Pérdida con el Ceo

Capituló 58 ¿Porque eres tan amable?

Kayla siente cómo un aire toca su piel. Confirmando su más grande temor. Poco a poco sus mejillas se ponen rojas como tomates. Baja su mirada y sus ojos se encuentran con los de Hades. Contempla cómo él la ve desde arriba hacia abajo. Y esa ojeada lo avergüenza mucho más.

Ella se cubre su parte con una mano y sus pechos con el brazo. Intentando evitar más pena de la que ya posee.

Hades no le hace caso a ese gesto. Solo mira esa figura tan exuberante. Quedándose hipnotizado en esa piel blanca, que se ve tan suave y tan tersa. Se siente tentado a tocar ese muslo, que está tan cerca de él. Y sin poder contener sus movimientos, acerca sus dedos hacia esa zona.

Kayla ve con detenimiento cómo esos dedos largos y anchos se acercan a ella con una proximidad alarmante. Su respiración se acelera, sus latidos se escuchan hasta sus oídos. Hasta que al fin esas yemas hacen contacto con esa piel. Una electricidad recorre la piel de Kayla. Haciendo que su respiración se corte, quedando en shock. Las pupilas de Hades se dilatan y ella lo puede notar. Él termina de colocar su mano en su totalidad en ese muslo, apretándolo con firmeza. Al percibir ese agarre, el cuerpo de Kayla brinca de asombro. Pero no aparta la vista de esa mirada que se ensombrece y se llena de deseo a la vez. Ve cómo se relame los labios y se aproxima a ella con una velocidad alarmante. Lo que la asusta y da un par de pasos hacia atrás.

—No está bien y lo sabes —añadió Kayla dándole la espalda sin importarle que su parte trasera esté al descubierto.

—Tienes razón, pero no puedo evitarlo, te deseo —expresó Hades desde el fondo de su corazón. Demostrando un lado sensible que nunca antes le había mostrado a nadie.

—Ese deseo no es posible y es mejor que cumplas con tu palabra o me iré de la habitación —lo amenazo Kayla porque no encuentra otra manera de que él calme esos impulsos.

Hades se queda quieto al oír eso. Cierra los ojos por un leve momento para calmar cada emoción que ha permitido que se desborde. Respira hondo y recobra un poco de su compostura. Abre los ojos viendo la figura perfecta que tiene su espalda. Baja hacia sus glúteos, que son tan redondos y tan firmes. Volviendo a tener ese cosquilleo en su entrepierna. Volviéndose a sentir incómodo.

—Iré a bañarme —dijo Hades saliendo de la habitación.

Kayla lo ve pasar sin siquiera voltear a verla. No entiende por qué se siente mal. Pero sabe que no puede permitir que vuelva a ocurrir lo de la vez pasada. Y prefiere no abrumarse con eso. Así que, sin darle más importancia al asunto, se da vuelta buscando algo de ropa. Pero para su mala suerte solo hay la vestimenta de Hades. No teniendo otra opción, agarra una camisa gris, un pantalón de lana, sin ponerse nada de ropa interior, ya que no tiene ninguna.

Suelta su cabello a falta de un peine. Cepilla su melena con sus dedos.

Hades cierra la puerta del baño. Y se precipita por llegar a la regadera. Abriendo la llave, dejando fluir el agua que cae como cascada. Se desviste y entra dejando que esa agua tibia relaje cada parte de su cuerpo. Esperando que su parte íntima se tranquilice.

Sin embargo, no obtiene el resultado que espera. Su miembro sigue erecto y duro como una roca.

—Mierda —maldice al ver esa erección. Que antes tal vez sí le habría encantado ver; se sentiría satisfecho de lo bien que funciona su cuerpo. No obstante, ahora es distinto; se está volviendo muy molesta. Y es que no había perdido tanto el control desde que era un adolescente y usaba a Manuela para bajar esas emociones. Y ahora tendrá que usar esas mismas tácticas. —No puede ser —niega con la cabeza y coloca su mano en ese miembro viril.

Empezando a darle unos ligeros masajes. Buscando la presión perfecta, y cierra los ojos esperando poder concentrarse. Su mente por un momento piensa en el cuerpo de Raquel. Esos pechos redondos con una cicatriz prominente debajo de ellos. Lo que no le agrada. Para él, entre más natural, es mejor. Y su mente divaga hasta recordar el cuerpo batial de Kayla que vio hace un momento.

Con ayuda de ese recuerdo que propagó su mente. Le ayuda con su parte para que se emocione más. Y Hades lo sabe; su cuerpo empieza a sentirse muy bien. Entre cada caricia y cada apretón que le da a su miembro, se acerca cada vez más hasta que explota en éxtasis. Dejando salir ese fluido blanquecino en el piso de la regadera que se combina con el agua. Fluyendo hacia la coladera.

Hades se siente mucho mejor, o bueno, su cuerpo se siente más relajado. Aunque sus deseos por Kayla siguen estando presentes. Y se encuentra culpable por haber pensado en ella para poder venirse. Sacude su cabeza. Alejando cualquier culpabilidad. Comprende que es algo que ella nunca sabrá. Y eso lo consuela.

Termina de ducharse. Cierra la llave de la regadera. Agarra una toalla y se envuelve de la cintura hacia abajo. Da unos cuantos pasos hacia el frente dejando en el piso las marcas de sus pisadas húmedas. Hasta pararse frente al espejo. Abre el cajón. Sacando un bote de espuma para afeitar. Una navaja que, la verdad, no tiene ni la menor idea de cómo usar. Urga entre los demás cajones esperando encontrar un rastrillo, pero no hay ninguno.

Así que, sin tener opción, toma la espuma, colocándosela en el rostro y, abriendo la navaja, se la acerca a su mejilla. Con la mano un tanto temblorosa se pasa el primer navajeado, cortando ligeramente su piel.

—Auch. —Hace una mueca de dolor alejando la navaja de su rostro. Viendo en el espejo cómo una gota de color rojo baja por su mejilla. —Maldición.

—¿Por qué no me hablaste? —se escucha la voz de Kayla. Hades voltea el rostro, viendo en el umbral de la puerta. Vestida con su ropa. Eso lo distrae, olvidando lo que me ha preguntado, y es que la verdad se ve bien con ella. —Te estoy hablando. —expresó con disgusto al ver sus ojos que lo delataron.

—Lo siento, no te quería molestar y no después de… lo que ya sabes —respondió Hades avergonzado.




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