Perderse Contigo

EL PANTALÓN

HARPER

No estoy seguro de qué tienda son estas hamburguesas pero me encantaron.

La señora Melinda, quien ahora sé es abuela de Raziel, me muestra una sonrisa amable. No entiendo como puede ser amable conmigo después que mis amigos y yo hayamos causado problemas.

El chico, Jay, se levanta y tira la basura en un basurero pequeño metálico. —Iré a abrir.

La señora Melinda asiente y también se levanta de la mesa. —Yo ya terminé —mira a Raziel quien solo ha comido la mitad de su hamburguesa—. Coman tranquilos, ¿sí?

Ambos salen y yo me quedo a solas con Raziel. Nunca en la vida me hubiera imaginado que una persona como ella sea nieta de una mujer así. Son completamente opuestas. No es como si todos los nietos se tienen que parecer a sus abuelos pero ella debería ser un poco más amable.

Limpio mi mano con una servilleta. —Um... entonces...

Raziel suspira. — ¿Puedes no hablarme?

La ignoro y sigo: — ¿Siempre vienes aquí? — ¿significa que ella estará cerca por el resto del mes?

No hay ningún conflicto directo con Raziel pero bueno, yo soy parte de las personas que ella odia (odia a todos) y mis amigos le hacen bromas, yo me he reído de ellas. De ella.

Muerde la hamburguesa y me mira irritada. —Yo estoy donde se me da la gana estar.

Respiro profundamente. —Por supuesto.

Ella niega. — ¿Qué rayos estaban haciendo ustedes? ¿Por qué rompieron el espejo? —Recuesta su codo en la mesa—. Mi abuela no lo hará pero yo llamaré a la policía si es algún estúpido plan de tus amigos para arruinar su tienda, ¿bien?

Raziel no habla mucho en clase y ahora me doy cuenta que cuando lo hace, está llena de ira. —No era ningún plan, venimos a comprar ropa pero estábamos jugando y las cosas salieron mal.

—Le diré a mi abuela que jamás los deje entrar —afirma—. Ni a ti ni a tus idiotas amigos, sé quiénes son y sé sus nombres.

Elevo una ceja. — ¿Sabes algo? No entiendo como esa señora amable y decente está relacionada contigo, eres rara.

Raziel me mira a los ojos, creo que está intentando robarse mi alma. —Eres igual de idiota que los demás.

Golpeo el suelo con mi pie dos veces. —Mira Raziel, yo no te estoy insultando.

Bufa. — ¿Te ofendí? Ay, que lo siento.

Rasco mi cabeza. —Por eso no tienes amigos, eres una rara.

Ella sostiene su cabeza con sus dos manos recostando los codos sobre la mesa. —Oh no, estoy llorando por tu comentario, me has roto el corazón.

—Entonces, ¿Eres adoptada o algo así? —bromeo—. Te encontraron en el cementerio.

Junta sus cejas. —Ese comentario es tan bobo, ¿no tienes mejores insultos que esos?

—Los tengo —subo mi pierna y la cruzo colocando mi tobillo sobre mi rodilla—. ¿Quieres que los diga? ¿Podrás con eso?

Raziel sigue sonriendo sarcásticamente. — ¿Qué me dirás? ¿Qué soy una bruja? ¿Qué le vendí mi alma a alguien? ¿Qué me corto las muñecas? —rueda los ojos—. Los sé todos, no podrían importarme menos.

Trago saliva, ¿realmente no le importa? — ¿Has escuchado sobre que tu mamá está loca?

Ese fue un golpe bajo.

Pero Raziel levanta sus hombros y los baja. —Claro, ¿Pero sabes qué Harper? —ella sale de su asiento y camina acercándose, yo la miro con el ceño fruncido hasta que se coloca detrás de mí y coloca sus manos sobre mis hombros. Se inclina para susurrarme a mi oído—. Yo estoy más loca que mamá, suelo hacerles daño a personas como tú.

No sé si está bromeando. —Raziel, ¿Estas mentalmente bien?

Aprieta mis hombros con fuerza, ¡Rayos! ¿De dónde sacó tanta fuerza? —Nop, estoy mentalmente mal.

Me suelta y sale del lugar. Yo me llevo una mano a mi hombro derecho y lo masajeo, ¿Qué rayos le pasa a esa chica? Sí que es extraña.

Y ahora tengo que recoger todo esto.

 

—Este lugar sería más agradable si no reprodujeran esa música cursi todo el día —afirmo mientras doblo unos pantalones.

Me iré en una hora, la señora Melinda es muy amable, demasiado, considerando que fue nuestra culpa que su espejo se haya roto. Ella me dejará ir temprano antes que cierren para que no regrese a mi casa muy tarde.

Honestamente no me importa estar lejos de ahí. No tengo ganas de escuchar regaños y los mismos sermones de siempre, es muy aburrido y siempre termino con la energía drenada.

Raziel mastica una goma de mascar mientras está sentada a mi lado, vigilándome. —Te callas, solo has tu trabajo —está leyendo un libro que no puedo leer el titulo—. Además esta es mi música.

Dejo el pantalón en la caja. — ¿Qué? —esta canción es tan contraria a como ella se ve—. ¿Esta música te gusta?

—Claro —no levanta los ojos del libro—. Es el mejor tipo de música para hacer sacrificios.

Raziel cruza la pierna, su falda negra larga le llega hasta los tobillos pero puedo notar que sus calcetas son rosadas con puntos blancos. —Lindas calcetas.

Cambia de página. —Te las presto si quieres.

Ruedo los ojos. —Qué asco de música.

Raziel exhala con fuerza y cierra el libro. —Te dije que te calles —mira hacia el frente, una mujer con una niña pequeña entran y se acercan a preguntarle algo a la señora Melinda—. ¿Qué tipo de música te gusta a ti? Seguramente escuchas esa porquería sexista, ¿no?

No le confesaré la música que realmente me gusta. —No es sexista, ¿Qué tiene de malo llamar a una mujer guapa?

Bufa. —No creo que “guapa” sea el adjetivo que usen esos cantantes.

—Por cierto —retomo mi actividad con los pantalones y ella abre su libro—. Que ahora tenga que trabajar aquí de gratis no significa que puedes hablarme en la escuela.

—Lo mismo digo —responde inmediatamente.

Ahora la mujer se acerca a la ropa de niños. Veo como sostiene la mano de la pequeña niña, ella señala un vestido y su mamá sonríe ampliamente. Bueno, asumo que es su madre porque se parecen.




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