Perdido en ti.

Capítulo 23 | Fiesta de máscaras.

Filip

28 de marzo, 2020

—Se ven hermosas hoy, ambas —alagué a Aleska y Rosé al verlas luciendo tan lindas para la fiesta de máscaras. Aleska llevaba un enorme vestido color rojo, a esa mujer sí que le encantaba aquel dichoso color, y Rosé un vestido azul con rosas rojas dibujadas en él.

— ¿Crees que Bruno me reconozca con este grandioso disfraz? —Aleska cuestionó probándose un elegante antifaz.

—Eso es solo un antifaz —Rosé la molestó causando que los tres riéramos con fuerza. La hermana menor de Wonho: Young Mi, apareció con el vestido que las chicas le habían regalado.

— ¿Qué les parece? ¿Me veo bien? —sonrió y Rosé aplaudió con fuerza.

— ¡Eres una belleza! Te ves muy bonita con ese vestido, creo que hicimos una muy buena elección ¿Cierto, Aleska?

—Por supuesto que sí —ambos aplaudimos— Ya tenemos que irnos ahora mismo si lo que queremos es llegar a tiempo.

Ayudé a cada una de las chicas a bajar hasta el primer piso debido a los enormes vestidos que llevaban puestos. Llegamos al lugar en el que se realizaría la fiesta en unos cuantos minutos y antes de bajar de la lujosa limosina que habían alquilado para nosotros, Aleska se aseguró de colocarse su antifaz y reí negando con la cabeza.

Entramos y todos nos separamos de repente, de lejos vi como Rosé corría a encontrarse con Wonho y esbocé una pequeña torcida. Sí que me había sorprendido que ellos dos se casaran en Las Vegas de repente, pero hizo que mi alma se sintiera tranquila al saber que existía alguien capaz de cuidar a Rosé, incluso mucho mejor de lo que yo la había cuidado. Volteé a ver y me encontré con Jane, carraspeé y le dije:

— ¿Jane?

— ¿Sí? —Regresó a verme y me dedicó una tímida sonrisa.

— ¿Quieres salir conmigo? —pregunté en voz baja. Mi corazón sanó y ahora ya me he dado cuenta que Jane despierta cierto interés en mí. Tal vez, es el momento de dejar en pasado y pensar en el futuro.

Rosé

—Qué esposo para más atractivo que tengo —molesté a Wonho, causando que este ría por un segundo— En verdad, te ves muy guapo.

—Si yo me veo muy guapo, no sé qué debería decir acerca de tu belleza, mi hermosa diosa del Olimpo—plantó un pequeño beso en mis labios.

—Corazón, tengo que ir al baño. Volveré en unos momentos —sonreí y me fui alejando de él con rapidez, no me gustaba que estuviéramos separados.

Al entrar al baño me encontré a mi madre por lo que estuve a punto de darme la vuelta e irme, sin embargo ella fue mucho más rápida y le puso seguro a la puerta.

—Rosé —susurró— Hay algo que necesito decirte ahora que has dicho que no quieres que volvamos a formar parte de tu vida.

—Puedes decirlo por favor, solo con la condición que sea la última vez que tenemos cualquier tipo de conversación —le dije con un semblante serio. Mi humor cambió repentinamente apenas la vi.

—Esto es complicado para mí, así que espero entiendas por qué no fui capaz de decírtelo años atrás —suspiró antes de continuar— Tenías una hermana gemela hasta los seis años...

— ¿Qué dices? —Enarqué una ceja— ¿Debería creer en lo que dices?

—Te hablo con el corazón, créeme por favor —echó un cabeza hacia atrás— Un día, fuimos a un paseo familiar en la playa y nos descuidamos por un momento, Melisa se ahogó y ya fue muy tarde para salvarla. No pudimos hacer nada para mantenerla con vida. A partir de ese día, ninguno de nosotros quiso volver al mar y por eso le temes tanto. Hicimos que cumplieras todos esos sueños que tu hermana no fue capaz de cumplir, por eso queríamos que trabajaras como la modelo principal en la empresa de los Bosko. Disculpa por haberte dicho algo tan delicado después de tanto, te juro que lo lamento —dicho esto, salió del baño y me dejó allí sola, soltando enormes lágrimas.

Me di la vuelta y puse mis manos en el lavabo mientras me observaba al espejo con tristeza. Mis ojos ya estaban rojos y lágrimas tras lágrimas rodaban por mis mejillas, no haría nada para detenerlas. Mis padres me habían convertido en ella y gracias a las palabras de mi madre, ya logré entender por qué siempre me siento fuera de mi misma. Yo no era Rosé, había sido Melisa para mis padres durante más de veinticinco años.

¿Cómo pudieron ocultarme algo tan fuerte? ¿Cómo por tantos años? Maldición, habían puesto en duda toda la razón de mi vida.

Si antes no fui tan feliz y sin ganas de vivir, en este mismo instante solo quiero morir. Tal vez debería morir esta misma noche.

Bruno

Estaba pidiendo una copa de vodka cuando observé a Aleska a lo lejos, a pesar que ella llevara un antifaz. Tomé rápido el vodka y me dirigí hacia ella.

— ¡Aleska! —Grité en su oído, haciendo que asustara mucho y colocara sus manos en su pecho.

— ¿Bruno? ¿Cómo has podido reconocerme entre tantas personas? —Hizo un puchero, creo que no esperaba que la reconociera al llevar aquel elegante antifaz.

—Te reconocería entre millones de personas, tus ojos son únicos e inconfundibles para mí. El brillo que estos emanan, me atrae como un fuerte imán.

Sonrió y solo juntó nuestros labios por pocos segundos. Al separarnos, volvió a sonreírme y me abrazó como solo ella sabe.

—Te amo con mi vida ¿Está perfecto?

—Más que perfecto, mi vida. También te amo —acaricio su cabello con delicadeza por varios segundos— Eres lo mejor que me pudo haber pasado en la vida.

Filip

Me encontré a Wonho y terminamos conversando de cosas aleatorias.

— ¿No te parece gracioso que esta fiesta sea en un hotel y que nos hayan asignado una habitación a cada uno de nosotros? —rió.

—Antes me parecía gracioso, solo que ya me he acostumbrado.

Rosé apareció, sonrió y lo abrazó como si su vida se fuera se fuera a acabar. Unos segundos le sonrió una vez más a Wonho, por lo que él volvió a abrazarla de nuevo.




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