Filip
14 de octubre, 2020
Bajé de mi automóvil con una sonrisa torcida. Aleska me había contado que Rosé había tenido un fuerte ataque de ansiedad gracias a sus padres, por lo que me dirigía a casa de estos.
—Buenos días, señores Sullivan –saludé cuando la señora Sullivan me abrió la puerta.
—Buenos días Filip ¿A qué se debe esta visita?
—Quiero hablar seriamente de algo con ustedes, por favor déjeme entrar para hacerlo cómodamente –pedí y ella me dejó pasar. El padre de Rosé se encontraba viendo la televisión.
—Filip, que bueno que has venido a visitarnos.
—Hay algo que quiero que sepan, no tengo mucho tiempo hoy así que trataré de decirlo rápido y de la mejor manera –suspiré y me senté en uno de los sillones— Por lo que sé Rosé vino hace unos meses atrás y les dijo que quiere que olviden que tiene un hija y eso es lo correcto.
—No nos interesa nada que tenga que ver con nuestra supuesta hija.
—Por esa misma razón, les pido que se alejen de ella. Lo mejor que pueden hacer por su bienestar y el de ella, es omitir la existencia del otro. Les pido que la dejen vivir aquella vida que tanto quiere, la dejen ser feliz con quien desea, hacer esas cosas que ama hacer, ser exitosa a su manera, ser ella misma quizá. Permítanle tener esa vida que nunca pudo, que vuele con alas y ustedes también busquen vivir tranquilos. Nadie sabe si en una segunda oportunidad en la vida, podrían llegar a tener una buena relación, pero aquello lo veo bastante alejado de la realidad. Rosé volverá a rehacer su vida en un país muy lejano al nuestro, ustedes buscarán otra forma de vida, dejaremos ir a quienes conocemos de toda una vida, abandonaremos esa vida que conocemos hasta el día de hoy. Y lo más importante es que aprenderemos a tomar buenas decisiones, así que olviden que ella existe y se encuentra en algún lugar de este inmenso mundo. Se los pido hablando con el corazón en la mano, por favor háganlo por su bien.
Rosé
16 de octubre, 2020
Me levanté muy temprano para poder ayudar a Wonho a empacar pues ese sería su último viaje a Seúl antes que yo también me fuera con él.
—No olvides comprar esa comida que tanto me gusta, sabes que me mudaré en dos semanas exactas –acomodé el cuello de su camisa con una creciente sonrisa.
—Compraré la comida un día antes de venir a Polonia por ti –me sonrió plantando un largo beso en mi labios— ¿Ya decidiste que hacer con tu casa y auto?
—Hablaré con Aleska más tarde, ella tiene mucho que ver con esa decisión –le comenté antes de darle un abrazo— Ya vete, nos veremos pronto.
—Como digas, preciosura –rió plantando ahora un beso en mi mejilla— Te veo en dos semanas, recuerda que te amo.
—También te amo, Wonho –sonreí viendo como salía de casa en dirección al aeropuerto— Le llamaré a Aleska para que me acompañe al médico –susurré para mí misma y en ese instante, la mencionada entró a casa con una ligera sonrisa.
—Vine a acompañarte al médico ¿No pensaste que lo olvidé o sí? –Rió y negué con la cabeza— Me encontré a Wonho afuera, me dijo que había algo que querías decirme.
—Pienso decírtelo después de mi cita con el medico ¿Está bien? –Le sonreí y tomé mi bolso— ¿Nos vamos?
—Claro que sí, apúrate si queremos llegar a tiempo.
Mi cita con el medico fue muy buena pues dijo que el tratamiento estaba funcionando sin duda y eso nos alegró mucho. Aleska y yo íbamos saliendo del hospital, y le dije:
—Vamos a una bonita cafetería ¿Si? Quiero contarte la decisión que he tomado en un lugar un tanto agradable.
—Como quieras, Rosé –Me sonrió y condujo hasta una cafetería algo cercana. Llegamos, entramos al lugar y pedimos un par de cosas— Ya que estamos aquí, puedes contarme…
—Sabes que me iré los primeros días de noviembre y estaba pensando en que debería de hacer con mi casa y coche…
— ¿Lo que quieres es que te ayude a venderlos? –Enarcó una ceja— Ya sabes que lo haría antes de que me preguntaras.
—No seas tonta Aleska, eso no es lo que iba a decir…
—Oh, entonces siento haberte interrumpido. Puedes seguir, por favor –rió y tomó un sorbo de su café.
—Me di cuenta que Bruno y tú tienen planes de comprar una casa para ambos y vender tu departamento. Quiero que mis pertenencias te las quedes tú y ambos puedan vivir en mi apartamento, quiero que sean los dueños de todo.
— ¿Estás hablando de darnos tus propiedades?
—Obviamente que sí, quiero que todo aquello quede a tu nombre. Al principio, sí que estaba pensando en venderlo todo pero luego recordé que sería mejor dárselo a alguien en forma de agradecimiento.
—No tienes por qué hacer algo así, Rosé.
—Créeme que en verdad quiero hacerlo, déjame agradecerte por ser tan buena conmigo desde que nos conocimos–le sonreí— Quiero que tú tengas todo lo mío, por favor acéptalo.
—Es que Rosé, es mucho…