Pérdida con el Ceo

Capituló 82 Seré padre

Raquel se ha quedado sin poder estar tranquila. Los días pasan rápido. Por más vueltas que le da, no encuentra la manera de averiguar si realmente esa mujer está o no está embarazada. Ha enviado a varios de sus hombres y personas de confianza a seguirla, pero dicen que ella vive con una mujer. Lo que de cierta manera alegra muchísimo a Raquel. Por fin logró lo que quería y es tener a Hugo entre sus garras. Esa victoria no se siente amena. Sabiendo que puede estar embarazada de Hugo o de Hades. Y teniendo su boda que pende de un hilo. Y si esa negociación se llega a saber, será la mancha total en su día tan esperado.

—¡Señorita!

La puerta se abre repentinamente. Ha entrado una de las sirvientes de la mansión. Sin pedir permiso para entrar, se acerca a la mujer que está sentada en su tocador cepillando su cabello.

—¿Qué manera de entrar? Espero que sea importante —protestó la rubia molesta por esa falta de educación.

—Lo es, señorita, el detective está abajo y dice que trae buenas noticias para usted —declaró la mujer a pocos centímetros de ella.

Raquel, como una bala, deja todo lo que está haciendo y camina a paso apresurado hacia la puerta. Bajando por las escaleras, siendo seguida por la mujer. Hasta que ambas llegan a la sala donde un hombre completamente vestido de negro las espera.

El hombre de negro, al oír que alguien ha entrado, se pone de pie y, de manera cortés, se quita el sombrero, sonriendo amablemente.

—Hola, señorita Olmos, qué gusto de verla de nuevo —saludó el hombre con cortesía.

—Ya deje de tanta amabilidad y dígame qué noticias trae —demandó la rubia con voz impaciente.

—Verá, después de días de arduo trabajo, por fin pude encontrar esto. —Sacó un sobre y se lo entregó a la rubia, que lo toma con rapidez, abriendo y sacando su contenido. —Adentro verá la prueba hecha a la mujer y el ultrasonido que se le hizo en la clínica donde la están chequeando.

Raquel mira la hoja donde dice positivo. Aparta eso a un lado y ve ese ultrasonido; no entiende mucho de esto, pero recuerda la vez que por error salió embarazada de su antiguo novio en la secundaria. Le hicieron un ultrasonido de estos cuando se lo sacaron. Así que, deduciendo lo que vio en aquella ovación, está segura de que ese punto del medio es el bebé.

—¿Cómo obtuviste esto? —preguntó Raquel. —¿Cómo sé que todo este es real?

—Fue difícil de conseguir, pero después de sobornar a unas cuantas personas en la clínica, logré conseguirlo. Así que esos papeles son reales y la mujer sí está embarazada.

—¿En tu investigación no encontraste alguna cosa que indique de quién es el niño?

—No, señorita, lo último que supe es que la mujer hizo una cita para volver a ver a la doctora —le informó el hombre.

—Bien, sigue siguiéndola. Y cuando sepas de quién es ese niño, ven a decirme.

Ese hombre solo asiente con la cabeza. Se coloca el sombrero y se va de esa casa. Dejando a la rubia más confundida. Le encantaría en estos momentos pagarle a alguien para que le provoque un accidente a esa mujer y se termine todo esto.

Una idea mejor se le ocurre en estos momentos. Recuerda lo que Hades le había dicho. Que no se casaría con ella. Esperará primero a saber quién es el padre y, si resulta ser de Hades, tendrá para que no se niegue.

Aunque si se niega, aún tiene una idea, pero es bastante arriesgada, pero si no tiene otra opción, lo hará solo con el hecho de que esa mujer no tenga a ese niño…

Hades: Durante estos días no ha sabido nada de Kayla; pensó que después de entregarle toda esa información sabría algo de ella. Sin embargo, eso no es así. Aunque se encuentra impaciente de saber cómo está, algo le dice que su relación con su prometido ha terminado.

Y eso lo sabe porque cuando pasa por su oficina, su mirada es pesada y llena de odio. Lo que es suficiente razón para confirmar sus dudas.

En estos momentos todo se vuelve cada vez más complicado. Sus padres siguen con los preparativos para la boda. Se ha cansado de decirle que él no se casará con ella. Pero cada vez que les dice, siempre tiene la misma respuesta, que si no lo hace, lo forzarán a ir. Que la boda se llevará a cabo como sea.

Lo que lo vuelve más infeliz. Por lo menos no ha sabido nada de ese anciano loco de Benavides. Eso es por lo menos un ligero alivio.

Alguien llama a la puerta de su oficina. Trayendo a la realidad a Hades.

—Pase —grita con fuerza. La puerta se abre entrando Hugo por esta. Hades lo ve y siente esa mirada pesada sobre él. No se inmuta; si él sabe algo, no tiene miedo de admitir su culpa.

—Señor, le traigo mi carta de renuncia —declaró Hugo.

—Porque, señor Gonzales, usted es un buen pilar de esta empresa —dijo Hades impactado, aunque algo le da a entender que hay otra razón detrás de eso.

—Sé lo que pasó entre usted y Kayla —declaró Hugo dejando a Hades helado. Y sin saber qué decir. —No tiene que negarlo, ella lo admitió todo y he estado molesto con ella y con usted. He estado viendo a trabajar por días esperando poder seguir, pero no puedo; mi rabia aún sigue presente. Además de que no puedo pasar otro día más trabajando para el hombre que se cogió a mi… digo, mi exprometida.

Escuchar esa palabra alegra el corazón de Hades, pero intenta calmarlo.

—Lo siento mucho, señor Gonzales, sé que lo que hice no estuvo bien, pero Kayla no tiene la culpa, ella es la única inocente aquí; si usted quiere, puede golpearme, no me defenderé, así desquitará su ira reprimida —dijo Hades. Hugo asiente su propuesta.

Hades se levanta de su escritorio. Acercándose a él y sin previo aviso, Hugo le da un fuerte puñetazo en la cara que lo derriba al piso. La boca de Hades es invadida por el sabor metálico de la sangre.

Hades se pone de pie sintiendo dolor en su quijada y cómo una gota de sangre baja por su labio.

—También le pido que usted me golpee —declaró Hugo colocándose recto como un árbol frente a su jefe.




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