Perdón por elegirte a ti.

CAPÍTULO 13

Afortunadamente, un oficial hace sonar su silbato fue alarmado por el tumulto de personas que horrorizadas eran testigos de una desgracia, desenfundo su arma obligando a soltarla y no cediendo a lo que le ordenaban, en un santiamén ella le da un pisotón seguidamente un codazo en su vientre derrumbándose. La sujetan de los brazos para subirla lamentablemente el tren arrastra por unos metros a Tod, su deceso fue instantáneo, Litzy no daba crédito a esa imagen grotesca reponiéndose al salvarse de la fatalidad, roso su labio que sangraba un paramédico la revisaba para descartar lesiones graves. Adler dio unos pasos y un escalofrío invadió su cuerpo le latía a mil el corazón, las personas murmuraban y obligaron a todos a evacuar la zona, le regreso la respiración en el instante que ella se miraba las manos.

—¿Estás bien? —observa el hematoma en su boca.

—¿Quién te hizo eso? —le pregunto inquieto.

Se levanta y lo abraza fuertemente como si de una niña asustada se tratara él hace lo mismo, por primera vez la tuvo en sus brazos y el aroma dulce de su cabello lo embelesa, ella se sintió a gusto le transmitió una especie de tranquilidad y protección lo que nunca obtuvo del ya fallecido tod. Desde esa noche aumentaron sus sentimientos por la pelirroja y sin imaginarlo su cercanía fue más visible ante los demás, le hizo prometer que no les diría a sus padres lo sucedido ni que peligro su vida, argumento delante a estos que se había caído causando que su cara diera con un estante del almacén, al parecer se tragaron el cuento lastimosamente tiempo después se destapó la verdad y todo lo relacionado con la trágica muerte del que fuera su eterno amor.

—¿Por qué nos ocultaste que tu exnovio casi te mata? —grita el señor Thompson muy irritado—. te amamos hija lo eres todo para nosotros —se pone de pie y rasca su cabeza— me tranquilizaré ¡hubieras muerto! ¿Entiendes?

—Si papá lo sé, no sé porque quería hacerme daño —comenta Litzy al borde de las lágrimas—. Soy un fracaso.

—No lo digas ni en broma —sentándose a su lado—. Siempre eres y serás mi gemelita intelectual.

Pasando su mano por su coleta con ternura, la rememoraba de pequeña.

—Nunca los he decepcionado, pero admito que, si hubiera acatado tus sabias palabras papa, nada de esto pasaría.

—Mi niña de mirada pizpireta contigo he sido comprensivo —mientras se detenía frente a ella—. No te mortifiques más, he hablado con tu madre y hemos concluido que lo adecuado sería que te fueras unos días a la granja de tu tío Douglas ¿qué dices?

—¿Con quién iré? Lesly tiene otros asuntos que atender —expresa abatida.

—A propósito, me han comentado que te la pasas con un nuevo amigo, algo menor que tú —le dirige una sonrisa y un gesto de lo sé todo.

—¡Es un niño por favor! ¿qué están sospechando? solo somos amigos —se ruboriza con aquella suposición de parte de ellos.

—Está solucionado, el chico aquel será tu compañero de tu aventura.

Juntos padres quedan satisfechos al no haber inconvenientes, se la pusieron complicada como haría para persuadir a Adler de ir a un lugar lejano de nueva York, y aun convencer a los papas de este que le den autorización para hacerlo.

En casa de los Jones los dos adolescentes subieron al desván con la excusa de que Chris le mostraría su mayor tesoro jamás visto por su madre, él le ayudo arrastrando un baúl viejo empolvado que de un mínimo trastazo se abrió.

—¿Qué es lo que guardas en ese baúl añoso? —le interroga aburrido.

—Es mi colección de revistas playboy amigo —unos mujerones y con una lencería que fascina —embobado al decírselo.

—¿Mujeres desnudas? ¡que interesante! —fingió mostrar gusto por la obscenidad—. Preferiría verlas otro día —devolviéndosela.

—No, óyeme parece que no te encantaran las chicas, seguro les echas un ojito a tus compañeras de estudio de la preparatoria —volviéndosela a dar.

La realidad era que donde estudiaba no admitían niñas, exclusivo solo para varones por lo cual se le introdujo una ideología de respeto y abstinencia hacia ellas, de ahí se derivaba su forma de ser y pensar, adoctrinado en su totalidad desde niño. Al final lo tienta a hojear el contenido de la revista, peco de curioso basto unas cuantas páginas para impresionarse de la desnudez de las modelos desistiendo de seguir, escucharon pisadas acercarse de la señora Jones al notar que estos habían subido, de inmediato bajan apurados actuando con normalidad con ella.

En un salón de un prestigioso y reconocido instituto de señoritas se hallaba Carleigh Hanndorf, tomando sus habituales clases de piano, su maestra una famosa pianista de edad avanzada le daba las lecciones corrigiéndola una y otra vez, si la nota musical no salía perfecta le daba con la regla en sus manos tenía la costumbre de reformar a sus alumnas severamente, los cientos de reconocimientos y galardones apremiaban su táctica a la hora de enseñar.

—Otra vez de nuevo señorita Hanndorf —golpeando la regla entre sus manos con un gesto de amargura.

—Es que ya lo intenté llevo una hora en el piano, maestra —reflejando un cansancio y moviendo circularmente sus muñecas.

—¡No me importa! eres una quejica, la excelencia se logra atreves de la perseverancia y disciplina ¿piensa que obtuve mis brillantes logros por pura suerte? ¡Pues no! ¡de nuevo!




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.