—Estás segura de que sabes cómo hacerlo —habla Hades, intentando molestarla.
—Shh —declaró Kayla con un tono fuerte.
Para él escuchar cómo lo ha callado. Dejando estupefacto. Nunca antes nadie le había hecho eso. Aprieta la quijada, pero intenta controlarse lo más que puede; sabe que pelear con esta mujer sería una pérdida de tiempo.
No mueve su vista ni un momento. Se queda observando cada uno de sus movimientos. Sin embargo, él no ve que lo que ella está haciendo surta efecto para encender fuego.
—En serio sabes lo que hace…
No termina la frase cuando es interrumpido por Kayla.
—Shh —volviendo a responderle de la misma manera que hace un instante. Provocando que Hades pierda la paciencia.
—¡No me calles! —protestó Hades de malhumor.
—Silencio —volvió a añadir Kayla.
Hades se pone de pie, listo para ir a pelear contra esa castaña. Se detiene al ver cómo empieza a salir un ligero humo gris. Olvidando por completo su enojo. Y sin perder ningún detalle ve cómo el fuego surge. Del reflejo del sol.
Kayla deja la botella a un lado. Sonrie sintiéndose completamente satisfecha. Agarrando la madera que ha traído hace un instante.
Acomodándola con cuidado encima del fuego que arde con fuerza. Kayla se pone de pie, aún sonriente de poder haber logrado su objetivo. Levanta la vista, encontrándose con Hades, que tiene una expresión de impacto, como si nunca antes hubiera visto el fuego en su vida.
—Cierra la boca o se te meterá una mosca —expresó Kayla con un tono burlesco. Le resulta muy complicado no reírse al ver la cara de Hades.
Él, por su parte, al escuchar lo que ella le acaba de decir, reaccionó recobrando la compostura. Procurando regresar a la realidad, aunque me resulta bastante complicado de hacer, y es que nunca antes en su vida había visto a una persona hacer fuego con una cosa tan como esa.
—¿Quién te enseñó a hacer eso? —preguntó Hades, más tranquilo y procurando mantener la calma.
Para Kayla escuchar eso le sorprende mucho. Pensó que él todavía le estaría reclamando por haberlo callado. Aunque no me molesta responder su pregunta.
—Mi abuelo me enseñó —contenta Kayla con tranquilidad.
—¿En serio tu abuelo te enseñó a hacer eso? —Vuelve a indagar Hades con mucho asombro.
—Sí, porque lo dudas.
—No es que lo dude, simplemente que me resulta raro —dijo Hades sin poder explicarse bien.
—¿Raro? —preguntó Kayla con un tono más fuerte. Cruzándose de brazos. —Define qué es lo que quieres dar a entender con la palabra raro.
—Pues verás… mmm… cómo te lo explico —piensa Hades en las palabras correctas. —Diría que las chicas no hacen ese tipo de cosas que son tan primitivas.
—En primera, no son primitivas, son tácticas de supervivencia. Y en segundo, las chicas de tu entorno, mejor dicho, las de tu círculo social, solo saben peinarse su cabello falso. Y lleno de extensiones. Y cuidar su ropa cara, que es tan horrible. Y sus uñas falsas. Así que es obvio que no sabrían nada de esto —dijo Kayla con enojo. —Sin embargo, sí hay chicas que sabemos esto, o bueno, las que tenemos cerebro para ver más allá de nuestras narices sí lo hacemos.
—Bueno, como sea, yo no usaré ese fuego —recalcó Hades volviéndose a sentar en su lugar. Y es que lo que Kayla ha dicho no le ha agradado para nada.
—Está bien, te deseo suerte con los mosquitos.
Hades gira los ojos sin importarle lo que ella ha dicho. Empieza a relajarse de nuevo saboreando el calor de la playa.
Kayla ve cómo Hades sigue ahí tirado. No le toma importancia alguna. Va directo hacia el bote buscando algún cuchillo o algo de supervivencia. Para su buena suerte, a un lado de la caja de suministros se encuentra con un hacha. La toma entre sus manos y sale sonriente. Dirigiéndose hacia el interior de la jungla.
Durante horas se la pasó junto a algunas rocas acomodándolas cerca del fuego. Buscando más leña. Reuniendo hojas de palmera que corto con la hacha para poder usarlas para acostarse en la arena e impedir que se le pegue al cuerpo. Ya que es demasiado molesto tenerla.
Las horas han pasado volando intentando acomodar sus cosas. Hasta se le ha olvidado comer. Así que entra al bote tomando un poco de la comida. Que la verdad no sabe para nada bien. Sin embargo, mañana se podrá a buscar comida e intentar pescar; usará sus conocimientos dados por su abuelo.
Horas después, Hades se ha dormido ahí tirado. Despierta al sentir cómo su estómago empieza a rugir de hambre. Voltea hacia donde está Kayla, pero no la ve por ningún lado. Eso le alegra mucho.
Se pone de pie, yendo directo hacia el bote. Hurgando en la caja de suministros. Sacando un sobre de sopa con trozos de carne y verduras. Lee las instrucciones, viendo que solo debe de agregar agua y estará lista.
Sigue cada una de las indicaciones. Cuando tiene lista su comida, da el primer bocado usando una cuchara que viene incluida en la bolsa. El sabor no es el más rico del mundo, pero es suficiente para satisfacer su hambre.
Al terminar, deja la bolsa en el piso y continúa hurgando entre las cosas. Sacando algunas barras y un poco de agua.
Sale del bote. Encontrándose con Kayla. Que trae hojas de palma. No entiende para qué las quiere, aunque se da una idea vaga de lo que hará. Pero para él dormir en esas hojas no es una opción; sería caer tan bajo. No le importa lo que haga; solo espera que no lo regañe por tomar la comida.
Se queda ahí de pie esperando el regaño.
Kayla ve cuánta comida lleva. Sin embargo, no le toma ni la más mínima importancia. Solo lo ignora y continúa con lo que hace. Hades ve que lo ignora y eso le hace sentirse bien. Aunque ya estaba listo para pelear con ella.
Continúa caminando hasta llegar nuevamente al lugar donde estaba. Tirando todo su cuerpo de nuevo y abriendo la barrita y llevándosela a la boca. Mientras continúa disfrutando del clima.
Poco a poco la noche ha caído. Los mosquitos empiezan a molestar a Hades. Ha regresado al bote. Pero los mosquitos siguen molestándolo.
Editado: 16.07.2025