Pérdida con el Ceo

Capituló 19 No esta

Hugo llegó a la cabina del capitán siendo escoltado por uno de los tripulantes. Ya que él le dijo que quería hablar con el capitán. El hombre, miembro de la tripulación, se negó a llevarlo, diciéndole que regresara a su habitación, que ahí estaría a salvo. Sin embargo, Hugo se negó a irse y el hombre no tuvo otra más que llevarlo.

La puerta de metal se abre y Hades ve cómo varias personas están en el interior controlando el crucero que está pasando por la terrible tormenta que está sobre ellos. Y se puede ver con bastante claridad la amplia visión que se tiene en la cabina.

—Capitán Hudson —habla el hombre de la tripulación.

—Sí —habla el hombre mayor de barba blanca y cabello del mismo tono.

Que está vistiendo de blanco; su uniforme tiene varios bordados en color dorado y usa una gorra que logra acentuar más su expresión seria llena de autoridad.

—Siento molestarlo, capitán, pero este hombre, miembro de los pasajeros, quiere hablar con usted —mencionó el hombre.

La vista del capitán se fija en Hugo. De una Marta pesada y con una mezcla de ira.

—Dígame qué necesita, señor… —Hace una pausa el capitán Hudson, esperando que él se presente.

—Mi nombre es Hugo Gonzales —se presenta Hugo, extendiendo su mano hacia el capitán. Que es correspondida por el hombre mayor. Dándose un firme apretón de manos.

—Un gusto, señor Gonzales —suelta su mano el capitán. —Pero dígame que lo trae por aquí en medio de esta terrible tormenta. Creí haber avisado de que todos permanecieran en sus habitaciones.

—Sí, me lo dijeron, pero necesitaba hablar con usted y saber si todo está en orden. —Si no estamos en peligro o si necesita ayuda —dijo Hugo de una manera amable y tranquila.

—Es muy considerado de su parte. Pero me temo que no hay nada en que pueda ayudarnos. La tormenta es terrible y no quiero poner en riesgo a ningún hombre —declaró el capitán señalando hacia el frente. Ambos miran dándose cuenta de lo terrible que es la tormenta. —Y no se preocupe, ahora estamos intentando alejarnos lo más que podamos de ella.

Escuchar eso hace sentir un poco mejor a Hugo. Aunque también un poco insatisfecho, ya que su madre siempre le ha inculcado ayudar a los demás. Sin embargo, entiende que sería peligroso si no sabe nada de la navegación.

—Bien entonces… —Está por despedirse cuando una alerta empieza a sonar en la cabina. Tomando a todos por sorpresa.

—¿Qué ocurre? —preguntó el capitán, viendo con atención a uno de los hombres que hay en el interior.

—Se encendió una de las alarmas de los botes salvavidas, capitán —contestó el hombre con rapidez.

—¡Oh! —exclamó el capitán con una serenidad inimaginable. Es como si él antes ya hubiera estado en este tipo de situaciones.

—¿Pero qué significa? —preguntó Hugo, preocupado.

—Que uno de los botes posiblemente ha caído al mar o tal vez, ante todo el movimiento, alguno de los centros de control fue dañado y esté mandando una falsa señal —le explicó el hombre usando palabras que fueran fáciles para su entendimiento. Hugo está por preguntar más, pero es interrumpido por el hombre mayor. —Y no se preocupe, puede regresar a su habitación. Todo está en orden; yo mandaré a uno de mis hombres a revisar que todo esté bien. —mencionó el capitán Hudson, dándole una palmada en el hombro y llevándolo hacia la salida.

—Gracias por todo, capitán, ha sido muy amable —añadió Hugo sonriendo falsamente.

—Ha sido un placer. Por favor, Nelson, acompaña al señor Gonzales a su habitación —dijo el capitán a uno de sus hombres.

—Sí, capitán —respondió Nelson ante la orden de su superior. —Por aquí, señor.

Ambos caminando por los pasillos que están en constante movimiento por los impactos de las olas. Y a Hugo se le ocurre una idea que no es bastante buena, pero la curiosidad es más grande.

—Nelson —llama al hombre por el nombre que ha usado el capitán.

—Sí.

—Puedo pedirle un favor —agregó Hugo de manera calmada.

—Claro que sí —contestó Nelson. Sin dejar de caminar.

—Podría llevarme al área de los botes salvavidas —dijo Hugo de manera tan directa.

Causando que Nelson interrumpiera su movimiento de golpe. Volteándolo a ver de manera preocupada a la vez que intenta mantener el equilibrio.

—No, me temo que no es buena idea —se niega Nelson.

—¿Por qué? —indaga Hugo, algo desanimado.

—Porque las enormes olas están impactando directamente de ese lado y sería muy arriesgado —le explica el hombre, intentando hacer cambiar de opinión.

—Si no me acompaña, me temo decirle que cuando regrese a mi habitación iré yo solo y creo que será peor si me llegara a pasar algo y sea usted el último que me vio y que el capitán lo dejó a cargo. —Hugo lo chantajea. Nelson no sabe qué decir ante eso. —Así que es mejor que me acompañe. Así puede estar al pendiente de todo y le prometo que no le diré nada al capitán.

Nelson lo ve con atención. No sabe qué hacer y es que, si se niega, sabe que él irá de todos modos y será mucho peor para él. Él cierra los ojos en señal de inconformidad al sentirse acorralado.

—Está bien, pero solo iremos a ver y que no sea más de cinco minutos —aceptó Nelson, pero con condiciones.

—Perfecto

Los dos se van directo hacia esa zona. Llegan a la puerta más cercana a ese lugar. Nelson con dificultad la abre, saliendo ambos a la enorme y feroz tormenta. Que moja todo a su paso.

Se agarran del barandal del barco para impedir caer. Mientras las olas los mojan y les resulta difícil el poder seguir.

Sin embargo, logran llegar hasta donde ambos ven cómo falta uno de los botes.

—Ve, el capitán dijo lo correcto. El bote cayó al agua, así que es mejor que nos vayamos —mencionó Nelson, sintiendo miedo al estar afuera con esa tormenta.

—Espera —dijo Hugo.

Acercándose hasta ese hueco. Se agarra con fuerza y ve hacia el mar que está moviéndose muy fuerte. Pero no logra ver más allá de la oscuridad.




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