Pérdida con el Ceo

Capituló 69 El pasado

Kayla se queda callada. Controlando cada emoción que por años ha intentado controlar. Cada horrible recuerdo que opacó su sonrisa y oscureció su mirada. Ahora su prometido lo ha sacado a la luz y, por más que esté tentada a no decirle nada, sabe que ya no puede hacerlo. Pero tiene razón; él será su esposo, merece saberlo.

—Está bien, siéntate. —Señaló ella hacia la silla más cercana. —Entiende que esto no es sencillo para mí. Por qué conectar con tu jefe.

—Ya veo —menciona Hugo. Temiendo lo peor.

—Prométeme después que sepas la verdad. No sentirás odio por él ni por nadie. Yo ya lo dejé atrás y no quiero volver a revivirlo más.

—Si tú me lo pides, lo haré y solo porque quiero que estés bien —la consoló Hugo como siempre de una manera caballerosa. Haciendo que sus palabras le den valor y protección a Kayla.

—En parte agradezco la oportunidad que me dio esa escuela; creo que sin ella no hubiera logrado trabajar en el bufete. Sin embargo, eso no es suficiente para curar cada dolor que pase. Porque cada día que pasé en esa escuela fue un sufrimiento, una agonía, un infierno, una pesadilla de la que nunca podía despertar. Todo por dos razones: mi peso y que era una becada para los ojos de todos esos niños ricos, una pobre —mencionó. —Así que por todos los años que pasé me hicieron bullying.

Oír eso le lastima a Hugo. Sabía que había sufrido debido a su peso, pero no a esa magnitud.

—¿Qué clase de bullying?

—Cada vez que tenían oportunidad me humillaban frente a todos, me gritaban gorda asquerosa, ballena, hipopótamo y me lanzaban comida mientras ya hacía en el piso. Decían que eso era lo que merecía una gorda —mencionó Kayla con dificultad. Llevando su mano hacia su pecho, sintiendo cómo su corazón palpita sin parar. Sabe que el ataque de ansiedad está cerca; sin embargo, recuerda sus terapias, calmando ese dolor.

—Dijiste que cada que tenían oportunidad, ¿a quién te referías, a los estudiantes? —indaga Hugo para saber quién le hizo eso.

—En parte, pero ellos solo eran piezas sobre el ajedrez; había alguien que los lideraba —explica Kayla sin poder verlo.

—¿Quién era su líder? —preguntó Hugo con seriedad. Siendo muy complicado de explicar para ella. Da unas cuantas respiraciones controlando su cuerpo.

—Era… Hades Lara y Raquel Olmos. —Ellos eran las mentes maestras detrás de todo y los que ideaban qué hacerme —declaró Kayla.

—Hijos de puta —expresó Hugo con rabia. —Cuando vuelva a ver a Hades lo confrontaré. No permitiré que…

—¡Hugo! —lo llama ella. —Te dije que no quiero que le digas nada.

—¿Y cómo quiere que me quede? De brazos cruzados después de saber esto —protestó Hugo molesto, casi lanzando fuego de sus ojos.

—Hugo pasó hace años. Ya no importa. —Por eso no quería decirte; sabía que reaccionarías así —protestó Kayla un poco inconforme. Ver la actitud de ella trae a la realidad a Hugo controlando su temperamento.

—Está bien, aunque no esté de acuerdo, respetaré lo que dije. No le diré nada.

Kaylq se siente más tranquila al escuchar eso. Toma la mano de su prometido y le sonríe con gentileza.

—Gracias, mi amor —dice de manera suave y amorosa.

—Todo lo hago por ti, mi vida —expresó Hugo colocando la mano sobre la mejilla de ella.

—¿Y cómo sospechaste de eso si por mucho tiempo no pasaste por alto? —indagó Kayla porque durante años ella ha sabido que él siempre ha intentado que ella hable de esto. Sin embargo, la manera en que ahora lo ha hecho le ha parecido algo extraño.

—No es que lo dejara pasar por alto. Simplemente preferí respetar. Sin embargo, la noche que desapareciste. Estuve en la cabina del capitán con la prometida del señor Lara y ella comentó que te conocía. Expresándose de ti como si te conociera —le explico Hugo. Sintiendo un cierto remordimiento al recordar lo que hizo con esa mujer en ese hotel. Pero decide no decirle; sabe que es lo mejor, un error que se quede en las sombras.

—No era de esperarse viniendo de esa rubia vanidosa.

—Sí tienes razón —Hugo acepta.

—No me interesa saber qué más dijo y no quiero ponerle ningún interés. Cuando los vi en el crucero, me disgusté al recordar todo lo que me hicieron. Por años me quitaron parte de mi vida, pero ya no se los permitiré. Y no quiero que tú le tomes importancia a eso. —Nosotros no somos nada para ellos y ellos tampoco lo serán para nosotros —dijo Kayla. —Por fin has sabido mi trágico pasado. Y es momento de pasar la página y seguir con nuestro compromiso.

—Claro que sí, y gracias por contarme todo; así nuestro amor será forjado sobre un piso sólido —expresó Hugo agarrando las manos de su prometida. Aunque a la vez se sintió mal. Incluso se mordió la lengua al decir eso. Y es que no pudo decir lo que pasó con Raquel. No quiere ser el culpable de arruinar la felicidad de ella. Y solo se limita a sonreír.

Kayla también se siente mal por las palabras de Hugo. Pensó que tendría el valor para decirle lo ocurrido con Hades; sin embargo, no pudo. Y prefiere no hacerlo. Solo sonríe esperando verse convincente.

—Bueno, te dejaré a solas para que descanses —se levantó Hugo de la cama. —Iré a hablar con tus padres para arreglar todo para regresarnos. Porque conociendo a mi prometida, sé que no querrás estar más tiempo aquí.

—Me conoces bien. Y no quiero estar más tiempo aquí. Ya hemos estado… ¿Cuándo hemos estado aquí? —Ya perdí la cuenta —expresó Kayla, comprendiendo que ya había perdido demasiado la noción del tiempo desde que estuvo esos días varada en esa isla.

—Tres semanas —contestó Hugo.

—¡Tres semanas! —repitió Kayla con fuerza. —¿Cuánto tiempo estuve en esa isla?

—Bastante tiempo.

Kayla se queda callada, haciendo cuentas en su mente.

—¿Tienes mi móvil? —preguntó Kayla.

—Sí, está entre tus cosas —señaló él.

—Gracias, haré unas llamadas al trabajo y agéndate una cita con mi ginecóloga para cuando lleguemos ir con ella —le contó Kayla sonriendo.




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