Pérdida con el Ceo

Capítulo 50 Fortaleza

Hades no puede creer lo que sus ojos están viendo. La poca felicidad que había tenido hace unos instantes es reemplazada de inmediato por una ira acompañada de tristeza, rencor y un vacío enorme en su corazón.

Los gritos de auxilio invaden la mente de Hades al recordar al niño en su interior que no pudo salvar. Traga saliva y es que siente todavía ese dolor que sintió en su parte trasera; vuelve a aparecer. Recordar los gemidos de placer que ese hombre hacía mientras que él gritaba y le rogaba para que parara. Le decía que le lastimaba, pero él no me hacía caso. Percibiendo de nuevo unas enormes ganas de llorar, pero se contiene de no hacerlo.

Entretanto, Dominic, al ver a Hades, un brillo iluminó su mirada. Una alegria acompañada de una ligera sonrisa en su rostro que rápido es esfumada al ver a sus hombres así eue vuelve adoptar su actitud seria y amargada. Pero en su interior se muere de felicidad. Se aproxima a ellos caminando de su manera típica, estilo militar. Sus hombres lo siguen; él se da cuenta y se detiene.

—Quédense aquí, yo iré a hablar con ellos —ordenó el señor Benavides. Sus hombres obedecen sus decretos.

El continúa caminando estando mucho más seguro de que nadie pueda oír lo que Hades diga aunque está seguro que no dirá nada al lado de esa mujer que está ahí.

Kayla ve a ese hombre con traje militar que se aproxima a paso firme. Desde la distancia donde se encuentra, puede ver su semblante serio y su caminar rígido típico de todo militar. Al venirse a la cabeza esa palabra, voltea repentinamente hacia donde se encuentra Hades.

Notando su rostro inexpresivo, sus labios en una línea casi recta, sus ojos fijos en ese hombre que se aproxima. A su corta distancia de él, puede ver cómo se llenan ligeramente sus ojos de agua. Entendiendo perfectamente bien lo que ocurre.

—Hades —lo llamó. Pero antes de que pudiera decirle algo más, ve cómo él sale corriendo a toda velocidad. —¡Hades! —grito Kayla al ver cómo Hades se aleja.

—¿Qué ocurrió? ¿Por qué se fue? —se oyó una voz varonil y ronca. Kayla se gira, viendo a ese hombre con arrugas parado a un metro de distancia de ella.

—Creo que usted sabe muy bien por qué —respondió Kayla con enojo al saber lo que ese depravado le hizo al pobre de Hades cuando era tan solo un niño.

El sargento Benavides ensombrece más su mirada y traga saliva ante la contestación de esa mujer. No entiende por qué le ha dicho eso o a qué se debe.

No cree que Hades me haya contado nada. No sería tan idiota para hacerlo y no después de tantos años. Él no es de esos hombres que quiere que su reputación sea manchada. Así que no le hace caso.

—Iré a hablar con él —comentó Dominic.

—Ni se le ocurra, yo iré —añadió Kayla con enojo. Y sin dejar que ese hombre diga algo, corre detrás de las pisadas que ha dejado Hades a su paso.

Hades no se detiene, solo siente como si alguien estuviera a punto de agarrarlo y acelera aún más su paso. Sintiendo un enorme vacío en su pecho, su respiración y latidos acelerados. Teniendo su vista borrosa y opaca por las lágrimas que han invadido toda su zona ocular.

Sigue sin detenerse, hasta que siente como sus piernas pierden fuerza y como sus pies empiezan a doler por correr por un sendero lleno de piedras. Se detiene flexionando su cuerpo hacia adelante, colocando sus codos en sus rodillas, respirando profundo, intentando controlar su acelerada respiración.

Después de unos minutos, por fin ha logrado controlarse; poco a poco se endereza hasta quedar viendo la laguna, donde el recuerdo lo invade, haciendo memoria cuando besó a Kayla y la hizo suya. Sonriendo ligeramente, olvidando por un momento lo que le acaba de pasar.

—Hades —oye esa voz de una diosa que lo tranquiliza. Cierra los ojos escuchando cómo sus latidos cesan y cómo su respiración se apacigua. —Hades —vuelve a oír esa dulce melodía. Sin embargo, esta vez es distinto; percibe cómo alguien pone su mano en su hombro, lo que lo trae a la realidad, abriendo los ojos y mirando por encima de su hombro. Encontrándose con los ojos cafés de esa hermosa castaña. —¿Te encuentras bien?

Al escuchar esa pregunta, Hades recuerda lo que le acaba de pasar y esa sensación de felicidad nuevamente es opacada. Y esa nefasta sensación invade su cuerpo, entristeciendo su alma y su corazón.

—Creo que no necesito contestarte para que sepas lo que pasa —mencionó Hades con cierta tristeza.

—Sí lo sé, pero no le demuestres tu miedo a ese infeliz —añadió Kayla dándole motivación.

—¿Y cómo hago eso? Tú mejor que nadie sabes bien qué fue lo que me hizo —declaró con rabia resentida, alejándose de ella. —A menos que quieras que vaya a saludarlo y a tomar una taza de té con él. —mencionó con ironía.

—En primera, no hay té en este lugar. En segundo, no uses ese tono conmigo porque al que deberías reclamarle es a él. —Se defendió Kayla. —Sé que es difícil de afrontar por lo que pasaste. Pero ya eres un adulto y él no te lastimará.

Hades mueve la cabeza, negando todo lo que ella me está diciendo.

—Vete, Kayla, sal de este lugar porque yo no me iré y menos en el mismo barco que ese pedófilo de mierda —declaró Hades sin siquiera voltear a ver a Kayla.

—No digas tonterías. Tú no te quedarás aquí. —dijo Kayla intentando convencerlo. Pero ve que sus palabras no surten ningún efecto. —Sabes que morirás si te quedas.

—No me importa —contestó Hades.

Kayla se queda mirándolo con esa expresión seria y con esa mirada ida. Piensa muy bien en cómo convencerlo. Sabe perfectamente que no puede dejarlo aquí. No quiso decirlo en voz alta, pero él no sabe hacer nada y morirá en menos de una semana. Y no quiere cargar ningún muerto en su conciencia. Le piensa hasta que recuerda algo. Una maniobra de manipulación que su psicóloga usó con ella.

Así que respira hondo. No está muy segura de lo que hará; sin embargo, es la única manera de hacerlo cambiar de opinión. Se acerca a él hasta que lo tiene a unos pocos centímetros. Estira su mano hasta que sus dedos tocan la de él.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.