Pérdida con el Ceo

Capituló 65 Te casarías conmigo

La multitud se emociona gritando y aplaudiendo al ver tal escena tan romántica. Casi sacada de una película.

Los padres de Kayla, que iban en camino a encontrarse con su hija, se quedan en shock y los ven con atención. Hades, que ha llegado en ese momento, se queda atónito. Sin saber qué hacer. Pero no aparta la vista de ellos dos. Impaciente por saber la respuesta de ella.

Kayla sigue sin entender lo que pasa. Su mente no carbura ni una sola palabra. Todo esto la ha tomado por sorpresa. Tanto tiempo espero este momento que ahora que está, no sabe qué decir. Porque a su mente llega el recuerdo de lo que pasó hace unos días con Hades.

Al recordar eso, gira el rostro, viendo hacia atrás, encontrándose con el de pie, mirándola atentamente. Nota en su mirada una mezcla de tristeza. Algo que solo ella pueda notar. Hugo se da cuenta del comportamiento extraño de su novia. Lo que lo hace dudar.

—Mi amor —la llama con ternura. Al oír esa voz, ella vuelve su mirada al frente, encontrándose con él. —¿Estás bien?

—Claro que sí —miente Kayla sonriendo. —Y sí aceptó casarme contigo. —Responde antes de que él pueda volver a hablar.

Hugo sonríe ante la respuesta de su novia. Toda la muchedumbre aplaude feliz. Los reporteros no dejan de hablar. Mientras ven cómo él saca el anillo de la caja colocándolo en el dedo de su novia. La pareja se une en un beso tierno y apasionado. Los padres de Kayla sonríen felices y dichosos de ver cómo su única hija se acaba de comprometer con un excelente hombre.

Hades, por su parte, aparta la mirada de esa escena. No sabe por qué le duele tanto. Que le ha hecho un vacío en su corazón. Toda la saliva de su boca se ha vuelto amarga. Que incluso una lágrima baja por su mejilla.

—Pensé que ustedes se amaban —se escucha la voz de ese anciano que tanto odia Hades. Limpia esa lágrima y se traga esa saliva, incluyendo el dolor que está sintiendo. No permitirá que ese hombre lo vea en ese estado tan delicado. —Sabía que todo era mentira. Aunque tus sentimientos por ella diría que son muy reales.

—Puedes callarte —murmura Hades molesto.

—Ella no te ama. No como tú lo esperabas. Sabía que todo su teatro era simplemente para que no te pusiera un dedo encima. Aunque ahora que sé la verdad, quizá tú y yo podríamos… —Al hablar, el sargento ha puesto su mano cerca de su espalda, subiendo delicadamente por la tela hasta llegar a su nuca, donde agarra uno de sus mechones, enredándolo en su dedo.

Hades siente lo que ese hombre está intentando hacer. Lo que lo molesta aún más y, con toda la frustración que siente por lo que acaba de ver, se arma de valor para confrontar a ese anciano.

Se gira rápidamente agarrando su mano. Mirándolo con odio.

—No crea que porque ella no siente lo mismo significa que correré a los brazos de un anciano asqueroso. Entienda que nunca en su perra vida me tendrá de nuevo —arroja su mano con fuerza. No le interesa que la prensa y todos lo vean. Solo baja por la rampa. Aproximándose a la pareja que aún sigue muy acaramelada.

Todos van como él baja. La multitud empieza a dejar de tomarle importancia a la pareja. Él, con mucha incomodidad y a la vez con enojo, se detiene a un lado de ellos.

Ambos se separan y Kayla es la primera en voltear. Encontrándose con los ojos verdes de Hades, que ahora están marcados por la rabia.

—Mis más sinceras felicitaciones por su compromiso; les deseo toda la felicidad y suerte del mundo —dijo Hades controlando cada emoción, pareciendo lo más tranquilo posible.

—Gracias, señor Lara. También le deseamos lo mejor en su compromiso con la señorita Olmos —contestó Hugo. —¿Verdad, cariño?

Ambas miradas voltean hacia ella. Kayla, por su parte, siente esa sensación extraña proveniente de la mirada de Hades. Que la deja con un vacío, un extraño dolor. Sin embargo, tiene la mirada de su ahora prometido, viendo cada expresión. No puede dejarse llevar por emociones que no logra entender y de las que está segura de que solo está confundida.

—Sí le deseamos lo mejor, señor Lara —expresó Kayla con seriedad. Esas palabras para Hades son tan hirientes. Que lo lastiman más de lo que espera.

Solo se limita a hacer un movimiento con la cabeza y se aleja de ellos. Pasando por un lado de los padres de Kayla. Cuanto más se acerca a la multitud, los periodistas no dejan de fotografiarlo y hacerle cientos de preguntas sobre todo lo ocurrido.

Él no contesta hasta que uno de los hombres de seguridad de su familia lo ordena, impidiendo que esos buitres puedan acercarse.

Lo llevan hasta donde está la familia Lara, en un rincón alejado donde la prensa no puede hablar con ellos. Ya que están rodeados de todos los de seguridad.

Hades, con tan solo verlos, deja salir un suspiro de frustración. Su mirada se posa en su abuelo, que lo ve con ese desdén que le ha dedicado por años. Seguido de su madre, que está en la misma posición de siempre. Sigue con su padre, que tiene una expresión entremezclada con rabia y un poco de compasión. Sin embargo, esa pizca se esfuma; sabe que él está muy manipulado por su abuelo. Por último, termina con su prometida Raquel, que solo lo ve con seriedad, sin expresar nada, lo que le resulta raro en ella.

Al entrar en ese espacio. Rápido, la madre de Hades lo abraza, fingiendo que está llorando desconsoladamente.

—Hijo, amado hijo, no sabes cómo te hemos buscado y lo mucho que te extrañamos. Nos alegra mucho por fin tenerte de regreso —habló su madre entre llanto en voz alta. Lo que deja más que claro a Hades que todo esto es una farsa por parte de su madre. Sabe que para ellos su fachada de familia perfecta es lo más importante. Así que solo se limitará a fingir.

—Mamá, yo también te extrañé mucho —miente Hades abrazándola. Aunque, sinceramente, sí necesita que alguien lo abrace después de lo que acaba de suceder. Necesita consuelo aunque le duela admitirlo.

Pero se separa lo más rápido que puede. Su padre y su abuelo se acercan a él. Fausto coloca su mano en el hombro de su nieto.




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