Me había despertado como de costumbre y estaba casi lista para ir a la oficina, sabia de ante mano que sería un día complicado teniendo en cuenta la disputa de la noche anterior, la discusión había llegado a un nivel al que usualmente no llegaba, Nick y yo siempre procurábamos guardar nuestras distancias, por experiencia sabíamos que no era muy buena idea sobrepasar algunos límites del espacio personal, pero en algunas ocasiones ocurría tal como había sucedido horas atrás.
Di un suspiro mientras miraba mi reflejo, al menos una buena noticia había llegado en medio de tanto caos, Jenn regresaría en poco menos de 10 días, y sí que necesitaba, hablar con alguien que no fuera chico, mi madre o mi abuela. Jenna era la prima de Sam y mi mejor amiga, ellos habían llegado al mismo tiempo a mi vida y bueno le agradecía infinitamente a el cielo por eso, Jenn sabia todo sobre mi, incluyendo mi enamoramiento por su primo, aunque ella constantemente repetía que en realidad no estaba enamorada de Sam, y que yo solo quería obligarme a amar a otra persona.
Una vez tuve puestos mis tacones camine lentamente a la sala, para encontrar a mi madre y a mi abuela sentadas en el gran sillón de la sala de estar compartiendo un café, me acerqué para saludarlas con un beso y después camine a la cocina a buscar un café para mí mientras y revisaba que todo lo que necesitaba estuviera en mi bolso para poder ir a la oficina. Necesitaba comprar un auto pronto, no soportaría más viajes en autobús a el trabajo y de regreso, en cuanto corrobore que todo estuviera en orden y revise la hora asegurándome que tenía 5 minutos para compartir con mi familia me senté frente a mi madre y mi abuela.
-Linda hace cuanto que no te veía, si no vengo no me imagino cuanto tiempo pasaría para verte de nuevo-
Y hay estaba Abigail Taylor, tan dramática y cariñosa como de costumbre, sonreí abiertamente mientras le daba un sorbo a mi taza de café. Mi madre y yo no habíamos mudado de la casa de los Taylor hacia poco más de 3 año, habíamos llegado aquella casa cuando mamá tenía 18 años, la señora Taylor la había encontrado llorando a mitad de la noche en un parque, cuando regresaban de un baile, los padres de mi madre la echaron de casa cuando se enteran que estaba embarazada, la abuela en ese entonces con 29 años se convirtió en el ángel de la guarda para mamá, la llevó a su casa le dio trabajo, un techo y una cama donde dormir, comida y estudio, sin importarle que estuviera embarazada.
El señor y la señora Taylor tenían a Nicholas un encantador y tierno niño de 2 años, el cual mamá cuidaba todos los días. Al poco tiempo mamá se ganó el cariño de todos en la casa y la acogieron como si fuera su propia sangre, como una hija más para ellos, cuando nazi, me acogieron y me trataron como su pequeña nieta, dos años más tarde la familia le dio la bienvenida al pequeño Max.
-Abuela hace menos de un mes que nos vimos, y sabes que no es que no quiera verlos, es solo que mi jefe es tan encantador que logra hacerme pasar todo mi tiempo con él.
El sarcasmo con que el dije aquellas palabras hicieron que las dos mujeres sentadas frente a mí se rieran sonoramente.
- ¿Cuándo será el día que ustedes dos paren de pelear? ¿Dónde quedaron mis dos pequeños que jugaban a ser los padre y protectores de Max?
La mirada de nostalgia que acompaño las palabras de la abuela me hizo suspirar, esos sí que eras tiempos muy lejanos y en donde quizás la paz en casa nos acompañaba con más frecuencia.
-Ay abuela, de esos niños ya no queda más que el recuerdo, Nicholas y yo hace mucho que no compartimos más que nuestros pleitos y desacuerdos- le di un sorbo a mi café antes de continuar hablando- No estoy segura en qué momento yo me convertí en una molestia para él, pero si sabe recordarme y castigarme por ello, aunque debo admitir que no me quedo de brazos cruzados cuando eso sucede, nuestros caracteres hacen más difícil la convivencia de lo que debería ser.
-Sabes cariño- Intervino mi madre esta vez- Este tipo de conflictos solo se dan entre perros y gatos o enamorados, quieres contarnos en cual punta están ustedes.
No me sorprendía en absoluto el comentario de mi madre, desde los 15 años escucho a estas dos mujeres decir con total convencimiento que terminaremos juntos y que todos nuestros conflictos se dan por que estamos enamorados, pero somos unos cobardes para dejar de lado las peleas y aceptar lo que sentimos el uno por el otro, por lo que comentarios como ese siempre tenían lugar cuando el tema de conversación éramos Nick y yo.
-Definitivamente en la perros y gatos madre, así que ustedes dos señoras dejen de querer ver cosas donde evidentemente no existen, quisiera que las cosas fueran diferentes, que al menos una buena relación como la que tengo con Max pudiera existir con Nick, pero el simplemente hace que todo sea imposible, espero que un día no terminemos matándonos, o destruyendo el edifico de Taylor’s.
-No lo digas no en chiste jovencita, que tendrían grandes problemas y te advierto que donde algo de eso suceda terminaran juntos aislados en algún lugar hasta que logren llevarse como dos personas civilizadas.
La voz de reprimenda de la abuela me puso la piel de gallina, sí que lo había tomado enserio y claro sabía que, si nos acercábamos, aunque fuera un poco a cruzar los límites de nuestras peleas en verdad terminaríamos aislados donde nadie pudiera ayudarnos hasta que lo arregláramos.
-Sabes algo mi linda niña- Agrego la abuela después de darle un sorbo a el café- pronto llegara el momento en el que ustedes dos se den cuenta de lo que sienten el uno por el otro, Nick ya no es el niño inmaduro de hace años y tú siempre has sido una mujer muy inteligente, solo será cuestión de tiempo.