Perderse Contigo

EL RECUERDO

HARPER

Abro los ojos cuando escucho el sonido de una motocicleta pasar.

Primero me toma unos segundos enfocar mis ojos y luego, todo me viene a la mente. Oh no, ¿De verdad me dormí aquí? ¿De verdad estoy en la cama con Raziel? Esto es tan…

Esto debería sentirse incorrecto pero me siento diferente. Por primera vez en mucho tiempo descansé sin problemas y no tuve pesadillas. Ni una sola.

Estoy volteado hacia el armario de Raziel, giro y ella sigue durmiendo. Está en la misma posición en que quedó cuando estábamos hablando. Lentamente voy recordando todo lo que nos dijimos. Mientras duerme me pregunto porque se siente fea, no lo es.

Es cierto, no es como Lucy pero eso no la convierte en fea. Es Raziel y ya.

Tomo su teléfono y compruebo la hora, son las cinco y media de la mañana. La música se sigue reproduciendo así que la detengo, ella aún tiene el auricular conectado.

Supongo que debería irme ahora, será menos incómodo para ambos. Sin embargo, no lo hago. Me acomodo de nuevo en la posición que estaba y como un acosador, observo su rostro tranquilo mientras duerme.

Mis ojos se mueven a sus brazos cubiertos por el sudadero. No sabía que ella se lastima de esa forma cuando se siente mal o triste. Tomo una de sus manos con cuidado y levanto lentamente la manga del sudadero para ver los arañazos que se hace.

Recuerdo lo mucho que a mí me ardía, no entiendo por qué ella se los hace a sí misma. Paso mis dedos por una de las líneas. Su piel es suave, no me sorprende que le quede tan marcado.

Entonces sin soltar su brazo, uso mi otra mano para busca otra canción. Raziel debería cambiar el patrón de su teléfono porque ya me lo sé de memoria. Busco entre su música y encuentro la canción que tengo en mente.

“Street Lighting” de The Summer Set.

Me aseguro que el volumen no esté tan alto. Me coloco el otro auricular y me recuesto en la almohada de nuevo, dejando el teléfono en medio y jugando con sus dedos delgados.

“Quiero estar donde tú estás, y no quiero estar solo”

Raziel no me gusta cómo me gusta Lucy. No la veo y quiero besarla o algo así, pero eso no significa que no sienta nada por ella.

Ahora mismo mientras la veo quiero quedarme aquí. Cuando estoy cerca de ella no puedo esperar a comenzar alguna plática porque parece que nunca se acaban los temas. Me gusta escuchar música o ver series y videos a su lado. Me gusta que me haya defendido cuando Beck me insultó.

Raziel es la persona que no tenía idea que podía encontrar. Siempre envidié a los personajes en la televisión que tenían un mejor amigo, alguien con quien divertirse pero que te apoyaban también en tus peores momentos.

Quizás es ella.

Así como existen las supuestas almas gemelas y las personas destinadas a estar juntas, tal vez eso aplica de la misma manera para las amistades. Tal vez estábamos destinados a que nos conociéramos de verdad. Que ambos descubriéramos que no éramos como pensábamos.

Que Raziel no es la chica de ropa oscura. Es la chica con una habitación llena de colores, que no se toma mis bromas muy enserio y que ama a su familia. Que no se ha burlado de mí por descubrir que mi hermano está en la cárcel o que no insultó a mi otro hermano por ser quien realmente es.

Y que tiene las manos suaves.

Ella comienza moverse y cierro los ojos soltando su mano.

Enseguida escucho un grito ahogado y me empuja el hombro con fuerza. Abro los ojos de nuevo y me sostengo de la cama. Ella me mira con el rostro lleno de confusión y luego se cubre la boca. —Rayos, olvidé que tu… pensé que fue un sueño y no… yo…

Sonrío de lado. — ¿Soñaste conmigo? Interesante.

Arruga la nariz y suspira. — ¿Por qué te quedaste?

Sigo sonriendo. — ¿Querías que me fuera? Yo creo que no, me estuviste abrazando toda la noche.

Sus mejillas se enrojecen rápidamente. — ¿Qué? No, no hay forma que yo…

Decido continuar con la broma. —Claro, hiciste muchas cosas extrañas —afirmo moviéndome cerca de Raziel—. Pero no me quejo.

Toma la vaca que está cerca de sus piernas y me la lanza en la cara. —Estás mintiendo.

—No, no estoy mintiendo —tomo la vaca y la coloco en mi regazo—. De verdad me abrazaste.

—No es cierto —responde—. Cuando mientes siempre levantas la comisura de tus labios, ya me di cuenta de ello.

Un mechón se salió de su coleta y su cabello está un poco desordenado pero no mucho. Supongo que Raziel es de las que no se dan miles de vueltas en la cama. No debería saber eso de ella pero ahora lo hago.

—Entonces, ¿Me traerás el desayuno a la cama? —pregunto recostándome de nuevo.

—Tienes que irte ahora mismo —me empuja hacia atrás—. Vete, rápido.

—No —entierro mi cara en la almohada—. Es muy temprano, no quiero irme.

— ¡Harper! —suena irritada—. Si te descubren me van a matar, rápido, fuera de aquí.

Con quejas, me levanto y salgo de su cama. Estiro mi camisa y paso los dedos por mi cabello. Esto se siente surreal pero divertido. —Que mal me tratas después de pasar la noche contigo.

Ella toma una almohada y me la lanza en el estómago, cae sobre su cama. —Vete.

— ¿Por dónde? —pregunto—. ¿Quieres que salga solo así? alguien puede verme, en realidad creo que pasaré a saludar a tus padres.

Rasca su cabeza y deshace la coleta. —Espera aquí —pide irritada.

Sale de la cama y abre la puerta de su habitación lentamente, se asoma para asegurarse que no hay nadie y me hace una seña para que la acompañe. Voy hasta allá y camino detrás. Raziel se asegura de no hacer ningún ruido, yo resisto la tonta tentación de decir algo en voz alta solo para fastidiarla.

La puerta está como la dejamos ayer, media abierta. Ella me empuja dentro y pasa conmigo al lado de la tienda, cerrándola detrás. El paquete de gusanos de goma sigue ahí, tal vez ya tiene hormigas.




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