Una semana después, Leonora iba de un lado al otro de su casa de pésimo humor, no importaba lo que hiciera, no podía quitarse a Bastian Cavendish ni de la cabeza ni del corazón.
Aquellas últimas palabras de él, aquel último beso la tenían trastornada. Estaba perdida y por primera vez en mucho tiempo ser sensata ocupaba el último lugar de sus prioridades.
Y había algo que tenía muy en claro, Bastian era Bastian. Ciertamente era un hombre sumamente competente, responsable y serio con el trabajo, y sin dudas era un gran partido para cualquier mujer. Pero lo más certero de todo aquello era que lo amaba. Y amaba el hombre que él era, la esencia del verdadero Bastian Cavendish que había estado allí todo el tiempo.
Pero primero necesitaba conseguir un trabajo, si iba a intentar recuperar a aquel hombre, primero tenía que valerse por sí misma, quería pararse segura frente a él.
Había enviado su currículo a un par de lugares y esperaba respuestas, recordó la carta de recomendación de él y fue a buscarla, si lograba concertar una entrevista, la necesitaría.
Tomó la carta y la abrió, aquel hombre no dejaba de sorprenderla. No podía creer lo que leía y al mismo tiempo no podía evitar que los ojos se le llenaran de lágrimas.
A quién lea esta carta:
Declaro que la Srta. Leonora Brave es una secretaria desastrosa, tiene mal carácter, una lengua filosa, un ingenio demasiado rápido para su propio bien, entre otras cualidades (queda a su criterio juzgarlas como tales) destacables.
Y se toma más atribuciones de las que le corresponden, incluso se atreve a quitarle el café a su Jefe en nombre de la buena salud. Y me gusta mucho el café.
Aunque también tiene condiciones muy valorables, es horriblemente eficiente, tiene una voluntad a prueba de todo, podría haber enfrentado a Jerjes ella sola sin compañía de los otros 299, y posee una paciencia infinita. Además una vez que decide algo lo lleva a cabo aunque signifique obligar a trabajar a un jefe que no lo desea.
También es capaz de hacer que un idiota que finge ser un hombre capaz y sumamente inteligente que a su vez finge ser un idiota inútil, sea una mejor persona.
Puede preocuparse y cuidar de alguien a quien nadie ha cuidado nunca, y puede hacer que ese hombre se acostumbre a ser protegido por ella.
Cosiendo un botón, dando medicina, preparando cupcakes como pasteles de cumpleaños o con el más leve toque puede acelerar el corazón de un hombre duro que no tenía planeado enamorarse.
Ve lo que los demás no pueden ver, es intuitiva, valiente (hasta la temeridad), mandona, confiable. Sabe cuidar de los demás pero no de sí misma. Encima tiene un bolso que McGyver envidiaría y que ella cree es su escudo personal.
Pero lo más notable de esta mujer es que ha hecho que me enamoré total y completamente de ella.
Y luego me ha dejado.
A cualquiera que se atreva a contratarla, le estaré eternamente desagradecido y me encargaré de hacerle la vida miserable.
Porque ella no puede estar en otro lugar más que a mi lado, no sabré vivir sin ella.
Sin más, atentamente
Bastian Cavendish
El hombre de Leonora.
PD: no pienso darme por vencido contigo, nunca.
Aquel hombre era imposible, necesitaba verlo.
Lamentablemente fue más difícil de lo que esperaba porque Bastian Cavendish, había dejado la oficina y se había desvinculado de los negocios familiares. Temió que se hubiera ido al extranjero pero después de una exhaustiva investigación, logró localizarlo. Por lo visto pensaba iniciar su propia empresa y había alquilado unas oficinas, una vez que supo la dirección, fue hacia allí, ni siquiera se molestó en golpear la puerta, sólo entró
-¿Qué haces aquí, Leoncito? – preguntó Bastian acercándose a ella.
-¡¿Esto es una carta de referencias?! ¿Esto es una recomendación para qué me den trabajo? – preguntó sacudiendo el papel frente a él.
-Lo siento, no soy muy bueno con eso, tenía una secretaria que se encargaba de esas cosas, pero se fue…me dejó librado a mi suerte.- contestó mirándola fijamente.
-Ya deje de actuar como un inútil, ambos sabemos que no es verdad…
-¿Qué quieres Leonora? ¿Viniste sólo a regañarme? No es que me queje, extrañaba también eso, pero….
- Ya córtela.
-Fuiste tú quien vino, ¿por qué? ¿Por qué viniste, Leoncito?
-Vengo por mi puesto…-dijo ella mirándolo fijo .
-Aquí sólo hay un puesto disponible para ti, ser mi esposa, ¿lo quieres?
-Sí.- respondió escuetamente. Bastian con rapidez fue hasta ella y la besó. Y luego sonrió para después volver a besarla.
-Parece que soy mejor escribiendo cartas que diciéndolo personalmente.- dijo sin soltarla y con la mirada llena de calidez.
-¿Está tan feliz?- preguntó ella tratando de que la voz no le temblara.
-Sí, mucho. ¿Vas a tutearme alguna vez?
-Tal vez, Bastian, algún día – respondió ella y volvieron a besarse.