Perdiéndola (mia para siempre #2)

Asesino I

Holi boli, sí lo sé. Ustedes dirán otra vez tú por acá para que luego vuelvas a desaparecer y no acabes este libro. Ya va más de un año. Eres irresponsable y muchas cosas más y los entiendo porque también soy una lectora apasionada que detesta cuando las escritoras se esfuman sin más. Lo único que puedo decirles es que cada persona tiene una vida, responsabilidades, pasa por adversidades que no espera y debe buscar soluciones. La vida no es fácil para nadie y la escritura es algo que me apasiona y en donde simplemente soy yo.

Espero puedan entender y ponerse en el lugar de los demás. Gracias a las personitas que no se han rendido y siguen leyendo la historia. A las nuevas personitas que llegarán y a las que se fueron brindarles mis sinceras disculpas. PROMETO TERMINAR ESTA NOVELA ESTE MES. Y más allá de prometerselo a ustedes, me lo prometo a mí. Muchas gracias por leer. Espero su like, su comentario y no duden en inivtar a sus amigas(os) a leer y por supuesto a seguirme.

Muchas bendiciones para todos. Que todo les vaya bonito durante esta semana :)

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Si tan solo hubiera sabido que Nina estaba embarazada. Todos los días me levanto y miro a través de la ventana de mi antigua habitación. Al lado vive una familia con unos adorables gemelos. Unos niños de mejillas regordetas que le sonríen a la vida mostrando sus pequeños dientes. Me pregunto cómo sería si no hubiera discutido aquel día con ella. Si hubiera prestado más atención a la carretera y no a mis ansias por explicar lo que ya no tenía remedio. Quién sabe si ahora estaríamos juntos, si hubiéramos logrado superar las dificultades por nuestro bebé, después de todo el amor estaba ahí. Pero ese fatídico día no solo maté su amor por mí, maté a nuestro bebé. Ese día me convertí ante sus ojos como la peor escoria que haya pisado la tierra y es que si a mí me dolía tan profundo la pérdida de un ser que ni siquiera conocía, pero que era nuestro, imaginen el dolor que Nina sintió. Dicen que el amor de una madre es diferente al de un padre. Que las madres se sienten más vinculadas a los hijos por el hecho de haberlos llevado 9 meses en su vientre y talvez sea cierto. Pero el dolor de un padre también es profundo. Ese día me convertí en el asesino. Y aunque nadie me llevo a prisión, siento que he vivido en ella cada día.

Aún recuerdo aquel día como si fuera ayer, desperté en una cama de hospital con el cuerpo adolorido. Parpadeé varias veces para que mis ojos pudieran acostumbrarse a la luz, luego giré la cabeza lentamente y me encontré con la mirada de mi madre. Intenté hablar, pero tenía la garganta tan reseca que lo único que atiné a hacer fue una mueca o el intento de una.

—Oh mi niño, no hables cariño, no hables. Despertaste, por fin lo hiciste. No sabes cuan preocupados estábamos por ti—mi madre lloraba mientras acariciaba mi rostro, no entendía bien lo que pasaba. Lo único que quería era saber dónde estaba mi manzanita. Intenté levantar el brazo, pero se sentía tan pesado—. Tranquilo cariño, iré por el doctor. Todo estará bien—me sentía tan cansado, no tenía idea de cuánto tiempo llevaba allí, pero me preocupaba no ver a Nina, ¿Qué había pasado?

De pronto un hombre de bata blanca entró en la habitación.

—Hola Christian, soy el doctor Peter Evans—intenté hablar otra vez, pero nada salía de mi boca—. No te preocupes, pronto vendrá una enfermera para revisar que todo esté bien. Nos alegra que hayas despertado—fruncí el ceño e hice el último intento.

—Ni…na—susurré—mi es…po…sa

—Ella está bien, despertó el día de ayer. Es un milagro, casi la perdimos—¿la perdimos? ¿a qué se refería con eso? Y ¿Por qué estaba en este hospital? Tenía tantas dudas que obligué a mi memoria a intentar recordar. Supongo que mi madre y el doctor debieron darse cuenta de ello.

—Christian, ¿recuerdas lo que ocurrió?

—Es mejor que no—dijo mamá—. Mi bebé necesita recuperarse y puede alterarse si recuerda todo.

—Señora, si su hijo no recuerda, debemos hacerle más pruebas. ¿Christian? –entonces como si algo dentro de mi despertara, todo regresó a mi memoria. El beso entre Keyla y yo, Nina atrapándonos, nosotros discutiendo y luego el sonido del claxon. A mi mente vienen vagos recuerdos del rostro ensangrentado de Nina, de sus ojos prácticamente sin vida y me empiezo a alterar. Muevo la cabeza frenéticamente, necesito verla, necesito saber que ella está bien.

—Su pulso se ha alterado, parece que ha recordado. Necesitamos estabilizarlo. Señora, salga por favor—miro de un lado a otro, siento mi cuerpo temblar.

—¿Qué sucede? ¿Por qué esta así? Mi hijo, doctor. Haga algo.

—Salga por favor y déjenos trabajar—es lo último que escucho, luego siento paz.

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Abro los ojos una vez más, me enfoco y recordándolo todo busco a mi madre o a alguien con la mirada. Ahora es mi padre quien está a mi lado. Antes de que intente hablar la enfermera y el doctor aparecen. La enfermera se acerca, levanta la cama y me da sorbos cortos de agua. Se siente tan refrescante, pero necesito respuestas.

—¿Dónde es…tá mi es…po…sa? Qui…e…ro ve…r…la

—Ella está bien Christian—dice mamá




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