Se pone de pie Hades, caminando hacia donde está Kayla, que aún se encuentra en el piso. Que se ha quedado quieta contemplando la golpiza que le ha dado al sargento. Sintiéndose feliz de que Hades la haya defendido. Él estira su mano para ayudarla a ponerse de pie. Kayla la toma.
—¿Estás bien? —preguntó Hades con un tono preocupado.
—Sí —respondió Kayla con una voz suave. —Gracias por defenderme.
—No iba a permitir que te pasara algo. —dijo Hades con una voz superprotectora.
Hades pone su mano en su rostro, apartando unos mechones que han caído en su rostro. Y limpiando un poco de arena que se ha pegado a su piel. Kayla puede sentir ese cálido tacto y ese tierno movimiento. Y esa mirada compasiva que no deja de verla. Lo que le hace sentir algo extraño en su estómago. Baja la mirada, posando su atención en sus nudillos que están destruidos.
—¡Tus manos! —exclamó Kayla asustada de ver sangre.
—Estoy bien —respondió Hades.
Kayla no le hace caso. Corta un pedazo de tela de su pijama y comienza a envolver una de sus manos con mucho cuidado. Esa sangre completamente roja como el carmín impregna la tela. Pero aquí no tiene nada para limpiarla y el agua de mar es muy mala para más heridas. Además de que tiene muchas bacterias que pudieran ser perjudiciales. Y esto es lo único que servirá por el momento.
Dominic sigue aún tirado en la arena. Sintiendo cómo su rostro le duele y cómo un líquido caliente baja por su cuello y sus oídos. Percibe un sabor metálico en su boca. Se sienta en la arena y escupe la saliva que llena su boca. Viendo cómo la arena amarilla se torna de un rojo intenso. Lleva su mano hacia su rostro, sintiendo un poco de dolor y algo de humedad. Parta su mano y vea cómo ese mismo color mancha su mano. Comprende que se ha de ver bastante mal. Lo que de cierta manera lo enfurece, a la vez que le da cierto regocijo, volviéndose Hades un deseo más intenso.
Se pone de pie con cierta dificultad. Viendo cómo esa pareja de jóvenes está tan sumida en sus miradas. Que, aunque le duela admitirlo, esa mujer se ve mucho mejor al lado de Hades que la rubia tonta que tiene como prometida. Sin embargo, también esa escena será perfecta para una portada de una novela o una película de amor.
Aleja esos pensamientos de su mente. Sabe que su plan ha salido mejor de lo que esperaba. Aunque no contaba con la golpiza, sin embargo, sentir a Hades arriba de él lo ha dejado encantado. Deseoso de tenerlo así en su cama. Y no desaprovechará la propuesta que él le ha dado. Se aclara la garganta, llamando la atención de ambos amantes juveniles.
Hades se da la vuelta agarrando la mano de Kayla con un apretón con más fuerza que le causa dolor a Kayla; sin embargo, no le importa; ella también lo sostiene con esa misma intensidad.
—Espero que te haya quedado claro que si vuelves a tocarla, no me detendré hasta matarte —recalcó con fiereza. —Y que no me iré si no es con ella a mi lado.
Kayla se queda en shock al oír lo que Hades acaba de decir. Voltea a ver a Hades, que no aparta la vista de ese anciano con la cara desfigurada e hinchada por los golpes que le ha dado. Que si ya era feo, ahora se ha vuelto el doble.
Desde esa distancia ella puede sentir la atmósfera pesada cargada de energías negativas. Aunque también puede darse cuenta de cómo ese anciano la ve a ella con una mirada que, si fuera un arma, ya estaría tirada en el piso agonizando. Entiende que ahora se ha echado un enemigo a la espalda. Pero no le importa, no permitirá que ese pedófilo gane. No después de todo el mal que les ha hecho a tantos niños.
—Está bien, señor Lara. La dama puede venir con nosotros —aceptó el hombre sin siquiera rechistar. —Los esperaré en el bote.
Se fue limpiando la arena de su uniforme.
Sin siquiera verlos. Kayla y Hades se han quedado impactados, pero deciden no darle tanta importancia a ese tipo.
—Tienes algo que quieras ir a recoger —preguntó Hades con calma.
—No, solo hay que ir a apagar el fuego; no quiero que vaya a haber una catástrofe —explicó Kayla. Hades asintió y ambos caminaron hacia el campamento improvisado que tenían. Apagando el fuego y dejando todo atrás, se fueron rumbo al bote que los espera. Con cada paso que dan, sus pies se hunden en la arena.
Ambos permanecen en silencio. Kayla solo escucha los pasos y cómo sus respiraciones se oyen. Inclusión podría decirse que hasta los latidos de su corazón puede llegar a escuchar.
—Te puedo pedir un favor —habló Hades después de unos minutos en total silencio.
—Claro que sí —aceptó, feliz de por fin terminar con ese silencio que ya estaba haciendo muy molesto para ella.
—Cuando subamos a ese barco, ¿te podrías quedar a dormir conmigo? —preguntó un tengo temeroso, como si dudara en decirle. Pero prefiere humillarse ante ella que esperar a que ese hombre vaya a mitad de la noche buscándolo y se quede helado sin poder saber qué decirle.
—Pero…
—No te haré nada, lo prometo. Solo quiero que esté conmigo por si ese hombre intenta venir en la noche y hacerme algo. Porque la verdad no sé si tenga la fuerza de voluntad para poder enfrentarlo.
—Este… yo.
Editado: 21.08.2025