Después de que Kayla habla con su ginecóloga. Agendo una cita para mañana en la tarde. También recibió una llamada de su amiga Felipa, feliz de saber que estaba con vida. Pero fue corta la conversación porque Hugo entró diciendo que los boletos estaban listos para el día siguiente. Preparo todo y ahora están los cuatro alistándose en sus asientos.
La joven no ha pasado desapercibida. Todos los que la ven la saludan preguntando si es ella la chica que estuvo perdida con el distinguido señor Lara. Para ella es incómodo. Cada vez que me mencionan su nombre o su apellido. Le resulta difícil no pensar en lo que hizo y más sabiendo que tiene a Hugo a su lado.
Ella solo asiente, pero no dice más. No se siente cómoda hablando de eso; quiere dejar eso en el pasado. Hugo nota su malestar. No sabe, pero presiente que algo más pasó en la isla. Ella no quiere decirle. Pero no quiere preguntar; quizá no se siente cómoda hablando de eso. Está seguro de que cuando ella esté lista le contará.
Después de unas horas de vuelo, por fin han llegado a su destino. Saliendo por las puertas corredizas de cristal del aeropuerto. Viendo a la multitud de personas. Kayla se cubre con su gorro; no quiere lidiar con esas pirañas. Baja la cabeza y camina entre ellos sin ser percibida.
Hasta que todos gritan. Captando la atención de Kayla y sus familiares. Viendo a los Lara salir por las puertas.
Kayla gira los ojos al encontrarse con Hades del brazo de esa rubia. Sonriendo mientras los paparazzis les toman fotos. No puede creer cómo fue tan tonta para creerle, aunque sabe que Hades es muy fácil de manipular. A lo mejor sus padres lo convencieron para seguir con su farsa. Deja de tomar importancia; no son asuntos suyos.
Al lado de su familia siguen hasta entrar al taxi que los espera.
Primero dejan a los padres de Kayla en su casa. Aunque ellos querían quedarse con ella. No lo permitió; Kayla no se siente cómoda estando con ellos; sabe que si su madre le pregunta algo, es capaz de contarle todo y no quiere herirla.
El taxi los deja en su departamento. Entrando los dos. Dejando las molestias en la sala.
—Bienvenida a tu hogar, mi amor —habla Hugo abrazándola por la espalda.
—Gracias, cariño —expresa con cariño.
—Me encantaría quedarme contigo, pero tengo que ir a la oficina. Te veré en la noche para terminar con lo que empezamos ayer —dijo Hugo de manera juguetona.
—Está bien, amor. Yo tomaré un baño, iré a comer con Felipa. Después iré con la ginecóloga y quizá vayamos a ese restaurante —expresó ella también de la misma manera.
—Anhelo que llegue esta noche.
Ambos se dan un tierno beso. Despidiéndose y cada quien yendo por su propio rumbo.
Mientras tanto. Por las calles, un auto escoltado por varios vehículos a su alrededor. Va la familia Lara en completo silencio. Primero pasaron a dejar a Raquel a la casa de sus padres y ahora van directo a la suya. Sin embargo, la tensión entre ellos es muy alta.
—Espero que ayer arreglaran las diferencias tú y Raquel —habló Fausto rompiendo ese silencio, y es que ayer vio cuando la joven iba hacia la playa. Hades rueda los ojos y deja salir un suspiro.
—No sé si arreglamos las cosas, pero fui sincero al decirle que no quería casarme con ella y que nunca la amaría como ella esperaba.
—¿Qué hiciste qué? —expresó Fausto molesto.
—Lo que escuchas, abuelo. Sin embargo, a ella le viene dando igual si la amo o no. Ella es igual de avariciosa que ustedes; lo único que quiere es el beneficio que puede dar ese matrimonio —les dijo él, omitiendo algunas cosas. Aunque se encuentra sorprendido de que su abuelo no sepa nada de lo que siente por Kayla. Ve de reojo a su padre, que permanece inexpresivo y solo se limita a hacerle una señal con la cabeza.
—Bueno, por lo menos ella sabe lo que me conviene. Ahora entiendo por qué al bajar del avión estaba tan feliz, pero no me importa si tú te coges a todas las mujeres de la ciudad; tú te casarás con ella sea como sea —lo amenazó Fausto.
—¡Detén el auto! —grito con todas sus fuerzas. El chofer frena tan repentinamente que todos se espantan.
En cuanto el vehículo deja de moverse, Hades no espera ni un minuto y sale.
—¿A dónde vas? —voceó Fausto.
—Lejos de ustedes.
—¿Quiere que vaya detrás de él, padre? —habló Javier con un tono bajo.
—No, déjalo que se tranquilice. Mientras preparemos la boda, no dejaré que este crío haga algo que nos vaya a poner en una situación crítica. —Vámonos —ordena y el vehículo avanza.
Hades no deja de caminar. Se siente defraudado de cómo su familia, cada día que pasa, solo lo termina haciendo sentir peor.
Continúa caminando por la ciudad hasta que llega a su departamento, que gracias a Dios está solo; no hay ni nadie de la prensa y ese es un alivio.
Entra al edificio subiendo directo hasta llegar a la puerta. Entrando al cuarto. Da unos cuantos pasos más hasta ver que hay un hombre sentado en la sala. Se espanta por un momento, pero ve que es uno de los hombres de seguridad. Calmándose un poco.
—Hola, Solís —saluda Hades. El hombre vestido de negro voltea a verlo.
—Hola, señor Lara. Qué gusto en verlo.
—También digo lo mismo, aunque me hubiera gustado verte cuando baje de ese barco —expresa, y es que Solis es uno de los guardaespaldas más cercanos a él. Que casi diría que él fue más su figura paterna que su propio padre.
—Me hubiera gustado, pero tuve que viajar para poder resguardar esta delicada información que le tengo —dice Solis sacando una carpeta del interior de su saco.
Acercándose a él, extendiendo la mano para que el señor Lara pueda tomarla.
—¿Qué es esto? —preguntó Hades al tener la carpeta entre sus manos.
—Mírelo por sus propios ojos.
Esa respuesta causa más curiosidad en Hades. Que saca la carpeta del envoltorio de plástico que trae. Abriéndolo. Y abriendo la boca al ver esas imágenes de Raquel completamente desnuda sobre la cama de hotel besando a un hombre con el pecho descubierto.
Editado: 29.10.2025