Perdido en ti.

Capítulo 11 | El día en que aprendí a tomar decisiones.

Aleska

20 de Agosto, 2019

— ¡Luces preciosísima! —Aplaudí con emoción al ver el vestido que mi hermana llevaría en el día más importante de su vida— Eva, eres muy hermosa.

El día de la boda de mi hermana era hoy y yo sería una de sus damas de honor. Bruno, Rosé y Wonho habían sido invitados y no fui capaz de invitar a Filip por Rosé, no quería que ella se sienta mal al verlo de nuevo pues esa noche del desfile hizo que nada volviera a ser lo mismo:

—Filip me dijo que quiere verme dentro de cinco minutos en el vestíbulo —Rosé me dijo antes de levantarse de la cama que estaba compartiendo conmigo. Wonho dormía en un sillón que había en la habitación— No te asustes si tardo en volver.

— ¿Te has vuelto loca tal vez? —le grité o eso intenté pues estaba mucho más dormida que despierta— No vas a ir a ningún lado, menos si es con Filip.

—He hecho esto cientos de veces —rió con nostalgia— Además, ya le he dicho que sí.

—Maldición Rosé, no quiero que vayas con él —me senté en la cama y traté de abrir un poco más los ojos.

—Aleska...—rogó.

—Iremos y me quedaré allí hasta que termines de hablar con él —le dije— No voy a dejar que caigas en sus redes de nuevo.

Así fue como ambas terminamos en el vestíbulo del hotel. Ella hablaba con Filip de frente mientras yo decidí sentarme en un lugar en el que él no pudiese darse cuenta de quién era y por suerte, escuchaba la conversación con claridad:

—Me ha sorprendido mucho que vinieras con un hombre —tomó su mano para acariciarla— Rosé ¿Cómo has sido capaz de hacerme algo como eso a mí, que te he amado tanto?

—Tú no me has amado tanto como dices haberlo hecho —soltó con dureza haciendo que me sentara mejor para escuchar todo— Mientes cuando lo dices.

—Te amo —confesó viéndola directamente— ¿Tienes alguna duda respecto a eso?

—Afortunadamente ya no tengo duda alguna —sonrió y él también lo hizo— Sé que no me amas, tú y yo no tenemos ese algo que se puede llamar amor verdadero y lleno de sinceridad. Qué lástima que apenas y pude darme cuenta.

— ¿Quién te ha metido tantas estupideces en la cabeza, Rosé? —comenzó a acercarse a sus labios y ella cerró los ojos. Estuve a punto de ir hacia ellos cuando ella lo alejó y se puso de pie.

—Ya nada es lo mismo, ya no causas que sienta mariposas en mi estómago, mis labios ya no quieren besar los tuyos, mi alma ya no quiere pertenecerte, tu nombre ya no merece estar escrito en mi corazón. A partir de ahora, borraré tu nombre y escribiré el de una persona que sea merecedora a ello.

— ¡Aleska! —La voz de mi madre me trajo de vuelta al presente y le sonreí— Ponte el vestido antes que el tiempo siga transcurriendo.

—Tienes razón, he estado perdiendo el tiempo —reí y la abracé— Por favor, haz que luzca bonita porque el hombre de mis sueños estará presente.

— ¿Hablas de Bruno Bosko? —Mi hermana cuestionó con curiosidad— Ese hombre sí que vale la pena, hermanita.

— ¿De quién más podría estar hablando? —Reí dejando que mi madre empezara a ponerme el vestido— Ese hombre me gusta demasiado.

—Hermanita, aquello lo puedo notar a kilómetros —Eva sonrió— ¿Has sabido algo de tu amiga Rosé? Ella me ha parecido una gran mujer, es ella muy dulce.

—No he hablado con ella desde ayer. Solo sé que ya está en el país y que sabe cómo llegar hasta la iglesia. Rosé conoce perfectamente a Bruno desde hace mucho.

— ¿Cómo? —Eva sonrió— Vaya casualidad...

—Sus padres son muy amigos, además Rosé mantuvo una relación con el hermano de Bruno. Eso es algo muy doloroso para ella así que nunca le mencionen nada de Filip Bosko.

—Debe haber sido un amor bueno, sin embargo cambió de la nada. Cuando pasa eso, el amor solo se transforma en dolor.

Asentí y no respondí nada. Posiblemente podía tener toda la razón.

Horas más tarde, ya estaba en el altar junto con las demás damas de honor y el novio esperando a que mi hermana entrara por la puerta de la iglesia. Observé a Bruno con atención al ver cómo reía con mi amado mejor amigo y me sentí emocionada al ver como las personas más importantes de mi vida podían formar una amistad. Rosé mantenía a Wonho con una sonrisa, ella decidió mantener su cabello negro y debo admitir que se veía impresionante.

En ese mismo instante, sucedió lo más esperado del día cuando mi hermana entró por esa puerta acompañada por nuestro padre. Vi como a su prometido se le llenaron los ojos de lágrimas al igual que a mí, parece que fuera ayer que éramos unas adolescentes recorriendo las calles de Praga tomadas de la mano y riendo sin parar.

Allí fue cuando pensé: ¿Qué se siente llegar a casarte con esa persona que te ha demostrado que sí existe el amor real? Reí y por inercia observé a Bruno una vez más, me sonrió y yo hice lo mismo.

La ceremonia no duró mucho así que fuimos a la recepción antes que anocheciera. Luego de un rato, me acerqué a saludar a algunos invitados.

— ¡Qué gusto es tenerte aquí! —abracé a mi mejor amigo y dejé que plantara un beso en mi frente— ¿Has visto a Bruno? Vi que estaban conversando un poco en la iglesia.

—Debe estar cerca —lo buscó con la mirada— Oh, lo encontré.

—Debería ir a saludarlo —sonreí y me despedí. En el trayecto me encontré a Wonho y Rosé tomados de la mano— Hola chicos, qué bueno es verles.

—Aleska, ya es momento de hacer eso que dijimos hace un mes —Wonho me tomó del brazo con cuidado y me susurró— Por favor, no aguantaré ni una hora más.

—Bien —susurré— Rosé, hay algo que tenemos que hacer —hice que ambos me siguieran hasta afuera. Por más que quería que aclararan todo de una vez, no sabía de qué forma podría terminar todo esto.

Bruno

Salí a tomar un poco de aire y encontré a Aleska, Rosé y Wonho un tanto lejos de donde yo me encontraba.

—Me quedaré aquí —les informó Aleska— Esto es algo solamente suyo, yo no tengo nada que hacer aquí. El momento de hablar y de tomar decisiones importantes ha llegado, su momento ha llegado.




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