Kayla se ha quedado en shock, sin saber qué decir. Con su rostro inexpresivo. A su mente llega tan rápido el recuerdo de esa vez que estuvo con él que de nuevo el miedo volvió a su cuerpo. Intentando quitar su mano de la suya. Esperando romper ese contacto tan cercano del que no se había dado cuenta.
Él se percata de lo que ella está intentando hacer y agarra su mano con más firmeza.
—Lo digo en serio. No creas que lo digo con otras intenciones. Te recuerdo que no volveré a tocarte ni nada por el estilo —expresó Hades con sutileza.
Kayla sigue sin decir nada. Su mente no logra carburar ninguna palabra. Su lengua se ha vuelto pesada como si estuviera encima una enorme roca.
—Este… yo —tartamudea Kayla sin apartar la vista de esos ojos verdes.
—En serio, Kayla… —Se detuvo por unos segundos. —Te necesito —rogó Hades poniendo ojos de borrego a medio morir. Llevando la mano de ella hasta su pecho, colocando su palma ahí. —Puedes sentir cómo mi respiración está acelerada. Es el miedo que le tengo a ese hombre. Y solo tú puedes darme ese valor y esa paz que necesito. Nunca antes había pasado esto. No había sido capaz de enfrentarlo. Pero en serio, Kayla, te lo ruego, pasa la noche conmigo en la habitación. Dormiré en el piso si es necesario. Incluso puedes amarrarme si tienes desconfianza, pero dime que sí. —Kayla sigue sin decir nada. Teniendo una expresión seria en su rostro y con el ceño ligeramente fruncido.
Ese silencio es una respuesta clara para Hades. Su mirada se apaga, sus labios se curvan hacia abajo y baja la vista hacia la arena.
Suelta la mano que tenía en su pecho. Lo que deja a Kayla un tanto desconcertada. Al no percibir ese calor que estaba sintiendo. Poco a poco suelta su otro agarre. Ella empieza a percibir cómo esa presión que sentía hace unos instantes se hace cada vez más ligera. Lo que la hace reaccionar. Volvió a agarrar la mano de Hades con firmeza.
Esa presión sorprende a Hades. Levanta la cabeza, enfocando su vista en esos ojos café oscuros.
—Claro que pasaré la noche en tu habitación —respondió Kayla con suavidad.
Hades dibuja una sonrisa feliz de que ella haya aceptado. Y volviendo a agarrar su mano.
—Gracias, Kayla —le agradece con una voz tan amable, una que nunca en su vida ha usado. Ambos se quedan viendo, teniendo una expresión alegre en su rostro. Ninguno de los dos dice nada, pero sus miradas y el agarre de sus manos dicen más que mil palabras.
Hades posa sus ojos por un segundo en los labios de ella. Pudo ver cómo se mordió el labio, lo que lo ha dejado sobresaltado. Deseoso de poder volver a besarla, saborear ese néctar tan rico que no ha podido olvidar y que se ha quedado grabado en su mente. Al igual que la suavidad de su piel. La firmeza de sus glúteos y sus pechos. Y no se diga de ese centro en el que se hundió por unos leves minutos, pero que fueron suficientes para registrarse en su pensamiento.
Kayla puede notar cómo las pupilas de Hades se han dilatado. Y está segura de que lo que estará vagando por su mente no ha de ser nada bueno. Y ella, la verdad, no quiere volver a caer en sus juegos.
—Vayamos o nos dejarán aquí —añadió Kayla para interrumpir las ideas que Hades pueda estar desarrollando en su mente.
—Si tienes razón —contestó Hades, sintiéndose culpable por dejarse llevar por sus bajos instintos. Ambos comienzan a caminar en silencio. Pero Hades no puede ni hablar; se siente tan avergonzado de haber perdido la compostura. Apenas ella había aceptado estar con él en la misma habitación y él por poco y lo arruina con sus cosas.
Pero algo está claro. En la noche no importa que no duerma, pero no le tocará ni un pelo a Kayla. Lo que sea que él esté sintiendo por ella debe morirse. Y es que creía que con tenerla una sola vez ese deseo moriría, pero no fue así. Sigue deseándola, pero no de una manera enfermiza, sino todo lo contrario; es un anhelo de protegerla, cuidarla, siempre hacer que tenga esa sonrisa en su rostro; en fin, lo que él quiere es que ella esté bien y feliz.
Aunque ahora que regrese, la verdad, no sabe qué es lo que hará con Raquel. Ahora más que nunca sabe que casarse con ella solo sería un error; él jamás sería feliz con ella. Porque han pasado años desde que son novios y no ha sentido ni el más mínimo amor por ella. Solo lo hace por tener el respeto de su familia.
Sin embargo, ahora que se ha perdido y ve a quién demonios han enviado para rescatarlo, y después de que él les contara lo que le había hecho, se da cuenta de que no les importa. Así que porque debe de obedecer sus órdenes. Kayla le ha dado esta seguridad que creía haber perdido. Le ha enseñado más de lo que él había podido imaginar.
Aunque también sí logra sacarse de todo ese compromiso de mentiras. Existe otro problema y ese es que Kayla tiene su novio. Un hombre con el que posee una relación estable. A la vez no se sentirá feliz; sabe que no podrá tenerla. Quizá lo que pasó en esta isla sea su único recuerdo que tenga de ella. Pero que atesorará con mucho amor.
Al acercarse hacia ese bote donde pueden ver a los hombres esperándolos. Se dan cuenta de que el sargento se está limpiando la sangre de la cara y un regocijo penetra a los dos.
—Me da una alegría que pudieras darle su merecido a ese pedófilo —murmuró Kayla, sintiéndose orgullosa de su acto de emancipación de Hades.
—Y todo gracias a ti —menciona Hades, sonriente por lo que Kayla le comenta.
—Él se lo merecía y creo que todavía tienes que hacer más al respecto —comentó ella de manera indirecta. Pero Hades sabe muy bien lo que ella le está diciendo.
—Lo pensaré, entiende, no es fácil para un hombre, y menos uno de mi círculo social, que ha sufrido una violación. Es como encenderme fuego a la pólvora, ser un completo caos y sabes lo que significa —expresó Hades sintiéndose inseguro.
—Lo sé, pero ellos nunca te aceptarán hagas lo que hagas. Será decisión tuya si dejar que ellos decidan por tu tranquilidad y tu, según tú, felicidad. O dejas de ser el títere de alguien y tomas el toro por los cuernos y eres feliz de una buena vez —habló Kayla, dejando de decir algo al llegar al bote.
Editado: 05.09.2025