Perdon por los bailes

Kenna 23

Después de nuestra cita no pude dejar de pensar en el significado de las flores, me pasé la noche dándole vueltas a la forma en la que me miraba y como me hacía sentir cuando estábamos cerca. A la mañana siguiente, quise ir a visitarle, me detuve en una cafetería que estaba cerca para llevarle algo de desayunara ya que la biblioteca acababa de abrir.

Apenas puse un pie y le vi, estaba ordenando una de las estanterías, me acerqué y coloqué las bolsas en el mostrador. Mientras limpiaba tarareaba la banda sonora del señor de los anillos. Estaba tan distraído que no notó mi presencia, cuando se dio la vuelta su única reacción fue gritar y lanzarme el paño que sujetaba en la mano.

— No sabía que eras tan gallina, ven, te he traído un capuchino y si sigues ahí como tonto se va a enfriar.

— Casi matas al amor de tu vida, te perdono porque me has traído café.

— Ya quisieras, deja la tontería y ven, te prometo que no muerdo.

— Te puedo asegurar que a tus mordidas no le tengo miedo, a que me mates del corazón, sí.

Dijo mientras se acercaba a mí, tanto que podía escuchar su respiración. No suelo ser tímida, cuando se trata de ligar siempre soy la que da el primer paso, pero con Branwen no es así. Con él tendía a ser más cohibida, como si mi cuerpo se dejara dominar por su presencia, no me disgusta, al contrario.

Lo tenía casi pegado a mi cuerpo, tomé el café y lo puse en sus manos, imaginé sus dedos por todo mi cuerpo, tocándome, acariciando mi pelo y agarrando mi cintura.

Mi mente ya estaba volando y mis ojos estaban posados en sus labios, unos que me incitaban a besarle, fue entonces cuando le escuché decir — si me miraras a los ojos te dirían que no te fíes de esos labios, pero como has hecho lo contrario, solo déjate llevar por el instinto— entonces di un paso hacia atrás, con Branwen quería muchas cosas, y una de ella era devorar sus labios, solo que esta vez decidí tomarlo con calma.

Sabíamos que a los dos nos conectaba algo, era como si estuviéramos hecho el uno del otro, éramos agua y aceite que estaban listos para hacer una sopa. Yo era impulsiva y con él desea ser calma. Así que me dirigí hacia la salida y me despedí, porque si me quedaba podíamos causar un incendio en la biblioteca municipal.




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