Pérdida con el Ceo

Capituló 24 ¿Quieres un abrazo? Parte 2

—Quieres un abrazo —agregó Raquel.

Esa frase deja a Hugo sorprendido. Voltea a ver a la rubia que tiene al lado. Dándose cuenta de que tiene los brazos abiertos como si estuviera esperando que él le hiciera caso. Acompañado de una sonrisa. Que a él le parece bastante incómodo.

—Qué considerada, pero me temo que no —se niega Hugo de una manera amable. No quiere ser grosero y que esta mujer le haga una escena. Sabe que eso sería un problema.

—Porque sí ambos lo necesitamos. —Protesto, Raquel.

—Señorita Olmos, me temo que eso no se va a poder. —Hugo se niega a hacer lo que ella le está sugiriendo.

—¿Por qué? —preguntó Raquel, inconforme por esa respuesta y a la vez un poco molesta. Pero intenta ocultar su inconformidad para no quedar mal frente a él.

—Porque usted es una mujer comprometida con el señor Hades Lara, el dueño de la disquera LARA Récords, que es mi jefe, y no creo que sea bueno que a usted la vean abrazando a otro hombre que no sea su prometido. Todos empezarán a hablar y creo que eso no sería bueno para usted. Además de que yo tengo a mi novia. A la que respeto demasiado como para ir a consolarme con usted. Digo sin ofenderla —dijo Hugo usando las palabras más adecuadas.

—Sí lo entiendo, pero los que nos vean no pensarán nada malo, ya que todos en este crucero saben que tanto usted como yo perdimos a nuestras parejas; es obvio que nos unamos. Ambos estamos tristes, así que lo entenderán —sugiere Raquel, esperando poder convencer a Hugo. Y para ponerle más dramatismo, pone los ojos de borrego a medio morir con una expresión triste. Esperando que eso sea la chispa que haga que ese atractivo hombre caiga en sus garras.

Porque si lo hace cuando lo tenga en sus brazos, le dará un cálido beso en el cuello o, mejor aún, sentir sus definidos músculos. Pero lo que más quiere es sentirlo cerca.

—Perdón por lo que diré. Pero yo no la veo preocupada por su prometido, así que no creo que esté triste como para necesitar un abrazo de consuelo —añadió Hugo, dudoso de creer en sus palabras.

—Claro que lo estoy, solo que tal vez no se me nota —contestó Raquel sin saber qué decir exactamente.

—Bueno, pues diría que usted está llevando toda esta situación muy bien.

—¿A qué se refiere? —preguntó Raquel, cruzándose de brazos y poniendo una expresión de confusión.

—Que míreme. Yo no he podido dormir. Las ojeras me acompañan. No me he afeitado bien, no me he puesto mis mejores galas porque estoy preocupado por mi novia. Y usted… —Hugo la señala de pies a cabeza. Raquel baja la mirada contemplando su vestimenta.

—¿Y yo qué? —indagó Raquel con una seria.

—No quiero ofenderla, señorita Olmos. Pero usted no está preocupada por su prometido. Se nota que se encuentra bastante bien y su ropa impecable. Diría que fue escogida a la perfección para obtener, quizá, otros beneficios —mencionó Hugo con claridad y es que sabe bien qué es lo que trama esta mujer.

—Que soy una mujer que me gusta estar bien arreglada para cualquier ocasión. Uno nunca sabe cuándo saldrá algún paparazzi —se defiende la rubia, aunque en el interior no le ha gustado lo que ese hombre le está diciendo.

—Pues creo que cualquier periodista que la viera pensaría lo mismo que yo. —expresó Hugo. Raquel no sabe qué decir; se ha quedado sin palabras. Por su parte, Hugo se da cuenta de que ella intenta seguirle sacando plática, pero él ya está harto de los intentos de seducción de esta mujer. Además de que no está en humor para estar lidiando con ella. —Si me disculpa, señorita Olmos, me tengo que ir.

Hugo se marcha sin siquiera esperar a que esa mujer diga algo. Sabe que si se espera, ella seguirá diciendo cosas sin sentido o, peor aún, intentando conversarlo en lugar de darle un abrazo.

Sabe que si él se deja engañar por esa mujer, no faltarán las críticas hacia él. Y más porque él trabaja para el prometido de esa mujer. Sería su ruina total. Además de que nunca le haría eso a Kayla. Ella se merece todo su respeto y amor.

Aunque sabe que Raquel Olmos no lo dejará en paz. Es una mujer muy necia y caprichosa que piensa que puede obtener todo lo que desea. Pero no lo tendrá a él.

Sin embargo, le da un poco de pena con el señor Lara. Porque está pasando por esa tragedia y su prometida no muestra ni la más mínima preocupación. Todo lo contrario, pareciera que está disfrutando de lo ocurrido.

Hugo deja de preocuparse por cosas que no son de su incumbencia. Él, lo único que espera es que lleguen pronto a Jamaica para poder ir en busca de Kayla…

Raquel contempla cómo ese hombre de ojos lindos se va. Sin siquiera esperar a su respuesta. Se queda quieta ahí viendo cómo se aleja. Aunque sus palabras han quedado grabadas en su mente. Mira su ropa, dándose cuenta de lo que le ha dicho. Pero no le importa; lo que le agrada es saber que su vestimenta no pasó desapercibida. A pesar de lo que le ha dicho, ella sonríe maliciosa. Porque no dejará de insistir. Ella siempre obtiene lo que quiere.

Vuelve a ver hacia donde se fue Hugo, percatándose de que él ya no está. Se gira sobre sus talones caminando con calma. Mientras la brisa mueve su cabello…

Mientras tanto, Kayla y Hades siguen a la deriva. Pero durante horas ninguno de los dos ha dicho ni media palabra.

Kayla sigue aún sacando la poca agua que aún está en el interior del bote. Hades, por su parte, está acostado en uno de los asientos abriendo uno de los sobres de comida que encontró en una caja.

En el interior hay ocho barritas selladas con una envoltura de plástico. Comienza a comerse una por una. Depositando la basura en el piso del bote que por el agua empieza a flotar. Se pone de pie. Y es que las barras están algo secas, lo que le ha causado que le dé bastante sed. Camina hasta esa caja donde agarra una bolsa que tiene escrito “agua de emergencia”.

A él no le interesa lo que dice; solo abre la bolsa y se toma todo el líquido. Que este tiene un sabor bastante desagradable. Haciendo una mueca de desagrado. Aun así, deja caer la bolsa vacía de nuevo en el piso.




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