Pérdida con el Ceo

Capituló 68 No dude

Kayla se congela al escuchar esa pregunta. Sabía que dentro de su corazón se había tardado tanto en contestar. Creyó que él lo dejaría pasar o por lo menos iba a estar en cuestionarla. Duda un poco si contarle toda la verdad. Todo lo que ha ocurrido con Hades. Sin embargo, le cuesta mucho creer lo que hizo y no encuentra la manera de hacerlo.

—Perdón, cariño, fue por la emoción del momento —miente esperando escucharse normal.

—Es que vi cómo mirabas al señor Lara.

—No, amor, ¿cómo crees?, solo que el momento era para celebrar que habíamos sido rescatados ambos —vuelve a mentir Kayla.

—Bueno, eso es entendible. Por cómo se acercó a nosotros completamente molesto, estoy seguro de que debe de estar sacando saliva por la boca después de haberle robado su momento de brillar —contesta Hugo, entendiendo perfectamente lo que su novia dice.

—Sí, exactamente —acepta Kayla, aunque sabe en su interior que no es así.

—Bueno, perdón por preguntarte, es que creí que ya estabas dudando ser mi esposa.

Kayla se da la vuelta. Miramos esos hermosos ojos de su prometido. Ese rostro que la enamoró hace tantos años.

—No pienses eso, cariño. Tú mejor que nadie sabes el enorme amor que te tengo y por muchos años he esperado que me pidas matrimonio. —Ahora estoy más que encantada por por fin ser tu esposa, la señora Gonzales —dijo Kayla con mucho cariño.

Hugo sonríe al oír las bellas palabras que ha dicho su prometida. Se acerca a ella uniendo sus labios en un tierno y cálido beso. Se separa de ella viendo sus lindos ojos.

—Pero si algún día llegas a estar segura de que no quieres casarte conmigo, por favor, dilo —dijo Hugo con cierta tristeza y dolor. Lo que lastima a Kayla.

—No digas eso, cariño. Estoy segura de casarme contigo. Que no te quepa duda —toma sus manos y lo mira con ese amor que siempre le ha tenido. Y ahora está más que segura de qué es lo que quiere. Sus dudas han desaparecido. Entendiendo que todo fue un error, una imaginación suya.

Hugo se siente feliz de por fin aclarar eso. Por un momento llego a pensar que Kayla estaba dudando de su amor.

Vuelve a besarla para olvidar todo. Acariciando cada parte de su cuerpo. Recordando los bellos momentos que pasaron juntos. Su piel blanca y tersa. Mete sus manos por dentro de esa camisa holgada. Acariciando sus pechos con suavidad. Causando que ese punto se endurezca en su mano.

Con la otra mano libre agarra firme su glúteo. Pegando su parte delantera contra su dura erección. Kayla deja salir un suspiro de placer al sentir un cosquilleo en su vientre. Causado por la proximidad del miembro erecto contra su entrepierna. Por más que quiera seguir, ella recuerda algo.

—No podemos seguir —habló Kayla separándose de él.

—Porque tengo días sin tomarme la pastilla —contestó Kayla.

—¿Y eso qué?

—¿Cómo que? —¿No ves que corremos el riesgo de tener un bebé? —declaró Kayla, esperando ser clara con él.

—¿Y no te gustaría que tuviéramos un bebé? —indagó Hugo colocando su mano sobre su vientre. Lo que le trae pésimos recuerdos a Kayla respecto a lo que pasó en la isla. Intenta mantenerse tranquila y con una sonrisa.

—Claro que me encantaría, pero todo a su tiempo —mencionó ella colocando su mano en su mejilla.

—Está bien, sé que no puedo forzarte. —Es tu cuerpo y solo tú puedes elegir en él —acepta Hugo. Conoce muy bien a su prometida y sabe que no podrá hacerla cambiar de parecer si ella no lo quiere. —Pero te deseo —jadeó Hugo cerca del oído de Kayla.

—Yo también.

—Todos estos días, alejado de ti, he extrañado tu cuerpo, tu piel, tus lindos senos, tus bellos ojos y sobre todo hundirme en ti —declaró Hugo de manera sensual mientras aún sigue tocando su cuerpo.

—Te prometo que cuando regresemos iré con mi ginecóloga y cuando tenga una dosis de mis anticonceptivos iremos a ese baño del restaurante donde fue nuestra primera cita —murmuró Kayla chupando el lóbulo de su oreja.

—Eso me parece perfecto, pero prométeme algo —dice él sin dejar de verla.

—¿Qué? —preguntó ella curiosa.

—Que bajo el vestido que lleves no usarás braga alguna. Es que imaginarte caminar sabiendo que no traes nada abajo me prende.

Kaylq sonríe ladina ante las coquetas palabras de su prometido.

—Por supuesto que lo haré. Pero ya regresando a la normalidad, recuerda que también tenemos que decirles a tus padres sobre el compromiso —cambia Kayla de tema porque si sigue así le resultará imposible controlar los impulsos de su ahora prometido.

—Mis padres ya lo saben —mencionó Hugo. Ella lo mira un tanto extrañada. —Cuando les dije que vendríamos a este viaje, ya les había comentado sobre que te pediría matrimonio.

—¿Entonces el viaje en primer lugar fue para eso?

—Sí, sabía bien que tú esperabas que la cena que tuvimos fuese para declararme. Créeme, lo quería hacer; sin embargo, te miraba cansada y, además, esperaba que fuera inolvidable para ambos. No salió como pensaba, aunque lo que sí es claro es que nunca lo vamos a olvidar —mencionó Hugo de manera burlesca.

Kayla sonríe ligeramente, siendo cómplice del comentario de Hugo. Sin embargo, ella nunca podrá olvidar lo que pasó. La mancha que oscurece su alma. Y que no deja en paz de mente. No dejará que eso estropee su felicidad. Hades Lara ya ha manchado su vida por muchos años. Se siente triste por todo lo que le pasó, pero no sacrificará más por él.

—Aunque hay otro tema del que me gustaría hablar contigo —habló Hugo trayendo a la realidad a su prometida.

—Claro, dime.

—Recuerdo que me habías comentado que estudiaste en una escuela para ricos.

—Sí —aceptó Kayla. —¿Por qué?

—Porque nunca me dijiste que Raquel Olmos y Hades Lara fueron a esa misma escuela.

—¿Y a qué viene al caso? —protesta Kayla sin saber a qué viene esto. Espera y no sea por lo que ocurrió.

—¿Por qué nunca me lo dijiste? —indagó él con tranquilidad.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.