—¡No me toques! —vociferó Kayla con rabia. Al sentir cómo Hades la ha tocado.
El la suelta al ver su expresión llena de rabia y cómo unas cuantas lágrimas bajan por sus mejillas. Lo que lo hace sentir culpable. A la vez que los amargos momentos que le hizo pasar se manifiestan en su mente dándole un golpe imaginario que casi lo noquea.
Ella se da vuelta; sabe bien que su rostro no tiene el aspecto adecuado para estar viéndolo. Así que se apresura a ponerse la camisa de su pijama, cubriendo por completo su desnudez. Para no sentirse desprotegida.
Hades, por su parte, no encuentra las palabras correctas. Su lengua que ha quedado pegada a su paladar. Su actitud lo ha tomado por sorpresa. A la vez que sus lágrimas le han causado mucho remordimiento. Al punto de sentir un vacío en su estómago.
—Kayla, tenemos que hablar —dijo Hades con calma. A la vez con mucha dificultad.
—No hay nada de qué hablar —declaró ella. Girándolo para verlo de nuevo. Limpiando un poco las lágrimas. Pero aún siguen bajando.
Hades puede ver su rostro lleno de mucha rabia mezclada con una profunda tristeza. Sus ojos cristalinos por las lágrimas que no dudan en bajar por su rostro. A pesar de que ella las limpia, no dejan de caer. Sus labios hinchados. Como si estuviera conteniendo la respiración. Lo conmueve mucho; lo hace sentirse más culpable.
—Lo siento, Kayla —habla Hades con mucha tristeza.
—Creo que ya es tarde para eso, Hades. Lo hecho está —responde Kayla, bajando la vista sin mirarlo. Él no responde nada. —Dijiste que no volverías a lastimarme —menciona Kayla entre sollozos. —Creí en tu palabra, me conmoviste mucho, pensé que hablabas con la verdad. Que estabas arrepentido por todo lo que me hiciste. Pero ahora entiendo que solo eres un mentiroso. Que solo aprovecha los momentos más vulnerables de las personas para lastimarlas y obtener lo que quieres.
Esas palabras hieren a Hades. Es como si una daga clavara lo más profundo de su corazón.
—Lo siento si te hice algún daño. Creí que te estaba gustando. Es que tú no me rechazaste —contesta Hades con excusas. Además, es lo único que logra carburar su mente.
—Y como no lo hice, creíste que ya estaba accediendo a tus deseos. Tú mejor que nadie sabes que no tengo ni el más mínimo interés por ti. No te deseo —manifestó Kayla. Sintiéndose más defraudada por él.
—No me mientras, yo escuché los gemidos y cómo tu cuerpo se estremecía cuando te tocaba —protestó Hades, completamente dolido por las palabras que ella le acababa de decir.
—Ni siquiera pensaba en ti.
—¡Entonces en quién lo hacías! —voceó Hades explotando en rabia. No puede creer que ella estaba pensando en otro hombre en vez de en él.
—En mi novio Hugo, en quien más —contestó Kayla igual de molesta.
Hades, al oír esa respuesta, siente como un nudo aprieta su garganta. La boca de su estómago le duele. Sus entrañas se aprietan. Sus mejillas se calientan y a la vez como sus ojos se comienzan a llenar de lágrimas. Cierra los ojos para impedir que esas lágrimas no salgan. Se traga ese sentimiento y, con la mente nublada, se abalanza sobre Kayla.
La sujeta del brazo, pegándola contra su cuerpo. Mientras que él la rodea por la cintura. Para impedir que pueda escapar.
—¡Suéltame, Hades! —gritó Kayla. A la vez que forcejea con él y le da varios golpes en el pecho. Intentando librarse de él.
—Retráete de lo que dijiste. —La amenaza Hades.
—No lo haré —responde Kayla.
—¡Hazlo! —grita Hades. —Admite que todo lo que sentiste fue por mí y no por estar imaginando a otro perro. — continúa apretándola con fuerza.
—Me estás lastimando —añade Kayla. Al sentir cómo sus brazos presionan con más fuerza sus costillas, que están comprimiendo sus pulmones dejándola cada vez más sin aire.
Hades no deja de apretarla. Sintiendo cómo las costillas de ella crujen. Poco a poco ve cómo su expresión cambia, haciendo muecas de dolor. Kayla, en un acto desesperado al darse cuenta de que él no la soltará con su rodilla, le da un golpe en la entrepierna.
El dolor y ardor hacen que Hades la suelte. Y que cause rodillas al piso. Kayla, en un impulso de rabia y rencor, se acerca a él. Con la mano empuñada, dándole un fuerte golpe en la cara.
El cuerpo de Hades cae al piso.
—Ah, eso dolió —exclamó llevándose la mano a la cara que le arde como nunca. Mientras que con la otra aún sostiene su parte que está completamente adolorida.
—Qué bueno que te duela. Te lo mereces por idiota —declaró Kayla mientras lo ve desde una distancia segura. —Que te quede claro algo, Hades Lara. Yo nunca me fijaría en un hombre como tú. Que ante el primer enojo lo único que hace es estallar en ira. Sin importarle si lastima o no a su compañera. Tú nunca cambiarás. Y lo que pasó solo fue un desliz que no significa nada para mí.
Hades no dice nada más. Solo se queda tirado en el piso esperando a que el dolor se apacigüe. Aunque también las palabras de Kayla no la han lastimado. Sabe bien que tiene razón.
Kayla va hacia sus cosas, juntando un poco de agua en unas latas y la botella. Pasa por el lado del cuerpo de Hades que aún sigue en el piso. Está por adentrarse de nuevo en la jungla para regresar a la playa cuando se le ocurre algo. Botando por completo toda expresión y sentimiento que poseía.
—Hades —lo llama.
—Que —responde haciendo una mueca de dolor.
—Dime, ¿qué no eyaculaste dentro de mí? —preguntó Kayla con una voz temblorosa.
Hades, al escuchar esa pregunta, también se queda helado. Omitiendo el dolor que lo invadía. Mirando directamente hacia el cielo. Pensando en lo que ella le dijo. Kayla espera impaciente una respuesta, pero él ni siquiera se inmuta. Deja sus latas con agua en un lugar seguro y se acerca a él, que aún sigue en el piso. Ambas miradas se encuentran por un momento. Kayla no logra definir ninguna expresión, lo que la deja desconcertada.
—¡Respóndeme! —voceó Kayla, impaciente.
Editado: 23.07.2025