo.

-Cuando mi padre me llevó a su casa me sentí perdido, mi madre ya no estaba en este mundo, todo era nuevo para mí y en aquel lugar no me querían. No necesitaba ser muy agudo para saberlo, era bastante sensible así que percibí la hostilidad de mis hermanos mayores y de la familia Cavendish en general, yo era un intruso….creo que hasta para mi padre era más una carga que otra cosa. Las peleas no tardaron en llegar….- contó y se detuvo un momento, era extraño estar contando aquello, no recordaba haberlo hecho antes y ahora estaba diciéndoselo a una puerta.

Leo sintió el corazón estrujado por aquel niño, imaginó la sensación de desamparo y soledad de Bastian, luego sacudió la cabeza, ese niño ya no existía, no podía compadecerse de él.

Cavendish siguió su monólogo.

-Peleábamos con mis hermanos todo el día…finalmente mi padre decidió que lo mejor era enviarme a un internado en el extranjero, se deshacía de mí y al mismo tiempo me daba una excelente educación para no sentir cargo de consciencia. Si lo pienso ahora, no fue tan mala idea, aprendí muchas cosas, entre ellas a pelear. Yo era inteligente pero me metía en problemas constantemente, lo hacía a propósito, quería molestar a mi padre, aún así no fue una etapa tan mala y la superé. Regresé un tiempo durante mi adolescencia y nada había mejorado, muy por el contario, mis hermanos me veían como una amenaza a su herencia…

Volvieron a exiliarme, me tocó ir a la Universidad, una vez más en el extranjero bajo el pretexto de buscar la excelencia, me mandaban dinero, más que suficiente pero no se interesaban mucho en mí.

Durante los primeros años, no estoy orgulloso de ello, hice lo que esperaban que hiciera, gasté dinero, perdí el tiempo. Habían decidido que era malo antes de conocerme y me habían despreciado, así que pensé en demostrarles cuan malo podía ser, pero fue una etapa breve, luego me salvó el recuerdo de mi madre. Ella no merecía que su hijo fuera un desastre, ella había esperado lo mejor de mí, así que recuperé el sentido común. Me puse a estudiar en serio, aunque ya sabes lo que dicen “hazte la fama y échate a dormir”, yo ya era la oveja negra para todos. Fue entonces cuando empecé a hacer doble vida, era un estudiante modelo y me esforzaba mucho en mis estudios, quería entender aquello que mi padre y hermanos valoraban tanto, y por otro lado cada tanto aparecía en fiestas o alguna cita que pudiera ponerme en revistas de chimentos

Lo creyeron y aceptaron sin dudar, su contacto conmigo era un cheque mensual que yo despilfarraba porque trabajaba medio tiempo para costear mis gastos y estaba becado en la Universidad, no me gustaba ese dinero, no lo necesitaba…- dijo y casi creyó oír un bufido del otro lado.

Leonora entendía porque el joven Bastian había actuado así, sin embargo tirar dinero nunca era algo que le pareciera justificado, no cuando costaba tanto ganarlo, claro que a ella nunca la habían reducido a una cifra monetaria.




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