Pérdida con el Ceo

Capituló 27 ¿Segura que sabes hacerlo?

Kayla no puede creer la soberbia de este hombre. Es un completo sinvergüenza. No sabe si es verdad o si sus oídos han oído mal. ¿Será que Hades ya ha perdido completamente la razón? O será otro de sus planes para intentar seducirla. No tiene la respuesta a su pregunta. Lo único que entiende es que este mujeriego de mierda necesita que alguien lo ponga en su lugar. Y le baje esos humos de grandeza que tiene.

—Eres un loco. No creas que con esa artimaña tan baja lograrás convencerme. No soy como las mujeres que estás acostumbrado a tener, que no tienen cerebro, ni amor propio y caen a tus pies. Como si fueras la última coca del desierto —respondió Kayla caminando hacia la playa. —Y te lo advierto: si vuelves a intentar cualquier cosa, me veré obligada a amarrarte a una palmera para no correr peligro alguno contigo. ¿Entendiste?

Kayla usa un tono de voz más elevado. Quiere dejarle claro que no logra su cometido. Ella no es una de esas mujeres.

—Está bien —respondió Hades de mala gana.

Kayla se da la media vuelta. Sacando una cuerda de un compartimento del bote. La amarrará a una palmera más cercana para estar más segura de que el bote no se irá y es que será de ayuda si vienen en avión a buscarlos por su color tan llamativo.

Hades se ha puesto de pie. Llevando su mano hasta la mejilla que aún le arde. Incluso siento como si sus dientes le dolieran por el golpe que esa mujer le ha dado.

Pero también él se lo ha ganado. Porque, como demonios, se le ocurre decirle esas cosas. Se ha dado cuenta de que su mente está lenta. Desequilibrada, como si no funcionara bien. Y es que tiene razón, sabiendo quién es. Y teniendo presente cada una de las terribles cosas que le hizo, todavía sigue sintiendo cosas que no quiere. Y que le resulta completamente difícil de controlar.

Cierra los ojos por un leve segundo. Respira hondo dejando salir un poco de su frustración.

Al abrir los ojos, empieza a caminar hacia la orilla. Espera que no tarden tanto en rescatarlos. Sabe que, entre más tiempo pase, perderá cada vez más el control sobre su cuerpo. Porque por lo menos en el crucero tenía a Raquel para apaciguar sus impulsos carnales. Pero aquí es distinto; aquí no hay nadie más que Kayla. Y le resultará muy complicado. Aunque no tiene otra. Tendrá que quitarse esas ganas con las antiguas tácticas de la adolescencia.

Procurará mantenerse al margen, aunque sabe que eso será sumamente complicado.

Kayla camina por la playa sintiendo la calidez de la arena al tener contacto en sus pies. Aunque no se detiene, quiere alejarse lo más que pueda de ese hombre pervertido que sólo busca a toda costa llevarse su virtud si es que tuviera alguna.

Pero aun así eso no es motivo para acostarse con el hombre que la lastimó tanto.

En fin, al alejarse lo suficiente, se detiene a contemplar la belleza de la isla. Bueno, no diría tan diminuta porque a la vista sí tiene mucho espacio. Solo espera que no haya ninguna bestia que pueda lastimarla. Kayla deja de pensar en el lado negativo poniéndose más realista.

Busca madera con la que pueda hacer una fogata. Sabe por todo lo que su difunto abuelo le enseñó que, si estás perdido en el bosque, lo mejor que puedes hacer para ahuyentar a las bestias es hacer fuego. Además de que es un concepto básico de la supervivencia, también te ayudará a protegerte de los mosquitos que tienen miles de enfermedades que pueden matarte.

Al tener un puñado de madera. Empieza a andar de regreso hacia donde quedó el bote salvavidas. Mira un objeto extraño en la arena. Se agacha un poco, agarrándolo con la mano y sacándolo. Dándose cuenta de que es una botella de plástico vacía. Sonríe y es que me ha ocurrido la manera perfecta para encender el fuego. Además, espera que al encontrar esta botella pueda ser una señal de que no están muy lejos de alguna isla habitada.

Al llegar al área donde naufragaron. Su cuerpo y su mente están alertas, esperando no encontrarse con Hades.

Para su buena suerte, no lo ve por ningún lado. Espera que se haya ido lejos. Donde nunca más lo vuelva a ver, o quizá que un animal se lo coma. Pensar en esa idea le resulta bastante satisfactoria.

—¿Para qué quieres esa madera? —se escucha la voz del señor Hades a lo lejos.

Kayla voltea con mucha rapidez hacia donde ha provenido esa voz. Encontrándose con el cuerpo de Hades tirado sobre la arena. Bajo la sombra de una palmera. Kayla regresa la mirada poniendo los ojos en blanco y dejando salir un suspiro. Sabe muy bien que todo lo que desea que me pase a Hades sabe que nunca se hará realidad. Por más que le ruegue a Dios. Y eso que lo ha hecho por muchos años.

—Te hice una pregunta —vuelve a hablar Hades. Esperando por fin tener respuesta. Odia cuando las personas lo ignoran.

—¿Para qué crees que la necesito? —contestó Kayla con una respuesta.

—Mmm, déjame pensarlo… para escribir la palabra ayuda en la arena —mencionó Hades con tono burlesco.

—Ajá, qué chistoso. Pero no. La usaré para hacer fuego para pasar la noche, tonta —añadió Kayla. Dejando caer el puñado de madera sobre la arena y empezando a escarbar en la arena.

—¿Piensas dormir afuera? —hizo Hades otra pregunta.

—Claro. Dormiré en la arena —expresó Kayla.

—¿Dormirás sobre la arena? —dijo Hades sin poder creer lo que está escuchando.

—¿Qué tiene de malo dormir ahí?

—Mucho eso es cosa de pobres —protestó Hades. —Yo nunca he dormido en el piso.

—Ups, qué delicado salió el niño. A mí no me importa dónde duermas tú. Pero al rato que caiga la noche, entenderás lo que te digo. Y ya no hables más. No quiero perder tiempo valioso en explicarle las cosas a un idiota como tú. —Lo regañó Kayla.

Hades no vuelve a decir nada. Cambia su vista hacia el cielo azul que logra ver a través de las hojas de las palmeras. Cierra los ojos intentando calmarse un poco.

Kayla continúa con su labor de prender fuego. Al tener un hueco no muy hondo. Regresa al bote. Rompiendo uno de los asientos, sacando un poco de su relleno. Deja el relleno al lado de la madera y con la botella de plástico en la mano. Va hacia el mar, llenándola por completo de agua de mar.
Regresa con su botella. Acomoda el relleno sobre una hojarasca. Y sosteniendo la botella a una altura apropiada y justo donde vienen los rayos del sol. Y espera un momento. Sabe que esta táctica es de mucha paciencia.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.