Kayla camina sin detenerse, sin importarle que algunas ramas rocen sus mejillas. Cortando la piel de las zonas descubiertas por la tela de su pijama. Sin ver qué rumbo toman sus piernas, solo caminan sin detenerse. Su mirada está fija hacia adelante, pero su mente está clavada a los acontecimientos ocurridos hace un momento.
Por más vueltas que le da, no logra comprender cómo es que no lo detuvo. De qué manera permitió que su verdugo llegara a ese extremo de hacerla suya. Se había jurado que no lo dejaría. Y cayó como todas esas estúpidas que pasan por la cama de Hades. Ahora es una más en esta estúpida lista.
Lo que más le duele es que sí pensaba en Hugo. Cómo fue tan tonta en creer que él sería Hugo. Aunque le duele mucho admitir que en algunos momentos sí disfrutaba de las caricias de Hades.
Se detiene un momento, pensando en lo que acaba de aceptar. Sintiendo como un dolor insoportable invade su corazón. Las lágrimas llenan de nuevo sus ojos. Sin poder contenerlas, empieza a llorar. Continúa caminando hasta que sus pies tocan la cálida arena de la playa, pero se da cuenta de que ha salido hacia otro lado.
Deja sus botes con agua en el suelo. Se sienta llevando sus piernas hasta su pecho. Hundiendo su cabeza en medio de ellas. Dejando salir cada una de sus emociones.
Después de un momento, siente que ya no tiene más lágrimas que derramar. Levanta la cabeza, viendo hacia enfrente. Percatándose de la linda vista, pero eso no la consuela. Y de nuevo siente mucho asco de sí misma. Aún siente los agasajos de Hades sobre su piel. Se pone de pie caminando hacia la orilla.
Se quita la ropa quedando nada más que con sus calzoncillos y su sostén. No será tan tonta para volver a desnudarse de nuevo. Camina hacia el agua salada del mar. Frotando el agua por todo su cuerpo, intentando borrar cada una de las asquerosas marcas de Hades que tan solo pensar en eso le causa mucha repulsión. Con la mano húmeda la frota por su boca, intentando que la sal se lleve todo fluido de su cuerpo.
Kayla no sabe si creerle o no a Hades si se vino en su interior. Pero espera que las sales marinas maten cualquier bicho que haya quedado por ahí. Aunque estará atenta por si le sale cualquier fluido. Porque es verdad lo que dijo él. La eyaculación no se queda en el interior; en algún momento tiene que salir. Pero, ¿qué hará si llega a salir algo…?
Tan solo razonar en eso. Las tripas le crujen de rabia e impotencia. Estando más defraudada de sí misma.
—Soy una idiota —murmuró Kayla. —¡Ah! —grito lleno de impotencia.
Sin que Kayla se diera cuenta, Hades la siguió de cerca. Esperando poder hablar con ella. Para intentar que no se sintiera mal. Sin embargo, después de verla, como se frota el agua sobre su piel, intentando borrar todo. Le causa inquietud. Se da cuenta de que ha sido un infeliz, un poco hombre, al aprovecharse de ella. Sabiendo perfectamente que ella no corresponde a sus deseos.
Él le habría jurado que no la lastimaría y a los cinco minutos le ha hecho lo peor del mundo. Prácticamente abusó de ella. Pensar en eso lo desconsuela aún más. Sabe que ella nunca lo perdonará por esto. Todo el progreso que había logrado lo mandó por el caño.
Él quería arreglar todo el mal que le hizo y, en vez de eso, ha terminado hiriéndola aún más. Ahora entiende que todo lo que dicen de él es verdad. Solo es un infeliz, mujeriego que no sirve para nada más que para arruinar a las personas.
Será mejor que se mantenga alejado de ella. Y no decirle nada. Es lo mejor, así nadie sufrirá más. Al cabo tal vez no pase nada.
Se da media vuelta y se va caminando entre la vegetación para regresar hacia el bote.
Después de unas horas, Kayla regresa hacia donde está su asentamiento. Estando un poco más tranquila, aunque no se siente nada bien. Ve en todas direcciones esperando no encontrarse con Hades. Para su suerte, no lo ve.
Se acerca hacia donde está el fuego. Dejando las latas con agua cerca para que se elimine cualquier bacteria. Ve los frutos que dejó y se acerca al bote buscando algo para poder comérselos. Al entrar se queda helada al ver el cuerpo de Hades tirado sobre los asientos. Él voltea a verla, pero esa conexión se rompe tan rápido. Se pone de pie, acercándose a ella. Kayla retrocede un par de pasos. Pegando su espalda en la pared del bote. Volteando hacia otro lado para no mirarlo.
Hades se da cuenta de esas miradas, del enorme rechazo que emana su cuerpo. Sabe bien que se lo merece.
—Solo quiero decirte que no temas y estoy muy arrepentido por lo que te hice. No debí aprovecharme de ti. Y si no me perdonas, lo entiendo; me lo merezco. Pero de todas maneras te pido perdón. Y no te sientas culpable, no tienes por qué. Yo soy el culpable de ese desliz. No te preocupes por mí. No te molestaré más y te dejaré tranquila. Si llegamos a salir de aquí, puedes acusarme de violación. No pelearé para nada. Sé que lo hice. Y merezco estar en una prisión por ser un violador de mierda…
Hades no espera a que ella le conteste y sale del bote caminando sin rumbo por la playa.
Kayla cierra los ojos, dejando salir de nuevo una lágrima por su mejilla. Escucha cómo los pasos se alejan al punto en el que ya no puede verlos más. Se asoma por la puerta, viendo un punto caminar alejándose de ahí. Ella no entiende por qué, pero sus palabras la han dejado un tanto triste y con un sentimiento de culpa que no logra comprender.
No entiende cómo es que él le leyó la mente. Pero no puede hacer nada porque no irá detrás de él y fingir que no pasó nada. Cuando ahora ha arruinado más su vida. Es mejor que todo se quede así. Él por un lado y ella por otro.
Kayla se tranquiliza y toma el cuchillo sobre la caja de suministros. Saliendo del bote, buscando sus frutos, cortando uno de ellos. Llevándose el trozo a la boca.
Pero ella no siente el sabor dulce, sino todo lo contrario: es tan amargo como un limón. No le resulta agradable y no después de lo que hizo.
Editado: 12.08.2025