Hades empieza a abrir los ojos. Su visión se torna un poco borrosa. Da unos cuantos parpadeos intentando aclarar su vista. Hasta que por fin lo logra.
Ve hacia el techo que es de color naranja, lo que le resulta bastante extraño. Comienza a sentir en sus extremidades un líquido. Acompañado de un movimiento extraño. Lo que lo asusta. Y levanta la parte superior de su cuerpo muy bruscamente.
Una oleada de dolor invade su cabeza. Causándole que de nuevo la vista se le torne opaca, lo que provoca que tenga que cerrar los ojos y bajar un poco la cabeza.
—¡Uy! —expresó Hades haciendo una mueca de dolor. Llevándose la mano hacia la cabeza.
—Hasta que por fin despiertas. Creí que te quedarías en ese estado para siempre. Rogaba porque así fuera. Aunque sé que no tengo tanta suerte para que eso pase —expresó Kayla con cierto malestar en su voz.
Hades levanta la vista. Voltea hacia donde proviene esa voz que le resulta tan familiar, encontrándose con Kayla sentada a un lado de la puerta sacando el agua con sus manos.
—¿Dónde estamos? —preguntó Hades haciendo muecas de dolor.
—¿Dónde crees? Que no ves a tu alrededor. Ves que estamos en el crucero —mencionó Kayla con mucho disgusto.
—Eso ya lo sé, Kayla, no estoy ciego —responde Hades, inconforme por esa contestación tan mala.
—Pues pareciera que sí lo estás —dijo Kayla, molesta. Sin detenerse, es que intenta sacar el agua.
—Ya, Kayla, deja de regañarme. Mejor cuéntame cómo es que terminamos en este bote en medio del mar —dijo Hades, y es que por la abertura de la puerta puede ver el enorme mar abierto.
—¿No recuerdas nada de anoche?
—Me temo que estaba algo ebrio como para recordarlo —agregó Hades.
—Eso no me extraña. A la vez que explica muchas cosas. Pero está bien, le contaré. Nos encontramos en uno de los costados del crucero y, debido a la tormenta, terminamos en este crucero en medio del puto mar —expresó Kayla señalando por la puerta.
—¿Y por qué no intentaste seguir el crucero? Tengo entendido que estos botes pueden navegar —declaró Hades con una voz firme.
—¡Lo hice! Pero el motor del bote no quiso encender —se defiende Kayla.
—A lo mejor no supiste cómo encenderlo. Porque no creo que sepas nada de barcos.
Oir esas palabras causan mucho disgusto en Kayla que fulmina a Hades con la mirada.
—Entonces inténtalo tú, sábelo todo, a ver si puedes hacerlo —manifestó Kayla, cruzándose de brazos.
A Hades no le agrada el tono de voz que está usando Kayla. Se pone de pie ignorando su dolor de cabeza. Camina por el interior del bote que aún tiene agua.
Llegando hasta la cabina donde rápido se sienta. Sigue cada una de las indicaciones para poder poner el motor en marcha. Sin embargo, este no prende. Vuelve a hacerlo y ese intento es en vano porque no logra nada.
—Maldición —expresó Hades, mol
—Te lo dije. No enciende —declaró Kayla, parada en la entrada, cruzada de brazos y sonriendo con cierta satisfacción.
—Sí, ya lo vi. —dijo Hades con ironía.
—¿Crees poder arreglarlo? —curioseo Kayla
—No lo sé, pero creo que tal vez el motor se averió —añadió Hades. Mirando el tablero donde indica cada parte del motor, se da cuenta de que la aguja que marca la gasolina está completamente vacía. —Ya sé por qué no enciende.
—Porque —indaga Kayla, esperando tener una explicación.
—No hay gasolina —contestó Hades.
—No puede ser. Dios, ¿por qué me castigas de esta manera? Que no fue suficiente con los años de la escuela —Kayla le grita al cielo.
—No seas exagerada.
—¡Cómo no serlo, mira con quién demonios estoy en este barco! —exclamó Kayla con voz fuerte.
—Pues tú tampoco eres un terrón de azúcar . Así que no creas que yo me encuentro tan encantado —declaró Hades con arrogancia.
—Bueno, entonces como ninguno se siente cómodo con la presencia del otro. Lo mejor es que te quedes de tu lado y no me hables, por favor. Prefiero hacer que no existes y será más fácil. Mientras nos rescatan —mencionó Kayla con rabia.
—Está bien, eso haré.
—Bien.
Fue la última palabra que salió de la boca de Kayla. Ella se dio media vuelta, girando en sus talones y alejándose de esa puerta. Caminando por el agua que aún inunda el interior. Hasta quedar de rodillas en la puerta, siguiendo con su labor.
Hades, por su parte, se queda sentado en ese sofá. Cerrando los ojos, intentando controlar el inmenso dolor de cabeza que tiene. Deja de salir un suspiro y vuelve a abrir los ojos, viendo el techo de color naranja.
Pensando en cómo puede salir de ese lugar. Pero no se le ocurre ni la más mínima idea. Espera que Raquel, por lo menos en este momento, ya esté haciendo algo para rescatarlo.
En el crucero, Raquel se estira en la cama, despertando poco a poco. Sintiéndose tan bien porque ha pasado una noche tan reconfortante sin los ronquidos de Hades.
Sin embargo, tiene que levantarse e ir a ver al capitán, esperando tener alguna noticia de su prometido. A pesar de recordar que puede estar presente Hugo, así que proyecta una amplia sonrisa en su rostro.
Se levanta de la cama dirigiéndose hacia su maleta, eligiendo uno de sus mejores y más sexys vestidos. Coloca la tela sobre la cama, quitándole las arrugas de la falda, viendo el exuberante vestido que se pondrá.
Se dirige gustosa hacia la puerta del baño. Abriendo la llave de la regadera y dándose una ducha. Se pone de pie frente al estén, quitando la humedad del espejo, viendo su reflejo en él.
Agarra una de sus cremas, colocándose un poco en la palma, frotándola por su rostro, oliendo su delicioso aroma, esperando que eso le ayude a captar la atención de Hugo. Continúa esparciendo la crema por su cuello, su pecho y todo su cuerpo.
Al terminar, se mete al cuarto, acercándose a la cama y poniéndose su mejor y más sexy ropa interior.
Después agarra el vestido y se lo pone primero por las piernas hasta llevarlo hasta su pecho y metiendo sus brazos por cada tirante.
Editado: 12.08.2025