—No sé de lo que hablas —miente Hades; no quiere hablar de ella y menos con él. Sabe que no puede confiar; él le dirá todo a su abuelo y usarán eso como chantaje.
—Hijo, no soy idiota. Conozco esa mirada. Sientes algo por ella y lo sé porque así miraba yo a…
—A la mujer que amabas antes que mi madre se embarazara de mí —terminó la frase que su padre no pudo.
—Sí. —aceptó Javier amargamente.
A Hades le duele oír eso. Sabe que él fue el culpable de que su padre no se casara con la mujer que él tanto amaba. Sin embargo, no puede hacer nada. No es su culpa haber venido a este mundo; él no lo pidió.
—No importa lo que yo sienta, padre. Ella se va a casar con otro hombre. —Cambia el tema para no hacer sentir mal a su papá.
—Lucha por ella si la amas. —expresó su padre. Él voltea a verlo, impactado por lo que dice.
—No vale la pena luchar cuando solo uno de los dos siente algo —respondió Hades un tanto dolido.
—¿Y cómo estás tan seguro de eso?
—¡Lo sé, padre! —gritó Hades.
—¿Pero cómo estás tan seguro? —continuó interrogándolo. Lo que colma la paciencia de Hades. Y volví a verlo con una mirada triste y llena de rabia.
—Porque lo intenté. Varias veces le pregunté y cada una de ellas fue la misma respuesta. No siento nada por ti, todo esto es un error —le contestó Hades con tristeza, dejando salir una lágrima.
Javier ve a su hijo tan dolido. Sabe que en esa isla pasó más de lo que él quiere contar.
—¿Por qué un error? ¿Pasó algo más entre tú y ella? —curioseó su padre por la situación tan extraña que está mortificando a su hijo.
—No quiero hablar de ello —se niega Hades a contarle eso.
—Pero…
Javier está nuevamente por intervenir, pero Hades habla antes.
—Ya, padre, si viniste a interrogarme para decirle a mi abuelo, creo que ya te conté suficiente. Ahora vete y dile que sepa que el estúpido de su nieto se enamoró de una chica de baja cuna. Como él le diría. Una mujer que ustedes nunca aceptarían. —declaró Hades dándose la vuelta. Su padre se queda callado; no puede creer lo que están oyendo sus oídos. —Y si le preocupa si la boda entre Raquel y yo se llevará a cabo. Esa decisión será mía y solo mía —mencionó Hades y se fue sin esperar respuesta de su padre.
Javier solo observa cómo se va. Por una parte, se siente mal al ver cómo su hijo está tan lastimado y no poder hacer nada. Lo que lo hace recordar cuando él pasó por la misma situación. Sintiéndose culpable.
Se va regresando al hotel. Donde entra a su habitación. Y es interceptado por su esposa y su padre.
—¿Qué te dijo? —preguntó Fausto, impaciente.
—Nada —miente Javier tomando asiento.
—¿Cómo que nada? Sí, desde aquí vimos cómo estuvieron hablando —protestó el anciano molesto. —No te dijo qué le pasó en esa isla. Porque es obvio que cambio demasiado y esa actitud no nos beneficia mucho.
—No dijo nada, padre. Solo se puso a la defensiva. Diciendo que no nos metiéramos en su vida —volvió a mentir y es que, después de todo lo que su hijo le dijo, no se siente cómodo contando, y menos a ellos. Que se morirán al saber que está enamorado de una chica común y corriente. A él no le molesta, pero sabe que a ellos los hará. Y conociendo a su mujer, es capaz de acecharla para que lo deje y no quiere que esa joven pase por las garras de la bruja de su esposa.
—Y por lo menos le preguntaste que se tiene que casar con Raquel. —Hablo Fausto. Viendo cómo su hijo tiene la mirada ida. —Javier, te estoy hablando.
Javier regresa a la normalidad.
—Sí le pregunté y dijo que esa sería decisión de él. —Es la única verdad que le ha dicho.
—Pero no dijo cuándo. Porque la boda se llevará a cabo en cuatro semanas y no más. Debemos quitar de los reflectores esa estúpida situación y qué mejor manera que con la esperada boda de las familias más prestigiosas.
—Lo sé, padre, pero él sonaba muy convencido —mencionó Javier, metiendo más la duda. Esa respuesta disgusta más al anciano. Que incluso una cena sobresale en su frente.
—Espero que tome la mejor decisión o te juro que lo llevaré con mis propias manos aunque lo obligue a firmar —expresó Fausto. Javier solo escucha callado lo que su padre dice. Ahora entiende que ha estado muy cegado y descuidó tanto a su único hijo. Comprende el dolor que le causó. Sintiéndose decepcionado de sí mismo.
Raquel tiene pegado su oído a la puerta de la habitación de sus suegros. Esperando escuchar la plática. Y saber si Hades se casará con ella. Sin embargo, no ha escuchado nada que sea de su agrado. Se pone de pie caminando hacia su alcoba. Hasta llegar al balcón. Donde mira la playa y a lo lejos observa a Hades. Sentado en la arena. Mientras que el mar, cuando sube, lo moja.
Raquel no conoce a este Hades. Está segura de que algo pasó en esa isla con esa mujer. Porque nunca antes él le había respondido de tal manera y menos enfrente de sus padres. La hizo quedar mal. La humilló.
Espera y volverá para sacarle toda la verdad. Sabe que si va, en estos momentos él solo huirá como un ratón y no le contará nada. Pero al estar en la sociedad tendrá que hacerlo; no cree que sea tan estúpido como para hacer quedar mal a su familia perfecta.
Además, al recordar cómo observó esa escena tan cursi de cómo Hugo le pedía matrimonio a esa mujer, la ha dejado molesta. No puede permitir que esa boda se lleve a cabo. Esa mujer no tendrá a Hugo. Ya puso en riesgo su futuro compromiso con Hades. Y ella no será feliz mientras que ella sufra la burla de todos.
Si no llega a casarse con Hades. Por lo menos debe conseguir a Hugo, no para casarse; él no tiene la estabilidad económica para darle la vida que merece. Sin embargo, será un perfecto amante.
Deberá tener el plan perfecto para sacarle toda la verdad a Hades.
Al otro lado de la ciudad. La familia León ha llegado al hotel. Entrando a la humilde habitación que han usado por días, esperando tener respuesta de ella. Y ahora están más que felices al tenerlo sano y salvo.
Editado: 06.10.2025