Rosé
27 de Agosto, 2019
Llegué a casa con una expresión de cansancio único. Moría de la tristeza al no poder estar con Wonho, pero tal vez las cosas mejorar ahora que he vuelto a mi hogar. Lo primero que hice fue tomar todas las fotos que tenía con Filip y guardarlas en una caja en el sótano, no quería volver a verlas en un buen tiempo.
—Mamá, ya he llegado a Polonia así que me gustaría que vinieras a casa para que podamos hablar –le envié un mensaje de voz a mi madre—
Busqué mi computadora portátil y la encendí para revisar lo último que había escrito antes del viaje a Corea. Suspiré de nuevo y me sentí realmente sola. ¿Es que esta es la vida que me depara? Tal vez debería volver a Corea ahora mismo y correr hacia los brazos de Wonho.
Me levanté del sofá y me dirigí a la ducha para poder refrescarme un poco antes de llamar a Wonho a ver cómo se encontraba. Media hora después salí de la ducha y apenas me puse mi pijama, llamé a Wonho:
— ¡Wonho! —Saludé a la cámara moviendo mi mano con emoción— ¿Qué has estado haciendo?
—Tratando de acostumbrarme a llevar la vida que tenía antes que nos conociéramos —sonrió y vi cómo acomodaba un par de cosas de su estudio— Solo no nos hemos visto por un día, por suerte mañana es miércoles. El viernes en la tarde tomaré un vuelo para pasar un tiempo contigo.
—Dime ¿Acaso nuestros vida va a ser así a partir de ahora? —Sonreí con lástima— Sinceramente, necesito volver a Corea.
—Hemos dicho que permanecerás en tu verdadero hogar por un mes al menos. Al final del mes, me dirás cono te ha ido.
—Mi cumpleaños es en septiembre —confesé— el mes de agosto está por terminar. Cumplo treinta y uno el 8 de septiembre.
—Me mantendré a tu lado toda la semana de tu cumpleaños —rió y observé que escribía algo en ese cuaderno negro que tanto apreciaba— Rosé ¿Ya te has comunicado con alguien en Polonia?
—Le he dicho a mi madre que venga a verme —suspiré— No sé si quiera hacerlo. Supongo que Aleska ya se imaginará que ya he llegado porque ella estaba al tanto de nuestros planes.
— ¿Sabes? Me he acostumbrado a tu agradable presencia en tan poco tiempo por lo que ahora me siento muy solo.
—Sé lo que se siente —sonreí triste— A fin de cuentas, he estado sola por tanto tiempo que ya se ha vuelto algo casi normal en mi vida.
—Sabes que no estarás sola ahora que me has conocido —me brindó una de sus preciosas sonrisas—
—Ambos sabemos que no podemos estar todo el tiempo juntos...
—Rosé, conoces cuál es nuestra realidad.
—Podemos desafiar la realidad, o incluso la gravedad si quisiéramos —mencioné— Es solo cuestión de cada uno de nosotros.
—Somos adultos y poseemos muchas responsabilidades, Rosé...
—No quiero que peleemos por esto —reí y al momento, tocaron el timbre— Te hablo después, parece que mi madre ha llegado.
—Cómo quieras preciosa flor, te adoro —mandó un beso e imité su acción para luego colgar—
Me levanté con pereza a abrir la puerta, al hacerlo me encontré con mi madre llena de bolsas. Maldecí en mi interior, siempre intentaban compensar el cariño con regalos costosos.
—Vuelvo a pedirte perdón ahora que te veo una vez más –mamá me dio un abrazo— Filip me contó la verdad y por eso, ya sé que tú no mentiste en ningún momento.
—Solo diré que me sorprende que Filip haya confesado la verdad luego de mantenerla oculta por tantos años –reí con sarcasmo— Y todavía me duele que no hayas confiado en mí desde el primer momento. Por suerte, conocí a alguien que logró quitarme toda esa ira de encima.
Dejó las bolsas en uno de los sillones y cerré la puerta. Me dirigí a la cocina y vi como ella me seguía.
— ¿Rosé, te quedarás en Polonia?
—Es algo que Wonho y yo no lo decidimos todavía —respondí— No tengo intenciones de presentártelo pues él es una persona demasiado buena, y tal parece que a ti te gustan las personas que ocultan todo lo malo en su interior.
Mamá no dijo nada y yo solo me limité a observarla cruzada de brazos. Ahora intentaré ser una nueva persona que no se deje lastimar de absolutamente nadie.
Aleska
Reí recostada en las piernas de Bruno mientras hablábamos de diferentes temas en su oficina.
— ¿No te has dado cuenta que cualquiera podría entrar y encontrarnos aquí? –Reí— Por suerte, pronto terminará nuestro turno de trabajo e iré a comprar un par de pastelitos.
— ¿Eres una fiel amante de los dulces, cierto? –sonrió plantado un beso en mi mejilla haciendo que me sonrojara por completo—
— ¡Por supuesto que sí! –Sonreí poniéndome de pie— Mi hora de trabajo terminará dentro de diez minutos así que me iré a mi oficina ahora mismo a recoger mis cosas. Te veo mañana –besé su mejilla— Te escribiré un mensaje más tarde.
—No me días, Aleska ¿Acaso crees que no iré contigo a comprar esos dulces? –Al escucharlo decir eso, no pude evitar reír con fuerza—
—Bruno, déjame decirte que te has convertido en mi guardaespaldas personal—hice una reverencia— Supongo que debo agradecerte por ello. Iré a recoger mis cosas, nos vemos en un rato.
—Nos vemos en unos minutos, hermosa Aleska —reí con nervios y salí de su oficina con una sonrisa—
Media hora después llegamos al lugar que Bruno me recomendó para obtener dulces de todo tipo, éste no soltaba mi mano en ningún momento.
—Bruno, espérame un momento que iré a traer algo —solté su mano con delicadeza y no esperé a que respondiera. Me acerqué al lugar que se encontraban los chocolates para comprar unos cuantos, cuando un hombre se me acercó:
—Señorita, usted es muy bonita –Me halagó con una sonrisa y yo simplemente reí—
—Gracias, me hace sentir alagada –hice una reverencia—
— ¿Cuál es su nombre? Claro, si me permite tener el honor de saberlo.
—Me llamo Aleska –le sonríe— ¿Cuál es tu nombre?