No muy conforme con su decisión, Hades ha salido. Sabe que no podrá dormir ni un poco con esos malditos mosquitos.
Al acercarse a Kayla, se queda en shock al encontrarse con ella que está llorando. Ver a esa mujer hecha una bolita con sus mejillas llenas de lágrimas. Le hace sentirse mal. Quizá esté llorando por todo lo que él le hizo.
—¿Estás bien, Kayla? —le pregunta Hades con una voz preocupada.
Kayla, al escuchar su voz, se estremece. Dando un salto. Volteándolo a ver, notando su expresión triste. Ella se da la vuelta sintiendo una enorme vergüenza al permitir que él viera ese estado tan vulnerable para ella.
Con el dorso de su mano se limpia las lágrimas que han bajado por sus mejillas.
—Sí estoy bien —miente Kayla.
—Pues no pareciera que estuvieras bien.
—No fue nada —dijo Kayla, fingiendo estar acomodando su cama de hojas.
—Cuéntame qué ocurre —indaga Hades con una amabilidad que él no se la cree.
Kayla volvió a verlo y notó cómo está preocupado por ella. No sabe si lo que él le ha dicho es verdad o es una ilusión.
—¿Ahora ya le haces hasta de terapeuta? —preguntó Kayla con un tono burlesco.
—No estoy jugando, Kayla. Lo digo en serio. —Aunque escuchar que se ha reído de él. No sabe por qué no le ha molestado; será que su curiosidad es más grande que saber qué es lo que la está afligiendo de esa manera.
—No es nada. Solo estaba pensando en mis padres y en cómo tomarán la noticia cuando se enteren de que su hija se ha perdido en el mar. ¿Y en cómo estará mi novio Hugo en estos momentos? —respondió Kayla. Esperando que él no se burle.
Hades se queda un momento en silencio, como si estuviera pensando en algo. Kayla está por llamar su atención cuando él se mueve, sentándose frente a ella. Quedando cerca del fuego.
—Conociendo a tus padres, sé que harán todo lo posible para encontrarte —habló Hades. Kayla se ha quedado sorprendida con esa respuesta tan amable. Cosa que es completamente imposible después de todos los abusos que le causó.
—Sé que lo harán. Pero mis padres no tienen el poder que poseen los tuyos. —Contestó Kayla con amabilidad, aunque por dentro esté dudosa si el Hades que está frente a ella es el mismo que conoció hace años.
Hades, al oír eso, sonríe de una manera muy extraña. Lo que Kayla no logra comprender es como si ella hubiera dicho algo que le causó risa.
—¿Dije algo malo? —curioseó Kayla, intentando saber qué es lo que ocurre.
—No. Simplemente que, por más que me duela admitirlo, sí tienes razón, mis padres tienen mucho poder. Pero sé que cuando se enteren de lo que me ocurrió. Fingirán ante las cámaras que les importa. Que están completamente dolidos por la tragedia. Pero sé muy bien que por dentro estarán maldiciéndome. Por ser tan idiota al permitir que el apellido Lara se vea manchado por una cosa así. Siendo yo un hombre inteligente que no debe de permitirse esas escenas —habló Hades con una honestidad que Kayla no creía posible.
—No creo que sean así tus padres. Por más desgraciado que sea su hijo, no creo que sean capaces de fingir que no se preocupan por ti —añadió Kayla sin creer en lo que él está diciendo.
—No te creas todo lo que ves en las revistas. Mis padres no son lo que dicen ser. A ellos solo les importan las apariencias y el poder —volvió a repetir Hades con una honestidad que le resulta difícil de entender para Kayla.
Kayla se queda callada. No sabe qué más decir o si creerle. Sabe que él usará cualquier artimaña para verse como un hombre desdichado. Hades, por su parte, ha sentido el silencio y las miradas extrañas por parte de su compañera. Poniéndose a pensar que tal vez no fue buena idea mencionar lo de sus padres. Pero se le ha salido sin querer. Y es que es un tema que nunca ha podido hablar con nadie. Hasta este momento. No sabe por qué se le ocurrió ser honesto. Así que decide cambiar de tema para que ella no pueda preguntar más.
—Es lindo que te preocupes por tu novio. Se nota que lo amas mucho —manifestó Hades.
—Claro que lo amo. Es un caballero excepcional en toda la extensión de la palabra —declaró Kayla con orgullo. —¿Tú no amas a tu novia? —preguntó tan directamente, tal y como él lo hizo.
—Aaah… —Se queda pensando en la respuesta. —Sí —suelta de golpe, darse cuenta de que lo ha pensado demasiado.
Kayla lo ve de arriba hacia abajo. Viendo cómo los dedos de sus manos se mueven. Él se da cuenta de eso y deja de hacer esos movimientos. Pasando su mano por su cabello. Intentando acomodar algunos mechones que se han vuelto rebeldes. Hades vuelve a pensar en cambiar de tema. No quiere hablar de los sentimientos que no posee por Raquel. Si ella le pregunta algo de eso, no sabría qué decirle.
—Tu abuelo era un hombre excepcional. Al enseñarle técnicas de supervivencia a su nieta —agregó Hades con calma. Procurando no verse tan evidente.
—Mi abuelo sigue vivo —contestó Kayla.
—Lo siento, pensé que ya se había muerto. Pero aún así, qué lindo de su parte por enseñarte esas cosas.
—Sí lo es. Mi abuelo me ayudó en esos momentos en los que sentía que no encontraba una salida. —Kayla hace una pausa para no perder la compostura al recordar todo lo que le hicieron. Hades mira cómo respira. Sabe que intenta controlarse. Ver esos movimientos le causa un nudo en la garganta y un malestar en el estómago saber que es el culpable de esas secuelas. —Además, fue lindo pasar tiempo con él. Me enseñó de todo lo que ahora sé.
—Ahora entiendo por qué cuando regresábamos de las vacaciones tú eras la única que siempre regresaba una semana después —agregó Hades comprendido un sinfín de cosas. Recordando como todos caían burla diciendo que ella no regresaba porque estaría comiendo sin parar.
—Odiaba regresar a la escuela. Recuerdo que al entrar todos me gritaban que la gorda no regresaba porque estaría tragando en su chiquero —menciona Kayla con tristeza. Al oír eso, Hades se siente aún peor. Porque él fue el que esparció ese rumor. Pensaba que ella no lo recordaría, pero sí. Él solo traga saliva, esperando que no se dé cuenta de su nerviosismo.
Editado: 16.07.2025