Perdidamente

Epílogo

Anna:

Toco nuevamente el timbre de la casa de Drake, el idiota de mi novio. Drake abre la puerta y me sonríe, pero su sonrisa se desvanece en el instante en que ve mi expresión.

—¿Amor...?

Lo corro del camino y entro a su casa, él cierra la puerta detrás de él y me mira, precavido.

—¿Que pasó exactamente ayer?—pregunto, Drake iba a responder, pero lo interrumpo cuando me di cuenta de sus intenciones—. Ni te atrevas a mentir, Drake.

El traga saliva algo nervioso.

—Yo... no quise Anna, lo siento, fue un error...

Sonrío dándole toda la razón del mundo.

—Exactamente, fue un error nuestra relación.

—Anna... ¿realmente vas a terminar con esto? —intenta acercarse a mi, pero lo detengo levantando una mano— ¿Vas a tirar este año a la basura por algo insignificante? Yo te amo.

—¿Acaso me ves la cara de idiota o que? —pregunto, confundida— Esa pregunta tendría que hacerla yo, ¿realmente tiraste a la basura algo de un año por algo de una noche?

Él desvía la mirada, iba a decir algo pero lo interrumpo.

—¿Esta es la primera vez, Drake? —el no me mira, pero tampoco responde, y eso fue más que suficiente— Esto es genial, eso quiere decir que no es la primera vez que me vez la cara de estúpida —niego con la cabeza, sintiéndome la persona más idiota del mundo—. ¿Cuántas veces?

—Dos...tres...no lo sé. Realmente lo siento, Anna.

Mierda.

—Yo siento haber perdido mi tiempo con vos, Drake. Sos un idiota.

Y me dispongo a salir de su casa, ignorando sus estúpidos gritos e intentos ridículos para que me quede.

Así que te vieron la cara de estúpida más de una vez... genial Anna.

Suspiro y siento una gota caer en la punta de mi nariz al mismo tiempo que escucho mi celular sonar; es Andy, mi mejor amiga desde tiempos inmemorables.

—¡Anna! Amiga, necesito juntarme contigo ya mismo.

Trago el nudo de mi garganta y asiento aunque no pueda verme.

—Claro, podes venir a mi departamento.

—¿Anna?—pregunta, preocupada—¿Que te pasa?

—Drake es un idiota con todas las letras—digo y me seco una lágrima rebelde que salió de mi ojo.

Vamos Anna no llores por un idiota.

—Eso es algo que ya sabíamos—dice y sonrío un poco, escucho un suspiro de su parte—¿compro helado?

—Si, por favor.

—Perfecto. ¿Sabes? Esto me hace acordar a cuando teníamos diecisiete años y yo estaba mal por el bastardo de Charles.

Río ante su comentario.

—Y ahora con veinticuatro años pasamos por la misma situación—niego con la cabeza, volviéndome a sentir como una idiota—. Soy patética.

—Oh no amiga, vos no sos patética, el es un hijo de perra que no supo valorar a la mujer que tenía al lado, pero bueno, allá el. ¿Viste que esta por llover? —pregunta, cambiando el tema, miro al cielo gris y otra gota cae en mi cara—Es rarísimo, no habían pronosticado lluvia hasta la próxima semana.

Me encojo de hombros aunque ella no pueda verme.

—Te tengo que colgar, adiós.

—Adiós.

Y cuelgo.

La verdad es que no tenía ganas de seguir hablando.

Otra gota cae sobre mi, y luego otra, y otra, y otra... hasta que son varias y comienza a llover. Pero yo no corro hasta abajo de un techo, ni tampoco intento cubrirme el pelo con mi mini mochila, ¿para que? Me vería más patética de lo que ya soy ahora y encima me mojaría de todos modos, de paso, está la posibilidad que con mi suerte, me caiga. Así que me dispongo a caminar bajo la lluvia sin ningún apuro.

Camino distraídamente, pensando en lo idiota que es Drake, ¿engañarme? ¿En serio? Una lagrima cae por mi mejilla, luego otra y otra, y no las detengo.

Mi madre desde que soy una niña me dijo que llorar hace bien, y que no retenga las lágrimas. Y tiene razón, ¿no les pasa que cuando intentan retener las lágrimas se les hace más difícil? El nudo que tienen en la garganta se hace más intenso, como la punzada en el pecho. Y es horrible. Entonces, si estoy sola, esta lloviendo y la lluvia puede disimular mis lágrimas, ¿por qué no hacerlo?

¿En serio tan fácil es aburrirse de mi?

¿Tan fácil es pensar que estar con otra persona no es tan importante solo por ser yo?

¿Realmente no soy lo suficientemente importante para que engañarme sea tan insignificante?

¿Valgo tan poco?

Me paso las manos por mi rostro, algo frustrada, mientras cruzo la calle, hasta que siento una bocina muy cerca de mi, logrando que me espante. Veo a mi derecha y veo un auto muy cerca de mí y a un chico mirándome como si fuera una loca. Se acerca hacia la ventana y saca su cabeza por ella.

—¿Estás loca?—pregunta, algo alterado—¿Como vas a cruzas así? ¿No sos consciente de que hay un semáforo? Podría haberte atropellado.

Ah, ¿y este que? ¿No se da cuenta que estoy mal? Otro idiota más, genial.

—¡Pues hubieras acelerado y listo, idiota!—grito lo suficientemente alto para que logre escucharme. Él frunce su ceño confundido ante mi reacción.

—¿Pero que...? ¿Querías que cometiera un homicidio?

Ruedo los ojos y me dispongo a seguir caminando. Escucho su motor y creí que era para seguir con su camino, hasta que lo escuché más cerca y  luego escucho la puerta de su auto cerrarse. Frunzo el ceño al sentir sus pasos detrás de mi.

¿Es un loco o que?

—¡Hey, chica loca! —me detengo ante su apodo ridículo, me doy la media vuelta y lo miro y me encuentro con su sonrisa— ¿Querés que te lleve a tu casa?

¿Dejar que un chico desconocido y que acabo de conocer me lleve a casa? Claro, muy lógico.

—Puedo caminar, no se si te enteraste, pero darle uso a las piernas no es malo—esta vez yo le dedico una sonrisa.

—Vamos, casi te atropello, déjame llevarte hasta tu casa, además, está lloviendo demasiado—vuelvo a mirar hacia el cielo y luego lo miro a el nuevamente, dudando—. ¿Cuánto tenés que caminar más o menos?

Me lo pienso un poco.

—Unas diez calles más—digo y lo miro directamente a los ojos.




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