Pérdida con el Ceo

Capituló 79 Platica de amigas parte 2

—¡Qué! Como que no es de Hugo. Si tú no eres capaz de serle infiel —mencionó Felipa confusa por toda esta situación.

—Pues aunque no lo creas, sí lo fui —dijo Kayla defraudada.

—¡Amiga! —añadió Felipa llevándose la mano al pecho. —¿Con quién?

—Ese es el peor de los problemas; fue con alguien que ni en cien años habría llegado a imaginarme.

—¿Quién es? —indagó Felipa sin apartar la vista de Kayla.

—Prométeme que no le dirás a mis padres hasta que sepa cómo decirles —recalcó Kayla.

—Amiga, me estás asustando.

—Por favor, Felipa, solo prométemelo —volvió a repetirlo.

—Claro que te lo prometo, amiga —aceptó Felipa, y es que está más que interesada en saber quién es el hombre misterioso.

—Fue con ni más ni menos que Hades Lara.

—¡Que! —dijo Felipa levantándose de la mesa con brusquedad, golpeándose contra la mesa. Ella se acarició esa zona, pero la ignora para seguir con la plática. —Con el chico que te hizo bullying durante años.

—Con ese mismo —confirmó Kayla. Dejando caer su cabeza sobre la mesa, cubriendo su vergüenza.

—¿Y cómo ocurrió eso? Sí, tengo entendido que él y tú no andan por los mismos círculos sociales —curioseó Felipa.

—Eso es lo peor de todo. Fue durante nuestra desaparición. —Felipa se queda en shock. —Y ni me preguntes cómo pasó porque ni yo lo sé. Lo primero que recuerdo es saber cómo es él. Y me pidió disculpas, me dijo que se sentía mal por todo lo que me hizo y yo le creí. Nos dimos un abrazo que, la verdad, no sé cómo; de la nada me encontré viendo sus ojos, después sentí sus labios sobre los míos y cuando recordé, ya estaba con las piernas abiertas y él con su miembro dentro de mí. —Todo se queda en silencio. Felipa está intentando comprender lo que su amiga le dice. —No sé por qué dejé que ocurriera; lo único que recuerdo es que mientras eso pasaba, mi mente, lo único que recordaba era a Hugo. Me imaginaba que era él quien me tocaba. Sé que no es una excusa, pero estoy consciente de que estaba en mis cinco sentidos durante el acto.

—¿Amas a Hades? —dijo de repente Felipa.

—Que, claro que no. Yo no siento nada por él. Mi mente no olvida cada uno de los abusos que ejerció sobre mí. De cada cicatriz, por más que intente cerrarlas, si siguen presentes.

—Entiendo, amiga, pero Hugo no lo entendió, ¿verdad?

—Así es, él dijo… que no es su hijo… pero la ginecóloga me dijo que existe la posibilidad de que sea de cualquiera de los dos. Pero eso no es todo —añadió Kayla.

—Hay más —mencionó Felipa con asombro. Y es que no sabe si su mente podrá soportar más sorpresas.

—Durante el tiempo que estuve perdida, Hugo no se comportó del todo bien. Él también me fue infiel con ni más ni menos que Raquel Olmos.

—No puede ser —habló Felipa en total shock.

—Esta noche ambos nos confrontamos por eso. Yo estaba dispuesta a perdonarlo con tal de que ambos siguiéramos juntos con la esperanza de que este bebé fuera de él, pero… —Hace una pausa Kayla al recordar lo que sucedió.

—Él no lo tomó del todo bien.

—No, me dijo que era una prostituta, que no, que no era su hijo y que él se había enamorado de mí por ser una mujer pura y casta y no de una mujerzuela. Además de que dice que su error fue justificado por la absurda razón de que lo hizo para poder ir con los equipos de rescate que había enviado la familia Lara para la búsqueda. Que él merecía ser perdonado, pero yo no. —Kayla le contó todo a su amiga.

—Qué infeliz, cree que por ser hombre tiene el derecho a hacer lo que quiere y que todo será olvidado.

—Eso mismo pensé yo. Así que me quité el anillo que me había dado y se lo arrojé en la mesa; le dije que no me casaría con un hombre machista como él —dijo Kayla feliz de haber hecho eso.

—Qué bueno que lo hicieras, amiga. Sabes, de cierta manera esto te ayudó para librarte de un hombre que no te merecía. Sé que en este momento quizá no le veas el lado bueno, pero saldrá bien. Bueno, digo, si es que piensas tener al bebé, porque sí lo harás, ¿verdad? —indagó Felipa.

—La ginecóloga me dio una pastilla por si quería acabar con esto; que a las cuatro semanas que tengo todavía se puede salir —habló Kayla con voz suave.

—Kayla Leon, no me digas que vas a abortarlo —expresó Felipa un tanto disgustada.

—No voy a negar que estuve tentada a hacerlo, pero me di cuenta que, sin importar quién sea el padre, él no tiene la culpa de mis errores y que no dejará que nada ni nadie lo dañe. —Al decir eso, Kayla se lleva su mano a su vientre, tocándolo con ternura, sonriendo sutilmente.

—Me alegra oír eso, y yo estaré encantada de ser su tía. Te prometo que te ayudaré, lo bañaré, lo cambiaré, lo llevaré a la escuela, a los entrenamientos y entre los tres decidiremos a qué universidad irá —manifestó Felipa encantada.

—No te adelantes tanto, todavía no nace y tú ya estás pensando en su futuro —dijo Kayla sonriente de ver a mi amiga feliz.

—Está bien, tienes razón. Y no te preocupes por dónde te quedarás; aquí hay suficiente espacio para ambas. Mañana sacaré las máquinas de ejercicio del otro cuarto y puede quedarte ahí todo el tiempo que quieras —mencionó su amiga.

—Gracias, por el momento lo único que quiero es estar en paz. Mañana iré por mis cosas al departamento de Hugo para darle fin a todo esto.

—¿Y no le contarás a Hades sobre tu embarazo, porque, por lo que me cuentas, él también puede ser el padre? —curioseó Felipa.

—No lo sé, no quiero tener otro desaire como el que me hizo el hombre; esperé que me comprendiera. Ahora imagínate al hombre que solo conozco por la escuela y los chismes que salen en las revistas. Cómo crees que reaccionará.

—No lo sabes hasta que no lo veas por tus propios ojos. —Felipa le mete la duda a Kayla.

—No quiero arriesgarme, lo mejor es que todo se quede así y cuando esté lista le contaré a mis padres que será madre soltera. Así que espero que respetes mi decisión —mencionó Kayla dejándole claro las cosas a su amiga.




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