Perderse Contigo

EL SILENCIO

RAZIEL

“¿Estas despierta? Si lo estas, ¿puedes venir aquí?”

Son casi las cuatro de la mañana. He dormido un poco y me despierto cada cierto tiempo. Esta vez, el mensaje de Harper me despertó.

Mis padres no están aquí, se han quedado a dormir en la habitación de mi tía Bea, quien salió este fin de semana de la ciudad. Tomo mi teléfono y leo su mensaje preguntándome si debería hacerlo, después de todo, mis padres están en la habitación de al lado.

Pero me estoy levantando y arreglando el cabello despeinado con las manos. Abro la puerta despacio, esperando que mis padres estén muy dormidos y no escuchen nada.

Camino hasta mi habitación y abro la puerta con cuidado. Está oscuro pero cuando Harper nota que estoy entrando, enciende mi lámpara de mariposas. Yo me apresuro a pasar y cierro la puerta con cuidado.

Harper camina hacia mí y yo lo miro con las cejas juntas. — ¿Estás bien?

Asiente —Solo he estado pensando en cosas y no he podido dormir nada —afirma—. Creo que tu papá llamará a mi hermano mañana, no sé cómo reaccionará.

Tomo su mano y lo llevo hasta el borde de la cama para que nos sentemos. —Tranquilo, saldrá bien y ahora que mis padres están involucrados te prometo que no te abandonarán, ellos son así —afirmo—. Cuando era niña me sobreprotegieron y bueno, después ya no. Fue raro pero, sé que están tomando en serio todo esto.

—Me agradan tus padres —susurra—. ¿Quieres saber que me agrada más de ellos? —Asiento—. Que te hicieron.

Arrugo mi nariz. —Eso no suena bien.

Harper rueda los ojos. —Tu malpiensas todo.

—No malpienso nada, solo suena mal —afirmo meciendo mis piernas—. Pero, en ese caso… a pesar que realmente me desagradan tus padres y me alegro que ya no puedan lastimarte, por ellos te tengo aquí y eso es lo mejor que pudieron hacer en su vida.

Lo único bueno que hicieron.

Harper se mueve más cerca de mí. —Tengo muchas cosas que decirte y he estado pensando en todo eso —dice con la voz baja y suena más ronca de lo normal—. Gracias por todo lo que has hecho por mí, Raziel. Tuviste tantas oportunidades de burlarte de mí, de humillarme o de solo… dejarme y no lo hiciste.

Yo también me acerco, solo quiero estar a su lado. —Tú tampoco lo hiciste —señalo—. Nadie sabe sobre mis brazos porque tú nunca lo has dicho y a veces pienso que puedo decirte cualquier cosa y jamás me juzgarás.

Él toma mi mano y la deja descansando en medio de nosotros. —Jamás lo haré.

Creo que si esta fuera una película de romance sería el momento justo para besarnos. Pero no lo es. Harper ahora mismo está pasando por algo muy complicado y lo único que necesita es que sea su amiga y nada más. Además, él sigue atraído por Lucy y eso está bien. Sé que él y yo no vamos a estar juntos de esa forma y me es suficiente tenerlo en mi vida.

— ¿Quieres escuchar música? —pregunto.

Harper me mira a los ojos por varios segundos. —Claro pero antes, quiero escucharte a ti.

Resoplo. — ¿A qué te refieres?

—Dime algo de ti —me pide—. Háblame de lo que quieras.

— ¿De lo que quiera? ¿Te he contado sobre todo lo que le tenía miedo cuando era niña? —pregunto.

Parpadea presionando sus ojos con fuerza, se nota que está cansado. —No, dímelo.

—Los fuegos artificiales me aterrorizaban, sentía que me iban a quemar —digo en voz baja—. No me gustaban las muñecas, los caballos, los rayos ni los globos cuando explotaban.

— ¿Y ahora? ¿Te siguen dando miedo? —Él se inclina un poco y siento su brazo contra el mío.

—Creo que ya no, a excepción de las muñecas. Estoy segura que esas cosas se mueven por las noches —bromeo.

Harper debe estar demasiado cansado porque estira su mano, toca mi mejilla y afirma: —Tú eres una muñeca.

Mi corazón se detiene y mi mente se ha quedado en blanco.

Trago saliva y respiro profundo. — ¿Una de esas que salen en las películas de miedo?

—No —su voz más grave, sus ojos enfocados en los míos, sus dedos acariciando mi mano. Este momento es surrealista y sé que lo recordaré por siempre, en especial por lo que dijo después—: De las muñecas más lindas.

No sé si está bromeando pero me ha hecho sentir tan bien. —Ah, bueno…

Bosteza e inclina su cabeza recostando su frente sobre mi hombro. —Por tu culpa escucho esas tontas canciones genéricas ahora —baja la voz—. Por tu culpa yo… —murmura algo pero no logro escucharlo.

Toco su brazo. —Creo que ahora sí tienes sueño, duerme.

Harper levanta su rostro y su cara está demasiado cerca de la mía, su respiración choca contra mi barbilla y mis labios. —No quiero dormir, te irás si lo hago.

—Necesitas descansar —afirmo a pesar que yo tampoco quiero apartarme de aquí.

De él.

Cierra los ojos y mueve su cabeza negando, vuelve a recostarse en mi hombro. —Nunca necesitaste cambiar para nadie, eres la mejor en todo este lugar y si alguien no puede ver eso, está mal.

Rayos.

Cada vez que él me dice estas cosas solo quiero confesarle mis sentimientos pero no puedo. Respiro profundo y cierro los ojos por dos segundos. —Tu tampoco, si yo fuera Lucy jamás…

Se vuelve a separar y me mira con los ojos a medio cerrar. — ¿Jamás, qué?

No puedo decirlo. —Nada.

Él toma mi rostro con sus dos manos y sonríe, cierra los ojos unos segundos y vuelve a abrirlos. —Si fuera Philip yo jamás, —se acerca a mi oreja y susurra—, jamás te hubiera dejado ir.

Harper está muy cansado y por eso dice estas cosas. Él no me quiere de esa forma, somos solo amigos y solo dice esto para hacerme sentir mejor. Harper quiere a Lucy, a él le gustan las chicas diferentes a mí. Él no está interesado en mí.

—Debo irme ahora —aviso, con el corazón acelerado.

Baja las manos y se recuesta en el colchón. —No te vayas —toma mi muñeca por sobre el sudadero—. Quédate conmigo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.