La noche en la que acepte ser tu novia, estaba completamente estrellada y yo pensé que ese era un buen signo, ¿no es así como empiezan las cosas mágicas y eternas?.
(La noche en la que terminaste conmigo también. Comprendí que aunque pensaba que ya era mayor como para creer en los cuentos de hadas donde todo era felicidad y finales felices, todavía lo hacía, pero en la modernidad ya no existe eso, los finales feliz sólo están en los libros. Quizás una parte de mi aún siga siendo una niña ingenua.)
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—¿Querés más pizza, Grace?—preguntaste con la boca llena, mirando fijamente el cielo, como si no pudieras evitar admirar las estrellas o esperar encontrar una respuesta en ellas, sabía por tu propia boca que a veces la mirabas para intentar aclarar tu mente, "estoy seguro de que ellas tienen la repuesta a todo" dijiste esa vez.
—Nop—murmure mientras te miraba—, y deja de decir mi nombre cada vez que me preguntas algo, eso suena a como si no nos conociéramos de nada.
—Tu nombre es demasiado lindo como para que deje de decirlo, creo que tendrías que preocuparte más cuando deje de usarlo.
—¿Por qué?—dije con curiosidad, alargando una mano para jugar con tu pelo.
—Porque significaría que ya no me parece lindo.
—¿y eso es malo?—pregunto mientras arrugo la cara con desconcierto.
—Lo es, porque significa que amo una parte de ti mucho menos que antes.
—¿Y cuánto me amas?—murmuro muy bajito para que no me escuches, pero lo haces, siempre los haces.
—Demasiado como para ponerlo en palabras, Grace.—Tiras de mi en un abrazo y yo aprovecho para esconder mi cara demasiado roja en tu hombro.
—¿Cuando aceptaras ser mi novia, grace?—murmuraste en mi oído, haciendo que levante la cabeza y te mire a los ojos, generando que sonrías, levantes la mano y acaricies mi mejilla—. Todavía no olvido que me debes una respuesta, han pasado dos meses—comentas, antes de darme un beso en la comisura de mis labios y otro en mis labios, pero es demasiado rápido y apenas apoyas tus labios en ellos, como la caricia de un pétalo. Sonreís cuando intento acercarme a tus labios y das vuelta la cara, haciendo que comencemos un juego donde tu me esquivas. Hasta que nos das vuelta de golpe, haciendo ahogue un grito.
—Acepto—digo mirando como tu expresión cambia y me das una gran sonrisa, antes de darme pequeños picos en mis labios, por lo que me quejo y tu ríes, apartando un poco tu cabeza y mirándome unos segundos, antes de volver a bajarla y besarme despacio, como si no tuvieras apuro, pero de una manera en la que luego me deja jadeando y pidiendo por más.—. Luca... no me rompas el corazón.
—No lo haré, lo prometo—murmuras sobre mis labios, antes de volver a besarme.
Te creí, fui tonta y lo hice, no pensé en que las promesas, por muy importantes que fueran, son solo una palabra, una palabras que puede ser rota. Tres sílabas que son importantes para uno, pero la palabra mentira también tiene tres sílabas y es igual de importante.