Luego de aquella conversación con Marta me vine abajo, quise nuevamente ahogarme en el alcohol, matar mis penas, fumar un porro me ayudaría a no pensar. El recordarle no me hacía bien, le veía en mis sueños y me despertaba en las madrugadas empapada de sudor. Siempre era la misma pesadilla, primero me sonreías y luego se lanzabas por la ventana, mientras me gritaba que nunca iba a poder ser feliz. Que no merecía que nadie me amara porque no pude salvarle ni cuidarle.
Esa noche no pude dormir, así que le escribí a Henrry. Le pregunté si podíamos quedar y me dijo que fuera, ya que estaba solo. No lo pensé dos veces y me dirigí a su casa. En 15 minutos ya estaba tocando su puerta, al abrirla le vi con la parte de abajo del pijama y con el pelo mojado, al parecer salía de tomar una ducha.
Verle en esas pintas me pareció muy sexy, me acerqué y le besé. Cerramos la puerta a tropezones y llegamos a su habitación como pudimos, con cada paso que dábamos la ropa caía. Al llegar a la cama mi mente se puso en blanco y tuve que parar unos segundos.
Sus ojos estaban llenos de lujuria, hacia rato que nadie me miraba así, eso me hizo templar, pero entonces mi mente me cambió las cartas, no veía más a Henrry, con cada caricia, con cada suspiro y con cada gemido que salía de su boca, mis ojos y mi mente podían ver solo a Branwen.
Me lo follé pensado en el chico que casi beso en la biblioteca, me lo follé mientras imaginaba sus manos ahorcando mi cuello, me lo follé mientras que el vacío me consumía y me ahogaba la soledad.
Editado: 15.11.2024