Seguía pensando en la chica del otro día, esperé toda la semana a que volviera, cada que sonaba la puerta mi corazón se aceleraba y me giraba con la ilusión de verla a ella, pero no. Por su reacción supuse que era amante de los libros por eso creí que vendría todos los días; a pesar de no conocer su nombre me tenía aquí esperándola todo el día.
Intenté distraerme leyendo un libro y atendiendo a las personas que venían, por suerte me ayudó el hecho de que hoy tenía que dar tutorías y por unas cuantas horas dejé de esperarla. Fue entonces cuando la puerta sonó y volví a ver su cabello color arena; hoy estaba más bonita que la vez pasada, no hay duda de que la extrañé.
Se acercó a mi mientras sus hermosos ojos color miel me miraban y yo ya no podía respirar, no sabía que me estaba pasando, pero al mismo tiempo no quería que se detuviera.
Ella solo fue directo al punto, me pidió que le buscara un libro de mitología nórdica y sin más vi cómo se alejaba para ceder lugar a los demás.
Al buscar el libro aproveché para darle algo que estaba esperando entregarle hace un par de días. Así que me acerqué y al poner el libro en sus manos le susurré — cuando llegues a casa abre el libro con cuidado, hay un regalo para ti—, no esperé una respuesta y directamente me fui para seguir atendiendo a las personas que me estaban esperado
Editado: 15.11.2024