Perderse Contigo

EL CEMENTERIO

HARPER

— ¿El cementerio? —Raziel me mira confundida.

Escaparme con Raziel no fue tan difícil. Antes que ella llegara a la azotea me di cuenta que por la parte del frente, en la puerta de la entrada, el guardia no la cierra con ningún candado. Además solo hay uno por lo que él tiene que vigilar las dos entradas, dejando descuidada esa puerta.

Puede que eso sea irresponsable de su parte pero la escuela debería contratar a otro guardia.

Ambos sacamos nuestras cosas justo cuando todos se estaban moviendo fuera de los salones y logramos escapar sin que nadie se diera cuenta. Raziel se veía un poco nerviosa pero en ningún momento detuvo el plan, eso me agradó.

Mitchell y Carter se fueron de la escuela sin mí. Carter se excusó diciendo que intentaron buscarme pero no estaba en clase así que, como ya no querían pasar ni un segundo más en la escuela, solo me dejaron ahí. No me molesta realmente, es solo que a veces pareciera que ellos hacen planes que no me incluyen.

—Sí, el cementerio —elevo las comisuras de mis labios.

Raziel comienza a caminar por el césped donde no hay nadie bajo la tierra. El cementerio no es tan grande, tiene una parte donde solo es césped para las personas que han sido enterradas y otra donde hay varias juntas en un solo lugar, como si fuera una pequeña casa para todos los miembros de una familia que han fallecido.

A diferencia de las películas, este lugar no se ve tétrico y menos con este clima. El césped se ve muy verde, los árboles y flores te hacen olvidar donde estas. Al fondo del lugar veo un grupo de personas vestidas de negro, seguramente están a punto de tener un funeral.

— ¿Por qué venimos aquí? —me pregunta ella sin dejar de caminar.

Hago una mueca, no quiero decirle la verdadera razón así que respondo: — ¿No es aquí donde vienes a divertirte?

Chasquea su lengua. —Esas bromas están gastadas, ya es aburrido escuchar lo mismo una y otra vez.

Observo su ropa oscura, ella sin duda encaja aquí. —Tu mamá… digo, es por eso que te llaman así, ¿no? En parte.

Raziel me da una mirada. —Mi mamá no hace nada malo —baja la voz—. Las personas son unas idiotas, solo vieron un video en internet sacado de contexto y ahora dicen cosas de ella.

— ¿Y cuál es el contexto? —pregunto curioso.

Nunca me detuve a pensar si el video que estaba viendo fue editado o modificado de alguna manera. Solo lo vi, me reí y ya. Quizás no fue algo bueno pero Carter y Mitchell hablaban mucho sobre él y yo solo quería entender la broma.

No responde mi pregunta.

Raziel cruza en dirección a las tumbas, ella se detiene frente a las lapidas y hace una mueca cuando la primera que ve es de alguien que solo vivió quince años. —No me gustan los cementerios.

Giro mi cabeza en dirección al fondo del lugar. —A mí tampoco.

—Pero nos trajiste aquí —avanza a la siguiente—. Yo sé que ellos ya no están aquí pero… es raro, ¿no? Vivir y conocer a tantas personas para que un día tu nombre se vaya olvidando poco a poco.

Bajo la mirada, leo una lápida: “A nuestra amada madre, abuela y amiga”

Murió hace veinte años.

—Raziel —me coloco a su lado—. ¿Cuál es el contexto sobre el video de tu mamá?

Ella levanta las cejas y niega. —Creo que ese tema es para la tienda así que…

Rasco mi cuello mientras el viento retira el cabello de mi frente y el de ella, Raziel se lo arregla rápidamente. — ¿Me estas invitando a que nos veamos en la noche?

Arruga la nariz y baja la mano cuando termina de acomodarse el flequillo. —Claro que no, tengo que dormir, por tu culpa solo dormí como cuatro horas —se detiene en la siguiente—. Harper, ¿no es peligroso que te regreses a tu casa en esa hora? ¿Sales siempre de noche?

Probablemente es un poco peligroso pero después de la historia de mi vida, aprendí a adormecer el miedo. No afrontarlo, solo evadirlo y fingir que no lo siento. —No salgo todas las noches, además no vivo tan lejos de tu casa, son como cinco minutos.

—El baile de otoño —cambia de tema casualmente—. ¿Crees que para ese entonces ya estaremos con ellos? ¿Phil y Lucy?

Eso espero. —Pues depende de nosotros, tenemos que empezar a planear qué hacer.

Raziel se detiene en la siguiente tumba, niega cuando lee la lápida. —Mira esa —señala—. Esa mujer vivió cien años, ¿Te imaginas las historias que tenía para contar?

Mis ojos se mueven mientras leo: “Un siglo de felicidad brindado por nuestra amada Sarah Miltone”

Respiro profundo, el aire aquí se siente más limpio. —O las que nunca contó.

Raziel se sienta en cuclillas y suspira. — ¿Crees en la vida después de la muerte, Harper?

Me siento de la misma forma, cualquiera pensaría que nosotros somos sus nietos o bisnietos visitándola. —No lo sé —respondo—. No sé nada de eso, yo… solo quiero creer que algún día…

Me detengo.

¿Por qué me es tan fácil hablar con Raziel sobre estos temas que jamás he compartido con nadie? Puede ser que se deba a que Raziel es la primera persona que se ha dispuesto a preguntar y no me hace sentir de manera incorrecta por mis respuestas.

—Que algún día —continuo—, las cosas mejorarán. Que tal vez en esta vida no me fue tan bien pero en lo que sigue después sí.

Asiente sin verme, sus ojos siguen en Sarah Miltone. O mejor dicho, su nombre grabado en una piedra. —Yo también, cuando pienso en la famosa frase de “descansar en paz” creo que resume la realidad de todo —explica con un tono de voz muy bajo—. Como si estuvieran afirmando que después de todo esto vendrá la verdadera paz.

Toco el césped con mis dedos. —Raziel —lamo mis labios—, ¿Puedo llegar hoy a la tienda?

Ella no voltea a verme pero sus labios se curvan hacia arriba disimuladamente. —Si quieres.

Por una razón extraña, lo quiero. Quiero volver al que se está convirtiendo en nuestro lugar secreto, para hablar sin miedo. — ¿Te gustaría vivir un siglo? —pregunto mientras leo de nuevo la lápida.




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