—¿Amor, qué estás viendo? —protestó Raquel, molesta, y es que sabe bien que Hades no la está viendo a ella, sino a esa mujer de hace rato.
—Nada, mi cielo —respondió Hades, regresando su vista hacia ella.
—¿Como que nada? ¿Crees que soy ciega? —dijo Raquel, más molesta, y es que sabe que Hades solo está mintiendo.
—No estoy viendo nada, mi cielo, solo que estoy apreciando cada centímetro de tu piel —miente Hades de nuevo.
Sabe que se ha dejado llevar de más, descuidando a Raquel por estar viendo a esa mujer, pero no puede evitarlo. Ha captado toda su atención.
—No seas mentiroso —agregó la rubia, cruzándose de brazos y poniendo puchero como si fuera una niña pequeña.
Hades mira a todos lados, notando cómo todos los ven con atención y otros sacan sus teléfonos, empezando a grabarlos. Pero su vista se mueve hacia el lugar donde está esa mujer, la cual lo está viendo sonriendo como si lo que le está pasando lo estuviera disfrutando.
Eso le molesta porque odia cuando una mujer se atreve a burlarse de él.
—Hades, ponme atención —habla Raquel, volviendo a anotar cómo Hades está viendo hacia otro lado en vez de verla a ella.
Ese llamado capta la atención de Hades. Volteando a ver a la rubia que está haciendo puchero con los labios. Eso le molesta, dándole ganas de dejarla aquí y salir corriendo. Pero sabe que no puede hacerlo y menos al ver cómo las personas los están grabando.
Así que fingió una sonrisa y se acercó a Raquel agarrándola del brazo.
—Suéltame —forcejeó Raquel, liberándose de su agarre.
Hades vuelve a ver a su alrededor, viendo cómo las personas comienzan a murmurar entre sí, mientras que otras sonríen ante la escena de celos que le está haciendo su prometida. Provocando ira y descontento en él por ese pésimo comportamiento de esa rubia. Respira hondo para no perder la paciencia e irse dejándola sola ahí.
Aunque la idea no le desagrada, así ella sentiría la humillación que él está sufriendo, pero sabe que si lo hace, quedará mal ante todos y sobre todo su padre lo reprenderá.
—Mi cielo, creo que es mejor que salgamos de aquí y vayamos a hablar a otro lado —menciona Hades con una voz calmada y una actitud serena.
—No iré a ningún lado —contesta Raquel aún con su actitud berrinchuda.
—Mi cielo, mira a tu alrededor, todos nos están grabando —agregó Hades. Raquel obedece y mira cómo las personas sostienen sus teléfonos hacia su dirección. —Es mejor no darles motivos para que hablen y menos con nuestra boda tan próxima.
Oír lo de la boda controla la ira de Raquel y es que su prometido tiene razón: es mejor no seguir haciendo una escena ya que no quiere arruinar su boda.
La rubia se acerca a Hades, pasando su mano por su brazo, caminando ambos, fingiendo una sonrisa mientras se acercan hacia las escaleras para salir de la piscina.
—No creas que esto se ha terminado —refunfuñó Raquel, simulando una sonrisa mientras continúa caminando.
Por otra parte, Kayla no se ha perdido ni un poco de esa escena de celos que le ha hecho la rubia falda de Raquel Olmos a ese desgraciado de Hades.
Sonríe satisfecha de saber que Hades no tiene una vida tan perfecta como se cree y eso se lo merece por todo lo que le hizo pasar.
—¡Oh! No creí que la prometida de mi jefe fuera tan celosa —agregó Hugo.
—Si tienes razón, es muy celosa. Creí que era más tranquila, como dicen en los medios; ya ves que es la boda del año de la que todos hablan —contestó Kayla de manera tranquila para evitar que Hugo pueda sospechar que él la estaba viendo porque está segura de que por eso fue la pelea.
—Sí, pero caras vemos, corazones no sabemos —dijo Hugo. —Además, estoy sorprendido de que mi jefe esté aquí en el mismo crucero que nosotros.
—También para mí fue una sorpresa verlo aquí; pensé que ellos se manejaban por otro círculo social.
—¿De qué hablas, mi vida? —la interroga Hugo al sentir su voz tan pesada.
—De nada en especial, amor. Solo que ya ves que en las revistas hablan de cómo ellos están en los mejores clubs, restaurantes y tienen viajes espectaculares de alta gama. —Así que no creí que se rebajarían tanto a viajar en un crucero —Kayla intenta buscar una excusa para persuadir a Hugo.
—Pues cuando estuve viendo el precio de los boletos del crucero, mire que también tienen camarotes y boletos VIP, así que creo que ellos están aquí por ese paquete —comentó Hugo, recordando todo lo que investigó sobre el crucero.
—No lo sabía, amor; en fin, no le tomemos importancia a eso. Mejor disfrutemos de todo lo que nos ofrece el crucero y, ¿qué crees? Tengo ganas de ir a surf de simulación. Vamos.
Kayla mira a su novio con una expresión llena de felicidad y es que así se siente realmente después de todo lo que ha visto.
—Claro, vamos —aceptó Hugo, poniéndose de pie, agarrando la mano de su novia y dirigiéndose hacia ese lugar.
Mientras tanto, Raquel ha entrado a la habitación completamente molesta, tirando todo lo que hay en la mesa.
—Tranquilízate, mi cielo. Todo lo que rompas nos lo van a cobrar —manifestó Hades al ver la rabieta que está haciendo esa rubia.
—¡Me importa un carajo! —vocea Raquel con enojo—. No pidas que me calmaré, ¡no después de ver cómo coqueteas con esa mujer en mi cara! —vociferó Raquel con demasiada rabia.
—¿Cuál mujer? —preguntó Hades, fingiendo que no sabe de lo que habla.
—No te hagas el tonto. Vi con mis propios ojos cómo mirabas con atención a esa mujer de cabello negro que estaba sentada al otro extremo.
—No puedo creer lo que dices —dijo Hades, fingiendo decepción—. ¿Crees que tengo tan mal gusto? —ella no responde mi pregunta. —No me fijaría en esa mujer que desde lejos se ve que no tiene clase y no está a mi altura.
—Pero yo vi cómo se miraban —volvió a protestar Raquel, un poco confundida al escuchar lo que Hades dice.
—Sí, la miré, lo admito, pero no es por lo que crees; yo la estaba viendo desde arriba, dejándole claro que nunca estaría a mi alcance.
—Si eso es cierto, ¿por qué me llevaste a la piscina? —cuestiona Raquel sus palabras.
—Si te llevé ahí fue para dejarles más que claro a todos que yo solo tengo una sola dueña. Que no sentirte como mi parte se paró al estar contigo en esa piscina. —Hades se acerca a Raquel de manera sensual hasta que logra agarrarla por la cintura, pegándola a su cuerpo. ¿Quieres saber qué me imaginé?
—Sí —responde Raquel con una voz entrecortada.
—Me imaginaba hacerte mía en ese lugar, escucharte gemir mi nombre mientras tenía tus tetas al aire y las chupaba, pasaba mi mano por este lindo trasero —con su mano libre, Hades presiona la mejilla izquierda de ese trasero. Mientras hundía mi erección en ese cálido centro que tienes.
Al terminar de hablar, Hades besa a Raquel con mucha fuerza; cierra los ojos porque se imagina que a la que está besando es a esa linda pelinegra…
Editado: 19.05.2025