Perderse Contigo

EL MENSAJE

RAZIEL

Harper está escribiendo con la mano derecha.

Carter se levanta y estira sus brazos por encima de su cabeza. —Ah, estoy harto de la escuela —luego gira hacia mí—. Y estoy harto de estar rodeado de personas…

Dejo de escucharlo, la música evita que escuche sus insultos. Harper está viendo en dirección a Lucy, ella está sonriendo mientras escribe algo en su teléfono.

Yo me levanto y tomo mis cosas, evito el contacto visual con cualquiera de mis compañeros hasta que llego a mi siguiente clase. El proceso se repite una y otra vez, las personas me miran con tontas muecas de burla, yo opaco sus palabras con canciones.

A veces me pregunto si hay algo más en la vida que esto. No solo de la escuela, me refiero a todo. Los humanos, la mayoría, hacen las mismas rutinas una y otra vez. ¿Dónde está la emoción? ¿Tiene algún punto?

Todos los días me despierto sabiendo que las personas van a burlarse de mí, sabiendo que intentan humillarme y se reirán de mí. Todos los días me oculto de distintas formas, oculto mi cuerpo con ropa holgada, oculto mis emociones reales con agresividad. Incluso oculto a mis amigos para que nadie los moleste.

Philip está ahí, siempre está ahí y yo siempre lo noto pero él nunca gira para verme. ¿Cómo puedes querer a alguien un día y al siguiente actuar como si eso jamás ocurrió? ¿Por qué me dijo “para siempre” si solo iba a durar un corto tiempo?

En el baño mis ojos se llenan de lágrimas y me las seco rápidamente, con rabia. Ya me he repetido millones de veces que no debo llorar. Que estoy bien, que no me importa lo que digan sobre mí. Que no me duele nada.

Suspiro y tomo un pañuelo desechable que llevaba entre mis cosas. Leo lo que han escrito en la pared, alguien hizo un corazón y adentro está el nombre de Harper.

Recuerdo lo que me dijo de su hermano, se supone que no tengo que volver a mencionarlo a menos que estemos en la tienda durante la noche pero me pregunto si alguien más lo sabe.

Pensaba que Harper era un idiota predecible, uno de esos que son de poca confianza y forman parte del lado negativo de la sociedad. Ya no lo veo así. Harper no es un santo pero no es tan malo como parece.

Como quiere verse.

Cuando estamos en la misma clase no nos volteamos a ver. Realmente se siente como si la tienda fuera una dimensión paralela, una donde Harper deja de formar parte del grupo de personas que me insultan y se burlan de mí y yo soy una chica común.

Aquí, somos desconocidos.

O eso creía hasta que mi teléfono vibró y vi que era un mensaje de él.

“Raraziel, ¿Dónde estás? Tenemos clase ahora y no veo tu presencia oscura”

Junto mis cejas.

“¿RARAZIEL?

Harper responde inmediatamente:

“El auto corrector. Digamos.”

Ruedo los ojos pero mientras contesto, sonrío:

“Estoy planeando como vender tu alma a cambio de fama y fortuna”

Harper escribe:

JAJAJA QUE GRACIOSA, ¿HAS PENSADO EN SER COMEDIANTE? TU TRABAJO IDEAL.

Suelto aire por la nariz.

Iba a contestare cuando escucho que alguien entra al baño. Son varias chicas, hablan sobre algo que no me importa hasta que escucho:

“Philip”

Me acerco a la puerta para escuchar mejor. —No creo que estén saliendo enserio, sabes cómo es Lucy.

No tengo idea de quien está hablando, podría ser cualquiera de las amigas de Lucy, ella tiene tantas.

—Pero Philip tampoco se toma las citas en serio, ¿olvidas que en verano se besó con Jessy Jones?

—Lucy y él no tienen nada en común, ya verás que no duran.

—En el momento que Lucy encuentre un chico mejor que él lo dejará —afirma y suelta una risita—. ¿Recuerdas lo que dijo? Que ella obtiene lo que quiere, que nadie le dice que no.

— ¿Y sabes que me dijo George? —George es uno de los amigos de Philip—. Que a Phil le gustan los retos, ósea que si alguna vez quieres estar con él tienes que hacerte la inalcanzable.

Una tercera voz se escucha. —No quiero salir con él, Lucy me mataría.

—Lo sé —bufa una de ellas—. De todas formas hay mejores opciones, ¿no?

—Tengo que hacer pipí —expresa una de ellas, escucho como la puerta de al lado se abre, grita desde adentro—: Yo prefiero a los chicos rudos.

Ríen y yo miro hacia la pantalla, creo que acabo de encontrar la solución de nuestro problema.

Harper me vuelve a escribir:

“Estoy aburrido y me saldré de esta clase, ¿Dónde estás? Así no me tropiezo contigo como la vez anterior”

Ignoro su mensaje y escribo:

“Ya sé cómo podemos obtener lo que queremos”

Harper me contesta en pocos segundos:

“Ve a la azotea, trae algo de tomar mientras vas en camino”

Ruedo los ojos de nuevo.

 

Tuve que esperar como cinco minutos para que las chicas se fueran. Eventualmente salí de ahí y fui hasta la parte de arriba de la escuela, compre una lata de soda de uva en una máquina expendedora y giré varias veces asegurándome que ningún profesor estuviera cerca.

Abrí la puerta insegura si esto era una buena idea. Harper y yo no somos amigos, no nos hablamos en la escuela y si alguien nos ve sería raro. No es como si lo odio y no somos enemigos pero no se supone que nos llevemos bien.

Harper está en el borde de la azotea, recostado sobre el pequeño muro que le llega al pecho. Los rayos del sol hacen que entrecierre los ojos y cierro la puerta lentamente, me acerco haciendo sonar mis zapatos contra el suelo pero Harper no voltea.

— ¿Te vas a tirar? —pregunto colocándome a su lado.

Harper gira con una sonrisa en su rostro. —Solo si tú me acompañas.

Extiendo la lata hacia él. —Me debes dinero.

La toma y la destapa, la acerca a mi rostro. —Toma un poco, en caso la hayas envenenado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.