Kayla llega al restaurante. Al bajar del taxi siente muchos nervios; no sabe qué le espera adentro. No se mueve en absoluto; solo se queda mirando fijamente la fachada elegante del lugar. Sin darse cuenta de que el vehículo que la trajo se ha ido.
Pasan unos minutos en los que ella ni se inmuta. Los transeúntes pasan a su alrededor. Ignorándola por completo. No es de extrañarse ese comportamiento. En una ciudad tan enorme donde habitan cientos de personas desconocidas, nadie se enfoca en lo que hacen los demás.
El cielo se ha tapado por una densa nube oscura. Una gota cae impactada en la mejilla de la joven. Trayéndola a la realidad. Levanta la vista hacia el cielo viendo cómo las gotas caen. Las personas a su alrededor corren para no mojarse. Ella no lo hace; solo da un paso al frente caminando directo. Al entrar, una melancolía la invade. Los recursos bellos que pasó con Hugo invaden su mente. Las incesantes risas. Los besos tiernos y cálidos. Y las múltiples travesuras debajo de la mesa. Son bellos momentos que siempre tendrá en su mente. Aunque ahora es distinto. Esto no es una celebración. Y no tiene ni la menor idea de cómo le dirá.
—Señorita León, el señor Gonzales lo espera en la mesa de costumbre —habla la joven recepcionista. Que no ha perdido de vista a Kayla. Contemplado su extraño comportamiento. Pero no es de su incumbencia.
—Gracias, iré para allá —respondió Kayla fingiendo una sonrisa.
Respira profundo. Caminando hacia el interior. Pasando al lado de varias mesas y personas en ellas. A lo lejos ve a Hugo sentado en esa mesa donde pasaron tantos lindos recuerdos.
Unas ganas de vomitar envuelven su estómago. Haciendo que su boca se llene de agua. Se detiene unos segundos tranquilizándose. Se traga esa saliva que se ha acumulado en su boca. Que al caer a su estómago empieza a rugir. Al sentirse un poco mejor, continúa llegando a la mesa.
Hugo se pone de pie. Por lo que ella nota en su expresión. No está muy bien. Esa seriedad y mirada pesada le indican que algo no anda bien.
—Qué bueno que llegarás. Siéntate, necesito hablar algo serio contigo —le señaló Hugo la silla del frente.
Lo que para Kayla es bastante complicado de entender. Él siempre ha sido un caballero. Le ha ayudado a sentarse por años sin importar que tengas años de pareja. Él siempre ha sido muy romántico. Indicándole que si efectivamente está pasando algo. No sabe si él ya está al tanto de su embarazo. Tiene una corazonada de que no será nada bueno.
Deja de pensar y toma asiento. Lo mira con atención. Esa mirada que ve en él. Le causa escalofríos; nunca lo había visto así. Incluso sus piernas tiemblan por debajo de la mesa.
Observa cómo él se pasa la mano por el rostro, el cabello y al final la deja en la mesa. Donde sus dedos no se detienen y siguen moviéndose.
—No sé cómo comenzar, pero seré directo, no puedo fingir que todo está bien. Necesito saber qué pasó entre Hades, Lara y tú en esa isla —la interroga Hugo viéndola con atención.
Kayla se queda callada. Su mente se ha puesto en shock. No sabe qué decirle y es que no comprende cómo es que lo sabe.
—¿Ya lo sabes? —fue lo único que pudo decir. Sabe que si lo niega será peor.
—Entonces es verdad.
Kayla vuelve a quedarse callada. Baja la mirada hacia sus manos que se mueven con nerviosismo.
—No te voy a mentir. Sí pasó algo en esa isla, pero quiero que sepas que no entiendo cómo ocurrió. Para mí fue un error, un desliz que no debió ocurrir, pero yo te sigo amando —mencionó Kayla estirando su mano para tomar la de él. Hugo, al ver su cercanía, la aparta.
—¿Y ocultármelo fue tu mejor opción? —reclamó el molesto.
—Es que no sabía cómo decirte lo que ocurrió —declaró Kayla con sinceridad. Él ignora esa respuesta y cambia a lo que le interesa saber.
—¿Cogiste con él? —preguntó Hugo con voz seria y pesada.
Ella vuelve a quedarse callada. Respira hondo y lo mira a los ojos.
—Sí —confirmó ella con mucho sentimiento, cerrando los ojos, dejando salir una lágrima por su mejilla.
Hugo siente un profundo dolor en su pecho. Siente cómo el aire le falta y solo baja la mirada hacia la mesa. Empuñando su mano, completamente furioso.
—¿Cómo pudiste, Kayla, después de todo lo que ese infeliz te hizo? Cómo pudiste caer tan fácil. Se te olvidó por un momento. Y preferiste hacer las paces abriendo las piernas como una prostituta. —Hugo la insulta cegado por los celos.
—No me llames así —dijo Kayla con voz entrecortada y algunas lágrimas bajando por sus mejillas. —Yo no decidí que pasara.
—¿Y entonces quién? No creo que él te haya obligado a tener sexo con él, ¿o sí? —mencionó él con rabia. Kayla niega con la cabeza, lo que termina de colmar la paciencia de Hugo. Que solo se queda sentado en esa silla mientras ella llora en voz baja. Antes sus lágrimas lo habrían ablandado, pero ahora es diferente y es que es bastante claro que ella le fue infiel. —Sabes, creí que todo era una broma cuando me enseñaron esta grabación —añadió Hugo con reproche.
—¿Cuál grabación? —indagó ella confusa.
Hugo saca su móvil buscando la grabación que Raquel le había enviado. Dándole play y dejando el móvil en la mesa.
Kayla se queda callada escuchando la parte final de la grabación donde reconoce la voz de Hades y cómo confirma lo que manos tuvieron. Dejándola boquiabierta.
—Pensé que era mentira cuando ella me la enseñó, juraba que tú nunca me harías una pendejada de esas. —le reclama con celos y enojo.
—¿Ella? ¿Quién te dio esa grabación? —indaga Kayla. Molesta porque quiere saber cómo la obtuvo.
—Raquel me la dio; pensaba que era una broma de ella para separarnos, pero…
Kayla interviene al oír el nombre de esa mujer. Recordando lo que Hades le entregó hace unas horas. Dudando de él.
—¿Por qué nos tendría que separar esa loca? —preguntó ella; sin embargo, Hugo no contestó nada. Ese silencio es suficiente para ella. —¿A menos que tuvieras algo con ella?
Editado: 29.10.2025