Pérdida con el Ceo

Capituló 64 Volver a la realidad

Los primeros rayos del sol entran por la ventana. Iluminando la habitación. Kayla yace en la cama cubierta por una fina tela. Hades, por su parte, está sentado en un sofá al lado de la puerta. Por más que intentaba conciliar el sueño, no podía hacerlo.

En su mente estaba la idea de que en cualquier momento entraría por la puerta y lo tomaría a la fuerza. Así que prefirió estar atrancando la puerta para que no entrara. Lo bueno es que no pasó nada; él no vino. Y menos después de la amenaza que me dio.

Ve cómo el cuerpo de Kayla se mueve en la cama. Se quita la sábana y se sienta en la cama. Sus miradas se encuentran.

—Buenos días —saluda Hades. A la adormilada de Kayla.

—Buenos días —responde Kayla. Hades sonríe burlesco al ver cómo ella tiene los cabellos todos alborotados. —¿De qué te ríes? —pregunta Kayla.

—Es que nunca había visto que una mujer se levantara con el cabello tan esponjado.

Al oír eso, Kayla usa sus manos para calmar sus cabellos.

—Mi cabello es tan extraño. Siempre despierto así —explicó Kayla con un poco de vergüenza.

—Es tierno —dijo Hades con cierto cariño. Kayla se siente avergonzada y a la vez feliz por lo que le ha dicho. Él no puede apartar de vista de ella. De lo linda y tierna que es. En cómo pensar lo bien que la hace sentir. Está por hablar cuando alguien toca a la puerta. Captando la atención de ambos.

—¿Quién es? —preguntó Hades.

—Hola, señor Lara, vengo a informarle que en media hora llegaremos al puerto, por si quieren alistarse. Nos han avisado que la prensa está en el lugar —habló el hombre desde el otro lado.

Hades no dice nada, solo se queda callado mirando hacia el piso. Kayla se da cuenta de ese silencio y de su reacción.

—Gracias por decirnos. Estaremos listos para la llegada —respondió Kayla con amabilidad.

—Está bien, señorita, le informaré al sargento Dominic que ya están al tanto —fueron sus últimas palabras. Seguido del ruido de los pasos alejándose.

—¿Estás bien, Hades? —indagó Kayla con preocupación en su voz. Pero Hades no contesta, solo se queda en esa misma posición por unos minutos. —Hades —lo vuelve a llamar.

Él se pone de pie caminando hacia la ventana. Observando el mar. Aunque en el fondo se puede ver la ciudad acercándose.

—No quiero regresar. —expresó Hades sin siquiera verla.

—¿Por qué? No quieres regresar a tu vida normal —preguntó Kayla, esperando tener respuesta para entender un poco de su comportamiento.

—No, esa vida no la quiero. No quiero volver a fingir que todo está bien. Que soy un hombre poderoso, un Lara de alta alcurnia. Cuando en realidad sé que todos ven que solo soy un fracasado —declaró Hades con una voz fuerte.

—No tienes que fingir. Puedes ser tú mismo. Además, tienes a tu prometida que te espera —añadió Kayla, esperando que Raquel sea una motivación para él.

—La verdad es que no has entendido nada. Cuántas veces te tengo que decir que el compromiso con Raquel es una simple farsa hecha por mis padres. No siento nada por ella. Es una loca tóxica que solo quiere mi apellido. Incluso admito que ella no provoca nada en mí. Cada vez que tengo sexo con ella tengo que pensar en otras mujeres para poder hacerlo —mencionó Hades con sinceridad.

—Si todo eso que dices es verdad. Entonces es momento de que dejes en claro que no permitirás que sigan manipulándote a su antojo.

—¿Crees que seré capaz de hacerlo? —indagó Hades, dudoso.

—Sé que puedes hacerlo —contestó Kayla, segura de lo que dice.

Hades vuelve a quedarse callado. Esas palabras le dan motivación. Aunque hay otro asunto que debe tocar antes de bajar de este barco.

—¿Y lo que pasó entre nosotros? —indagó Hades, volteando a verla por encima de su hombro.

Los ojos de Kayla hacen contacto con esos ojos verdes. Pero baja la vista hacia las sábanas. Donde sus manos se mueven sin parar. Arrancando algunos pellejos de sus dedos.

—Creo que ese asunto es mejor que se quede en el olvido —agregó Kayla sin siquiera verlo.

—¿Y cómo haré eso? Sí, desde ese día mi mente no hace más que recordar la suavidad de tu piel, lo dulce de tus labios, la calidez de tu cuerpo y esa parte…

—Ya, Hades, no continúes —lo detiene Kayla. Antes de que siga hablando. Con esas pocas cosas que ha dicho, ha sentido ese cosquilleo incómodo entre sus entrepiernas. —Lo que pasó ese día fue un… un…

—¿Un qué? —pronunció Hades.

—Un error —recalcó Kayla. Pero Hades no cree ninguna de sus palabras. Él sabe lo que sintió ese día. Y está seguro de que ella también percibió lo mismo. Y lo que dice son solo mentiras. Y más porque no lo ha visto a los ojos. Se acerca a ella hasta sentarse enfrente. Sujetando sus manos.

—Si fue un error, mírame a los ojos y dime que no significó nada para ti y que no sientes nada cuando te toco así —mencionó Hades. Colocando su mano en su muslo, que aún sigue cubierto por la sábana.

Al sentir ese toque, Kayla no puede negar que el hormigueo ha subido hasta su vientre. Pero si el enojo se apodera de ella. Y quita la mano de ahí. Levantando la vista, mirándolo a los ojos.

—Estás confundido, Hades. Porque yo no siento nada por ti. Lo que pasó en esa isla, y lo vuelvo a repetir viéndote a los ojos. Fue un error que no debíamos haber cometido. Sé que tú no sientes nada por tu prometida. Sin embargo, yo sí amo mucho a mi novio. Así que espero y te haya quedado claro —dijo Kayla con un tono serio.

Hades, por su parte, las palabras que le ha dicho Kayla han sido como una daga clavada en su corazón. Suelta su mano y se pone de pie. Yendo directamente hacia el baño sin decir ni media palabra. Ni siquiera volteo a verla. Ella solo escucha cómo cierra la puerta de golpe.

Kayla se siente un poco mal por lo que dijo; sin embargo, es la verdad. No va a negar que sí sintió algo; sin embargo, eso no es suficiente para ella. Hugo es el hombre que ama y quien ha estado con ella en las buenas y en las malas.




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